REPERTORIO AMERICANO dojo en en Troya, Olen yo abada mi a asisLA condesa está triste, que tendrá la condesa? No, seamos El ojo en flor y otras maravillas rigurosamente exactos y melancoDe La Prensa Buenos Aires licamente veridicos: la divina condesa está enferma de cólera, clausurada en su tocador con su bata roja y sus cabellos irritados de Medusa clásica porque su amigo intimo, el feroz y admirable polemista René Benjamin, acaba de consagrarla en un libro de insensato ditirambo: Bajo e flor de la señora de Noailles. Libreme Dios de mis amigos, dice la cordura de las naciones Cuando un polemista se pone de rodillas posicion income y ve jatoria. se venga preventivamente ofendiendo a los santos del oratorio. Con el sano propósito de entonar un bimno de amor la más célebre poetisa de Francia, René Benjamin se divirtió de paso en ridiculizari los contertulios de la condesa, que son todos los prohombres de la Tercera República Arde la edición carisima del libro se ngota como si no se hubiera estabilizado el franco papel y las plumas en ristre defienden o condenen al autor René Benjamin, hombre de motim y admirador de León Daudet, está acostumbrado a las algaradas. Este ultimo le aplicaba hace poco uma frase famosa, asegurando, como se dijo de Milton, que parece de connivencia con el temblor de tieLa condesa Mathieu de Noailles en su salon Fra y el eclipse. Podria recordarse también, a este propósito, una lera. Modoso, silencioso, casi timi Bloy, un arcángel de exterminio queja de los Goncourt. Ambos do, está siempre a la orilla del con la pluma del Señor en in dies.
hermanos sensitivos se dolían de huracán y en los arrabales del tra, fue en el siglo un vejete de que al publicar un nuevo libro terremoto, anotando en su sismo voz meliflua que, bebiendo a sorbos estallara siempre restando lectores grafo intimo los horribles detalles su tisana, en un café de Bourg laу distrayendo la atención pública, Todos los grandes polemistas que Reine, me hablaba del Sumo Ponalguin escándalo, algan he conocido eran asi: suaves, betifice de entonces como del marSo, un crimen o la guerra de 1870 nignos de inofensiva apariencia quesito que nos ha enviado el en la comedia de los dias, León Por lo menos, el señor Benjamin diablos. Laurent: Taihade, cuya anno puede quejarse personalmente de los escándalos y las guerras.
No cree, como el famoso dúo lite.
rario, que la fatalidnd antigua lo persigue con ojo impavido y avizor, suscitando catástrofes y ruinas de pueblos para que se venden pocas ediciones de su más reciente obra maestra. Qué digo. René Benjamin se ha instalado en la guerra, nacional o civil, lo da, con la avidez flemática del sajón que acompañaba un doma dor esperando el minuto magnifico en que fuera devorado por los leones. En medio de los estragos de 1914 escribió su famosa novela del vendedor de caracoles, en compania de los estudiantes insubordinados del Barrio Latino tiró tin teros y manuales de cordura latina a la cabeza de los profesores laicos que no respetaban In santidad de Juana de Arcos se fué en pos de Antoine, el creador del teatro libre, y escribe un libro sobre Clemenceau, otro hombre libre y malhumorado. Nadie ha visto en el munt do a mayor número de personas ilustres que hayan montado en cocianidad trate de consolar, era asi mismo un suave profesor de urbanidad que solo incidentalmente, en el curso de la charla, proponia guillotinar a dos mil personas de todo Paris.
Con sus ilustres predecesores, René Benjamin es cortes y deglieIla bien. Los personajes de sus retratos no sólo hablan, sino gritan y a veces quieren abofetear al autor siguiendo los cánones de la estética pirandeliana. Al verse tan veridicos en la caricatura cordial, la efusiva y amena satira, Antoine repitió la palabra de Cambronne, Barrés o Clemenceau se encogieron de hombros y la divina condesa encierra herméticamente, aumentando la dosis de veronal para dormir paz Puesto que en este libro ingenioso la traviesa protagonista al de a un poeta peruano que la comparó con las catedrales jese poeta fui yo, pecador de miles justo que también testimonio al relato veraz de Ben jamin. Fue en la primavera de 1921, en compañía de Jules Supervielle, cuando visite a la divina, con la intención de proponerle un viaje a América. Entramos en su salón las cuatro de la la tarde y salimos a las ocho de la noche, sin haber podido balbucir una sola palabra.
En el antro de la sibila en el Bosque de la Bella Despierta, timos, durante cuatro horas de reloj, al delirio magnifico. Como siempre, estaba enferma: iba a morirse si no la dejábamos expresar con libertad su alma testamentarin de esta tarde.
Nous aurons plus jamais notre ime de (ce soir Delicada y con caderas mara villosas como las mujeres que preferin Maurice Barrés, la condesa estaba tendida en su lecho de reposo, muy engañosamente pare cido al sofa de la señora de Recamier, puesto que iba a trasformarse pronto en tripode antiguo y silla electrica. Bata roja medias rojas, mal cubiertas con un abrego de petit gris, la cabe la cabellera renegrida suelta en la espalda. La linda cabez de parisiense voluntariosa que ha popularizado el dibujo de Helleu, pero con ojos de bayadera de las mi niaturas que venden la calle Rivoli, menuditas, con ojos almendratos, cehida la cadera opuen el pantalon de malla de oro, junto a principes de manto y de turbante, que están pátidos de quererlas tanto. veces los prinse enfadan con las bayaderas, a veces nos advierten los peligros de sus músicas de perdición. Con este titulo escribió el más famoso admirador de la condesa de Noailles, Maurice Barrés, poco antes de morir, un lirico relato que parece el treno de un Ulises pesaroso nostálgico dospués de haber escapado a las Cirrobo famo Loaille, lo mismo persa si, esas persendios de lenta cipes