188 REPERTORIO AMERICANO La taza lleva a los labios.
Es el instante preciso.
Ahora cierra los ojos. Estás en el Paraiso!
Rueda nuestro barco (Chang Wu kien)
Desliza el junco sobre el agua muda.
Tras el vergel que aroma la ribera saca, de blanca nube que la escuda, su azuloso perfil la cordillera.
La leve mano en la corriente hundida, mi amiga se adormece, mientras posa sobre su fresca espalda estremecida el iris de una errante mariposa.
Al volar, le segui con la mirada hacia Chan Gan, su tembloroso tul.
Eran tal vez el sueño de mi amada las alas que seguí por el azul.
Consejo (Tchang Kiou ling 714 786 En Kiang Gang vi naranjas menudas y rojas que no seca la brisa invernal.
Lo que vale decir: tiene un clima muy dulce Kiang Gang.
Mas también, como en todos los climas, muriendose vi sobre el árbol las flores de almendro.
Si has sentido tu dicha muy frágil, no vayas alli.
Si estuviese contigo (Tu Fu Si estuviese contigo, junto a tus camaradas de la lejana guarnición, tu pecho no sentiria que el valor le falta.
Vivi por varios meses con delicia inefable, mis túnicas bordando en telas finas para realzar tu dignidad de padre.
Cuánto ahora me aflige llevar mi triste suerte; he renunciado a todo, a las alhajas, no cuido ya de flores ni de afeites: Mas, cuando por ventura en parejas las aves van pasando, pienso en ti, las envidio y me pregunto. Cuándo mis besos volverán a hallarlo?
Las dos flautas (Li Tai Po. Una tarde que estaba aspirando perfume de flores a orillas del Ken lo, me trajo la brisa la canción de una flauta distante.
Para responderle, otra flauta labré de un carrizo, y arrullé con su trino sereno la noche encantada.
Desde entonces supieron las aves que al dormirse la luz vespertina los dos seres ignotos conversan una lengua que entienden las aves.
Tormenta oportuna (Chang Wu kien)
La lluvia maldije que azotaba el techo y no me dejaba dormir.
Maldije del viento que vino a robarme galas del jardin; pero tú llegaste, y alabé la lluvia cuando te quitaste tu empapada túnica; y al viento di gracias porque con sus soplos apagó ni lámpara.
aroman la brisa, de orillas del Jo Yeh (Li Tai Po Recogen las bellas nenúfares en las orillas del Jo Yeh; entre los ágiles bambúes semiocultas, rien de placer, y el agua refleja sus túnicas que de té.
De súbito se oyen jinetes que cruzan la ruta montes: relincha un caballo; dueño lo para por ver, y no ve.
Escruta los sauces en vano.
Silencio. Se aleja después.
En tanto una linda muchacha, soltando sus flores al pie, refrena en su pecho a dos manos a Amor, que lo quiere romper.
La dicha (Wang Web)
VII Soy viejo, nada tiene halagos para mí.
De ingenio corto, nunca tengo una idea feliz, y fuera mi selva ni un palmo conocí.
Los azulosos dedos de esta luna de abril en mi laudo euredan, y un viento danzarin se olvida de las nubes, me intenta descenir.
Cuál, la suprema dicha, Pues escuchar el canto de una niña gentil que pregunto el camino y sigue hasta borrarse en el confin. un amigo (Wuang TD 723 757 Para pagarte el favor de darme esta poesia de Tsu Kia Pé, mi cortesia te envia unas hojillas de té.
Ellas vinieron aqui del árbol que en gran misterio florece en un monasterio de la montaña de Ui. a fe, es el más ilustre té que guarda todo el Imperio.
Procurate un vaso azul de Ni Ging, transparente como um tul, y llénalo de agua helada que haya sido trasegada a la salida del sol en la falda del volcán Su chán.
me preguntáis a a mi?
La flor del duraznero (De Tse Tie)
Robé a un duraznero dormido una corola sonrosada, para ofrecérsela a mi amada, ya que su boca como un nido, por lo pequeña y delicada, es la corola nacarada de un duraznero florecido.
Agazapándome entre brumas, a su nidal la golondrina robé, de negrisimas plumas, para ofrendársela a mi amor, euyas cejas de azul negror fingen alas de golondrina.
Del duraznero florecido ví, al despertar, la flor marchita: el ave se había escabullido a la azul montaña infinita.
Pero los labios de mi amada tentaban, como siempre, rojos.
y sus cejas de pincelada aún no volaban de sus ojos.
Coloca ese vaso luego sobre moderado fuego, prendido con las astillas perfumadas y amarillas de un canelo inmemorial, preservadas bajo musgo de muy remoto vivir y déjalo hasta que el agua rompa en alegre reir.
Viertelo entonces en una fina taza de Huen Tché, do habrás puesto unas hojillas de mi té; cúbrelo con un cendal de seda blanca, tejido omo el más precioso chal, y espéra riegue su olor o perfume, comparable al del jardín adorable de Fung Lo.
Una mujer fiel (Tchan Tsi)
Hacia 80 ¡Señor! Me has abrumado con tu gentil ofrenda.
Mi admiración ensalza tus dos hermosas perlas; mas su fulgor me cubre de confusión extrema.
Permiteme que ahora te diga, sin ofensa, que le he jurado a un hombre fidelidad eterna.
Tal vez ignores cómo mi familiar bandera en el jardin sellado del gran Palacio ondea, y que mi noble esposo la lanza de oro ostenta de Ming en la pagoda, por imperial entrega.
Como no dudé nunca de tu amistad sincera, ni del tono exquisito de tu delicadeza.
las perlas he prendido sobre mi chal de seda: recógelas ahora, y llévate con ellas también estas dos lágrimas que en mis pestañas tiemblan. No haberte conocido cuando estaba soltera. En una de las próximas entregas concluirá esta selección)