334 REPERTORIO AMERICANO de mi aliento. Me hubiera pateado a mi mismo.
y lanzado fuera de la gran tribuna hasta obliel campesino garme a correr alrededor de aquel hipodromo, y más aprisa que casi todos los jamelgos que entra por las ventanas hogareñas habia alli aquel año.
la sinfonia abrupta de los campos.
Porque la muchacha no era tonta, ni mucho el beso Tot atutrora menos. Qué no hubiera dado yo en aquel mo se sumerge en las liligrimas caidas de la noche.
mento por tener un trocito de goma para mus. y la mirada tosca car, o tu caramelo, o una pastilla, cualquiera cosa! Atortunadamente llevaba en el bolsillo del campesino.
desnuda en su tragedia aquellos puros de a veinticinco centavos, y en echa sobre la espalda seguida los saque, le di uno al muchacho y pedazos de descanso.
encendi el otro. Entonces se levantó el gordo, cambiamos de asiento, y ahi me tiene usted sonrie el campesino.
plantado al ladito mismo de ella.
Hicieron la presentación. La novia del muy con la negru lampa cabalgada en el hombro fraga todo el perfume chacho se llamaba Elinor Woodbury: su padre gute eriste en la wanana, era fabricante de barriles en Tiffin, un pueblo ex bocanulas llenas del Ohio. El nombre del muchacho era Wilbur de musica salee.
Wessen, y el de su hermana, Lucy Wessen.
Me figuro que aquellos nombres tan elegan Manco Campos tes fue lo que me bizo perder los estribos. Un Lima, abril, muchacho, sólo porque haya sido mozo de cuadra y atendido in caballo de carreras, y se saqué del bolsillo treinta dólares, que le enencuentre colocado en una casa de transportes tregué al señor Wilbur Wessen, rogandole, si no es por eso ni mejor ni peor que cualquier no le era molesto, bajara al terminarse la priotro. Lo he pensado muchas veces, y lo he dicho mera vuelta, y me los pusiera sobre Abu Ben también.
Ahem, cualquiera que fuese la cuota en contra.
Pero ya sabe usted to que le pasa a uno Me excusé diciendo que no queria que me vie.
Habia un algo en aquella ropa tan elegante sen ni Bob French ni ninguno de los mozos de que llevaba. y en aquellos ojos tan bonitos que cuadra.
tenia, y el en su modo de mirarme, un momento Efectivamente, se corre la primera vuelta y antes, por encima del hombro de su hermano, Abu Ben Ahem fué haciendo su recorrido de la y yo mirándola también, y los dos rojos de rubor. peor manera posible. Parecia un caballo de maNo podia yo pasar por un tonto cualquiera, dera, o un jameigo enfermo. Llegó el último ¿verdad?
Pues hice el idiota, pero de qué manerat Dije a la Entonces bajo el muchacho ese, Wilbur Wenssen, a la taquilla de las apuestas, que estaba debajo que me llamaba Walter Mathers, y que vivia en de la gran tribuna. ahi me tiene usted com Marietta en el Ohio. luego les conte a los las dos chicas; y en una ocasión que la señotres la mentira más gorda que usted puede rita Woodbury miraba hacia el otro lado, Lucy imaginar. Les dije que mi padre era el dueño de aquel caballo Abu Ben Ahem, y que se Wenssen me tocó así un poquito, con el homlo bro, sabe usted. un poco nada más. Sin emhabia dejado a ese Bob French para correrlo, pujar, claro está. Ya sabe usted cómo se las porque nuestra familia tenía mucho amor propio, arreglan las mujeres para esas cosas. Se acery nunca había tomado parte en las carreras, can, pero sin propasarse. Ya me entiende usquiero decir, bajo nuestro nombre. Ya había soltado el embuste, ted. Ay Dios!
y los tres se acercaron para oírlo mejor, y como le brillaban los ojos entonces me dieron el gran susto. Sin que a la señorita Lucy Wessen, fui sacando todo el yo lo supiera, se habian juntado los tres y haovillo bian decidido que Wilbur Wessen apostara Les hable de nuestra finca alla en Marietta, cincuenta dólares, y las dos muchachas diez de las grandes cuadras y de la hermosa casa dólares cada una, y de su dinero particular. Ya de ladrillo que teníamos, arriba, en una colina the sentia mareado, pero luego habia de ser dominando el rio Ohio: pero tuve buen cuidado peor.
de no contarlo presumiendo. Lo que hice fue Por lo que hace al caballo ese. Abu Ben Ahem, empezar nada más que insinuando las cosas y y al divero que habia apostado sobre él, no luego dejar que me sucaran el resto a fuerza de preguntas. Aparente mucha discreción, como me preocupaba gran cosu. Satio de primera Ahem corrió las tres últimas vueltas pasean se lo contara todo contra mi voluntad. Mi dose, como una cesta de huevos podridos entra familia no tiene ninguna fábrica de barriles, y al mercado, antes de que nadie se de cuenta; desde que tengo edad de poder recordar las y Wilbur Wessen cobró meve dólares por cacosas la he conocido siempre bastante pobre; da dos que apostara. Era otra cosa lo que me pero a pesar eso no hemos pedido nunca staba fastidiando a nadie, y mi abuelo, allá en el país de volvid Wilbur, después de hacer la Gales. pero dejemos esto.
apuesta, y se pasó casi todo el tiempo charEmpezamos a charlar como si nos hubiese lando con la señorita Woodbury, dejándonos mos conocido toda la vida, y les dije que mi solitos a Lucy Wesse y a mi, como si estupadre no tenia mucha confianza en aquel Bob viéramos en una isla desierta. Señor, si no huFrench. y que me había enviado a Sandusky biera cometido aquella tonteria antes, si hubiese escondidas para enterarme de Ins cosas.
repararla!
