REPERTORIO AMERICANO 117 en tante fluencia de sus maneras, la extra originalidad en contra de lo que se ordinaria versatilidad de su arte. De piensa nos viene tanto de fuera como ahí el repertorio de «ismos a través de del interior de nosotros mismos y su cuyas estaciones deambuló.
principal elemento transmisor es el aire Unas veces a la secuencia de fórmu del tiempo. Casi toda nuestra originalas ya catalogadas. Otras extrayendo de lidad escribía Bandelaire. proviene de ellas curiosas, personalisimas ramifica la impronta que el tiempo marca ciones: vibracionismo, clownismo, fakirismo. Todo ello realizado de un modo nuestras sensaciones.
Caprichoso, pero nunca vaciamente arque tales mutaciones producíanse en el obedeciendo a Al llegar a este punto en la alabanza reales necesidades interiores. causas evocativa de Barradas, comprendo que de estricta motivación plástica. no pretendiendo. por ahora entrar en No sin razón escribía de él su asiduo el análisis minucioso de su obra, ni en y agudo escoliasta, Manuel Abril: Este el estudio de las épocas que la dividen, es un hombre que habré de limitarme a enunciar un corobusca y que sufre: que sufre porque lario sintético. Corolario cuyo acento busca de verdad; y que, por lo tanto, trágico, al advertir el carácter incomencuentra siempre, vaya por donde vaya pleto y semitruncado que presenta su y haga lo que haga. En la elaboración obra es facilmente deductible de las ande sus teorias, entraba una buena dosis, teriores reflexiones. Pues, en rigor, el no de literatura, como se pensaria ligearte de Barradas no llegó a alcanzar ramente al conocer su afán teoretico, una cima de reposo, un punto de sazón sino de pura apetencia intelectual, ya definitiva. Hecho que no disminuye un que la perspectiva de riesgo no estaba milimetro la altura de su esfuerzo ni su nunca ausente de sus ejercicios torna valor representativo. Si las obras son tiles. Y, con todo, Barradas, fundamen sólo residuos muertos de los vivos talmente, no pasaba de ser un intuitivo. de un creador, según afirma reiteradaSi yo le hubiera conocido menos, caería ente Paul Valery, Barradas pervivirá ahora fácilmente en la tentación de como creador y la perfección heroica demarcar con prolijidad su arte, esta de su espíritu se sobrepondrá a lo inbleciendo sus semejanzas con los pinto concluso de su obra. Por otra parte, esa res nuevos de la hora presente, pero ausencia de lo definitivo en su arte, conociéndole hasta el fondo comprendo ese empeño suyo de rehui de rehuir la condenque estas confrontaciones nominales reen una manera produjose por sultarían con confusas. Las influencias que ambición de altura, por el desdén a enen su obra se advirtiesen nunca, en cerrarse en una fórmula prisionera. Barigor, llegarian a ser tales. Trátase sim rradas, insisto, fué un pintor genuino plemente de sincronismos, coincidencias de nuestro tiempo. nuestra época de y de técnica en virtud de un carácter inaugural en todas las arla atmósfera nunista que a todo artista tes, que implica las pesquisas arduas, genuinamente coetáneo le es dado vivir. puede determinar, a veces, estos sacriy que Barradas respiró a pleno pulmón ficios. Vale, pues, más una gran obra con identidad de clima espiritual, por una perfección anodina o encima de las distancias geográficas. La una belleza ritual. todo te di! como una fuente generosa y viva para tu (alma fui. tú, dios de piedra entre cuyas manos ni la yedra medra; y tú, dios de hierro, ante cuyas plantas velé como un perro, desdeñaste el oro, la miel y el olor. ahora retornas, mendigo de amor, a buscar las dalias, a implorar el oro, a pedir de nuevo todo aquel tesoro!
Oye, pordiosero: ahora que tú quieres es que yo no quiero.
Si el rosal florece, es ya para otro que en capullos crece.
Vete, dios de piedra, sin fuentes, sin dalias, sin mieles, sin yedra, Igual que una estatua, a quien Dios bajara del plinto, por fatua. Vete, dios de hierro, que junto a otras plantas se ha tendido el perro!
Dintor, Barradas El fuerte lazo actos sación trunca que Creci para ti.
Tálame. Mi acacia implora a tus manos su golpe de gracia.
Flori para ti.
Córtame. Mi lirio al nacer dudaba ser flor o ser cirio.
Flui para ti.
Bebeme. El cristal envidia lo claro de mi manantial.
Alas di por ti Cázame. Falena, rodeo tu llama de impaciencia llena Por ti sufrire. Bendito sea el daño que tu amor me de. Bendita sea el hacha, bendita la red, y loadas sean tijeras y sed!
Sangre del costado manaré, mi amado. Qué broche más bello, qué joya más grata, que por ti una llaga color escarlata?
En vez de abalorios para mis cabellos siete espinas largas hundiré entre ellos. en vez de zarcillos pondré en mis orejas, como dos rubies dos ascuas bermejas.
Me verás reir viéndome sufrir.
Guillermo de Torre.
Buenos Aires. Marzo de 1929 tu llorarás entonces. más mio que nunca serás!
Poesías de Juana de Ibarbourou De la obra Las lenguas de diamante. Montevideo. 1927 La pequeña llama ¡Oh rosa, tu prieto capullo despliega!
Has de ser el pomo que arome su estancia.
Yo siento por la luz un amor de salvaje.
Concentra colores, recoge fragancia, Cada pequeña llama me encanta y sobrecoge.
dilata tus poros que mi amante llega. No será, cada lumbre, un cáliz que recoge el calor de las almas que pasan en su viaje? Trabaré con grillos de oro sus piernas.
Hay unas pequeñitas, azules, temblorosas, Cadenas livianas del más limpio acero, lo mismo que las almas taciturnas y buenas. encargue con prisa, con prisa al herrero Hay otras casi blancas: fulgores de azucenas.
Amor, que las hace brillantes y eternas.
Hay otras casi rojas: espiritus de rosas. sembré amapolas en toda la huerta.
Yo respeto y adoro la luz como si fuera ¡Que nunca recuerde caminos ni sendas!
uma cosa que vive, que siente, que medita, Fatiga: en sus nervios aprieta tus vendas.
un ser que nos contempla transformado en Molicie: sé el perro que guarde la puerta hoguera.
Asi, cuando yo muera he de ser a tu lado, Implacable una pequena llama de dulzura infinita para tus largas noches de amante desolado. te di el olor de todas mis dalias nardos en flor.
La espera te di el tesoro. Oh lino, madura que quiero tejer de las hondas minas de mis sueños de oro.
sábanas del lecho donde dormirá mi amante, que pronto, pronto tornará! te di la miel. Con la primavera tiene de volver. del panal moreno que finge mi piel, Melancolia La sutil hilandera teje su encaje oscuro con ansiedad extraña, con paciencia amorosa. Qué prodigio si fuera hecho de lino puro y fuera en vez de negra la araña, color rosa!
En un rincón del huerto aromoso y sombrio la velluda hilandera teje su tela leve.
En ella sus diamantes suspenderá el rocío y la amarán la luna, el alba, el sol, la nieve.
Amiga araña: hilo cual tú mi velo de oro y en medio del silencio mis joyas elaboro.
Nos une, pues, la angustia de un idéntico afán