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278 REPERTORIO AMERICANO que estaba bebió el suyo de un baile Mientras la me mandó a la lo poco que en vasos de sus grandes ojos claros, vagaba una expre hacer su efecto. Al fin, rompi el silencio sión de dulce tranquilidad. Parecía sonreír diciéndole: nada. Después los pleitos, los tinterillos a cierto alegre pensamiento interior, mientodo lo demás que usted sabe, fueron. La señora no es su madre?
tras servía trabajosamente la sopa con llevándose lo poco que quedaba, y aqui No.
sus largas manos temblorosas, donde retiene usted a mi señora sin tener un mal Su parienta tal vez? perdone. pan que llevar a la boca. Yo, saltaban las venas y los nervios. Don Daniel aproximó en silencio una arrendando entonces este fundo, que desinstante, contemplándome botella, llenó hasta los bordes los vasos, curiosamente, como si buscara un tema pués fué mío, sabiendo que ella estaba en sorbo.
y, limpiándose casa de de conversación, y y, por fin, me dijo con una amiga, digamos como de lilos labios, contestó: una vocesita cascada. No, señor, la persona que usted ha mosna, me fui alla, me presente y le dije. El señor, si no he oído mal, se llama. Señora, no permito que usted ande suvisto no es mi madre, ni mi parienta, es (aqui dijo mi nombre) y debe ser pariente la señora, la señora de esta casa confriendo. Vengase a su casa, a la casa de. que de los señores. nombró a unos tios abue cluyó con un acento en que vibraba cierto los míos, enterrados antes de mi naciserá la señora, como siempre lo ha sido.
orgullo indefinible, dando un ligero gol No me desprecie. ella se levanto, la miento anchar mi respuesta afirmativa, pe sobre la mesa.
Al pobre vieja y vino y me abrazo llorando, Después se pasó la mano por la cabeza aquí tengo a mi viejecita hasta que continuó con gran animación: como indeciso, y mirándome fijamente, se muera: ella es mi madre, todo lo que Yo les conocí mucho cuando eran con aire resuelto, siguió diciendo: tengo en el mundo. si yo trabajo y solteros. venian siempre a casa de mi Como usted lo ha de saber al fin, gano algo, es para dárselo a ella!
marido.
Entonces recibíamos mucha gente. si es que ya no lo sabe, voy a contarle Al terminar este relato, don Daniel in¡Qué alegres eran! Daniel ¿te acuerdas lo que hay en esto. para principiar le clinó su gruesa cabeza gris y se cubrió del que dio dió el gobernador? Pero, diré que yo, aquí donde usted me ve, no la frente con las manos.
es verdad, tú no estabas con nosotros he conocido padre ni madre; soy de esos todavía. Bailamos hasta el amanecer y Después se levantó bruscamente, me en el corredor quemaban voladores. Re como. Hasta la edad de que nacen en cualquier parte, sin saber dirigió una mirada torva y murmuró entre años lo he cuerdo que a mí me hicieron bailar cueca. pasado por ahí, como los perros sin amo.
dientes. Usted estará cansado y ya es hora Pero entonces los jóvenes eran muy corUn día vino esta señora, me recogió y de dormir teses. Sus tíos, siempre que venían a me llevó a su casa. Alli he crecido. señor sirviéndole vernos, nos traían grandes regalos.
a ella y a sus hijos: y no me en silencio fue a indicarme la pieza hora hablaba así, don avergüenzo. Ella me puso la carti que se me había preparado.
Daniel la contemplaba con aire cohibido la ella me enseñó lo Al día siguiente desperté temprano. En y obsecuente. echándose silencio los el corredor oía ruido de espuelas. Me vesti y me la escuela, porque era una y sirviéndose, cada instante señora como ahora no las hay. Después estaba don Daniel paseándose.
con presteza y sali de mi habitación. Alli bocado, grandes vino. La única pupila yo sali a buscar la vida y trabajé en lo a brillane podia mover estaba inquieta, húmeda que me vino a mano: se necesitaba un Tomamos el desayuno hablando de co, y parecía decirme. Escúchela albañil. alli estaba yo: se necesitaba un sas indiferentes. Por fin, me despedi y con atención que vale la pena.