Walter MuY tuve el aplomo de contarles que habia thes, como se lo conté a ella y a los demás.
descubierto todo el pastel para la carrera de ha existido nunca; si lo hubiera, le Jas 18, en la que Abu Ben Ahem tomaba aseguro a ušted que mañana mismu iba a Marietta, en el Ohio, y le dejaba seco. de un tiro.
Le expliqué que este perderia en la primera Ya ve usted si me habia metido en camisa vuelta, andando con vaca coja, pero que de once varas, sólo por ser un idiola. poco luego entraria de veras y los dejaria a todos terminaron las carreras, y bajó Wilbur a coen mantillas. para afirmar mejor mi consejo brar nuestro dinero, y dimos un paseo por la población, y nos ofreció una cena opipara en en el Hotel West House, basta con una botella de champaña y todo ahí estábamos los dos juntos, la muchacha y yo. Ella no hablaba gran cosa ni yo tampoco Una cosa sé, y cierta: que si me habit tomado simpatia no era por aquella mentira de que mi padre era rico y todo eso. No: hay ciertas cosas y alles que no engañan. Ya me entiende usted. Mecachis! Hay cierto tipo de muc que sólo encuentra uno una vez en la vida, si no se da uno prisa y aprovecha la ocasión, se acabó todo, y casi mås valiera que se tirase uno al rio. Lanzan una mirada de esas que les salen de dentro, y no se trata de broma: lo que significa es que no quiere a esa muchacha para casarse y rodearla de cosas bonitas, de flores y trajes elegantes, y que sea la madre de los chiquillos que uno desea tener, y oir buena musica, no canciones de esas de la calle. Maldita sea mi suerte!
Hay un sitio cerca de Sandusky, al otro lado de una especie de bahia, que se llama la Punta del Cedro. cuando nos de cenar nos fuimos alia en una canoa de motor, nosotros solitus. Wilbur, la señorita Lucy y la senorita Woodbury habiau de tomar el tren de las diez para regresar a Tiffin, en el Ohio, porque cuando uno sale con muchachas de esa clase no es cuestión de descuidarse y perder el tren y pasar toda la noche fuera de casa, como se puede hacer con otras chicas. Wilbur nos pago la canoa, que le costo sus buenos quince ojos de buey: pero no me hubiese enterado de no no prestar atención, porque no era de esos que tocan la bocina cada vez que se gastan un duro.
Una vez allá, en la Punta del Cedro, no nos quedamos donde estaba la gentuza alborotando. Había grandes salones de baile y comedo res para los paletos, y una playa en que podia uno paseurse hasta donde no habia luces y estaba oscuro. Por alli nos fuimos nosotros.
Ella apenas hablaba, y yo tampoco decia gran pensando cuánto me alegraba de que mi madre fuera de buena familia, y nos hubiese enseñado comer en mesa con un tonedor cuando éramos chiquillos, y uno tragarnos la sopa atropellando y metiendo ruido groseramente como esas cuadrillas en juerga que se ven en los hipódromos los dias de fiesta.
Entonces Wilbur y su novia se fueron de paseo por la playa, y Lucy yo nos quedamos en un sitio oscuro, donde habia raíces de árboles viejos que el agua habia socavado; y de aqui la hora de regresar en la canoa para que tomaran el tren, pasó el tiempo como un relámpago. Un abrir y cerrar de ojos.
Fue de la manera siguiente. El sitio donde cos quedamos era oscuro, como acabo de de cirselo a usted, y las raices de aquel tronco viejo se extendian como brazos, y alia a humedad, y la noche era como si no pudiera tocarla y sentirla con la mano, de tibia que era, y suave y oscura y dulce como una naranja.
Hubiera llorado y blasfemado y brincado y bailado, de loco que estaba, y contento y triste al mismo tiempo.
Cuando volvió Wilbur de pusear con su novia los dos solitos, y Lucy le við venir. dijo ellas Tenemos que irnos al tren yas. y casi estaba llorando ella también, pero no sabia lo que yo y no podia estar tan alborotada. entonces, antes de que Wilbur y la señorita Woodbury llegasen al sitio donde estábamos, alzo ella la carita y me dio un beso, asi rapido, y puso la cabecita sobre mi pecho y estaba toda temblando y. maldita sea mi suerte!
Cosa, Estaba Pues podido Ni existe ningin pero parte