herrero, pue pues a buscarme: y así fui for monté a caballo.
al mismo tiempo que continuaba Alegremente cantaban los pájaros. El su charla con alegre volubilidad, me sercasa mi capitalito. Eso si no me he fresco aire de la mañana parecia infunnunca, porque las mujeres. en fin, no hablemos de ellas. Pasaron los años via los platos con toda clase de miramientos dirme una vida, una fuerza extraña.
dirigiéndome signos de inteligencia, como y los años y yo siempre iba a ver a mi pensaba vagamente en que tal vez indicándome que esa conversación sólo señora, llevándole cualquier regalito. Al esa alegría, que sentia desbordar en mi nosotros fin su marido murió y sus hijos se ca con los primeros rayos del sol, la debia De repente me dijo: saron. El caballero había sido gastador, a haber estrechado la mano de ese hombre. Qué ha sido de esos jóvenes, de sus como caballero que era, y no dejó casi de cuya casa partia.
tios? Sé que uno se casó en Santiago, y que ha tenido muchos hijos.
Federico Gana Han muerto todos, señora, hace mu(De la obra Cuentos. Edit. NASCIMENTO, Santiago de Chile. 1926. chos años!
Al escuchar estas palabras, me contempló estupefacta, suspiró hondamente, se puso la palma de la mano en la barba, Bibliografía titular inclinó su cabeza blanca y pareció abis(Se registran los libros y folletos que se remarse en sus reflexiones.
ciben de los autores y de las casas editoras)
fin, haciase más notable el contraste que medida que la comida llegaba a su Prosigue la Editorial Cenit, Madrid, tiene también su Revista. Un mensuario con sus sorprendentes ediciones. Del Ge chiquito: formaban los modales finos, insinuantes. rente, Sr. Gimenez Siles, acabamos de casi aristocráticos de esa viejecita, con los recibir estas obras: Revista de la Escuela Normal. Heredia.
desmañados y selvaticos de mi huésped.
Observé rvé que el rostro de éste estaba en Ernesto Glaeser: Los que teniamos doce años. Nos llega el número uno. Basta que la frecuentes libaciones y Novela de la guerra. Trad. del alemán por empresa esté en manos de Carlos Luis Roces. Edit. Cenit. Madrid. 1929.
Sáenz y de Rafael Cortés, para que llegue que poco a poco salía de su mutismo a ser de seriedad y provecho. Sorprende, y hablando de diferentes tópicos.
Valentin Kataev: El desfalco. Edit. Cenit.
es reveladora, la mucha colaboración de los Por fin, la anciana se levantó de su Madrid.
alumnos. Prosigan, muchachos. Si no hay continuidad, la cosa no pasa de gesticulaasiento y me tendió su fría y descarnada Raimundo Geiger: Cuentos judíos. Trad. del francés por Gorkin. Edit. Cenit. Ma ciones y ruidos, algo que no conviene.
mano, diciéndome: drid. 1929. Usted se queda esta noche. Voy a arreglar algo allá adentro. En seguida Leon Trotski: La Revolución desfigurada.
Del Consejo Nacional de Enseñanza volvióse hacia mi huésped e inclinándose Versión castellana de Gorkin. Edit. Cenit. Madrid.
Primaria y Normal, sección Anales y a su oído, le dijo en voz baja. No bebas mucho. Cuidado con las Legislación Escolar, Montevideo, nos Nuestro insigne y muy apreciado don llega la Cuando ella salió, el tosco y moreno Alberto Brenes Córdoba, ha tenido la fineza de darnos un ejemplar de su Memoria de Instrucción Pública corresponsemblante de don Daniel parecía ilumidiente al año 1925, presentada al Consejo Nacional de Enseñanza por su Presidente, Eduardo Historia del Derecho. Segunda edición. San narse con una sonrisa, sus pupilas se veban dulcemente y sus gruesos labios José, Costa Rica Acevedo. Montevideo. 1929.
Nutrida e interesante lectura. En ella se temblaban como si deseara decirme algo.
registra el famoso proyecto del Dr. Carlos Vaz Comprendi que el vino principiaba a La Escuela Normal de Costa Rica ya Ferreira sobre Parques Escolares. Helo aqui: podíamos comprenderla.
cendido por enfermedades.