REPERTORIO AMERICANO 41 La canción del pan Ipoeta Pan nuestro de cada jornada, de todo momento.
Pan nuestro formado de un trigo cruento, sembrado en surcos de pena y rencor.
Pan nuestro que moja el dolor, pan nuestro con sangre atrasado.
Yo te he visto, lejos de la alegria.
caer entre las bocas lividas de los hombres que nunca han el ruego ni en los ojos el rastro que deja la suplica.
Pan nuestro, comido ante el fuego del tugurio, en las noches sin fin en que azota, cual lktigo, el viento.
Pun nuestro de cada jornada, de todo momento.
Eres sangre, eres Vida y Espiritu.
Eres sangre y Espiritu nuestro Bien haya el que lejos del jubilo te come y te llama pan único.
Bien hnya el que siempre te ha hallado en su vida, en su mano capaz con sangre sagrada mojado.
Pan nuestro que deja brotar el Señor en surcos de pena y rencor.
Bien haya el que dobla sa frente hacia el surco y te encuentra, y te arranca, y te amasa y te come llamándote único, porque, oh pan doloroso, oh pan nuestro de cada jornada y de todo momento: eres sangre, eres Vida y Espiritu.
Eres sangre y Espiritu nuestro.
y después de once horas las cierro con la primera luz del alba.
Extravagancias de poeta, caprichos del alma.
Vendo trivialidades y cambio pensamientos por estrellas y por canciones para mis soledades, lo que pensarán los hombres: está loco el Pero ninguno sabe mis intimas saudades.
En un rincón estin abandonndas Ins coplas romantiens que hice a In novia de mi abril florido.
Cantares ingenuos atados, como flores, con cintas perfumadas.
Colgué de la pared el ensueño que nunca he poseido.
Despojo sin gloria de in ideal que me tendió su red.
Apagué las luces de mi filosofia, y encendí Ins farolns de cualquier melancólica ironia. le grite los hombres vendo trivialidades y cambio pensamientos por estrellas y por canciones Para mis soledades. lo que pensarán los hombres: está loco el (poeta.
Pero ninguno sabe mis intimas saudades.
Página lirica de Germán Pardo García Bogota. 1928 La inquietud Oh, sangre Oh sangre, oli sangre. Al corazón sumido en un sueño de paz, fluye sin pena.
Oh sangre asi bajo la noche llena de paz, afluye al corazón sin ruido.
Duermete, oh sangre. El funeral gemido con que resbalas por la oculta vena, puede turbar el inima serena y despertar el corazón dormido.
Oh sangre, se, cual los arroyos pura.
Oh sangre, oh sangre espiritual: sé fuerte, mas con la fortaleza que perdura, y así podrás, entre la sombra inerte, del amor y Ainargura, cruzar hacia el reposo de la muerte.
Todo está resumido en la perfecta sintesis de mi anhelo.
Fasciname un orgullo que me azote con la fuerza de un nla temida.
Un orgullo que pueda subyugar la profunda rebelión de una vida.
Fasciname la taciti soledad de las cosas, que son vida sin lux ni sonido.
Faseiname un dolor que se nutra con sangre, Un dolor, como el alma, infinito.
Un gran dolor que sea conmoción de mi carne, conmoción de mi espíritu, porque sólo se rinde mi anhelo a un orgullo que azote, como un aln temida, y a un dolor infinito que pueda subyagar la profonda rebelión de una vida.
Luis Lopez de Mexo La primera inquietud hiere mi pensamiento.
La primera inquietud estremece mi espíritu como um golpe de viento, En el fondo de mi audax alegría, ha empezado el silencio, In inquietud, alma mia.
Tú, que miras mis ojos que busons mis manos, me dices que hay un nuevo mirar en mis ojos.
Un mirar a otros mtindos, reanos.
Yo que nunca mire más allá de tus ojos, mas allá de tus manos Yo cantaba, cantaba, y rein, reia. era fierte mi canto, y era muda, mi alegria Pero ya en mi destino y en mitad de la vida, la primera inquietud hiere mi pensamiento La primera inquietud, esperada y temida, estremece mi espiritu como un golpe de viento Silencio Fascinación Fascinación del mar oscuro, alta fascinación del espacio y del vuelo.
He puesto una tienda con las últimas novedades de mi silencio Por las tardes, hacia la soledad abro sus puertas funerales limpia, otras lo abría tentadoramente contra la bandeja del té. Hasta que un dia la vencí aunque no recuerdo por qué medios. Lo que recuerdo, como si lo viera, es una ojeada por el ojo de la cerradura a que me invitó otro miembro de la familia. Entonces vi a mi madre absorta en la lectura de The Master of Ballantrae murmurando la música para ella sola, moviendo la cabeza en señal de de aprobación echando una rá pida ojeada al pie de la página antes de comenzar por la cabeza. Con todo su oido debe de haber estado pendiente de la puerta, pues cuando me precipité dentro, ella me la había ganado; el libro no se veia por ninguna partes todo lo que tenia en el regazo su delantal, y su mirada vagaba fuera de la ventana.
Siguióse una conversación por este estilo: Margarita Ogilvy. Viene de la polica 119. Te has estado muy quietecita en tu silla, madre. Quietecita como siempre, sin nada que hacer jamás: ya no soy más que una media de desecho. Has estado leyendo. Me has visto alguna vez leyendo a esta hora. Qué es que hay en tu falda. Mi delantal, nada más. Es un libro lo que hay debajo del delantal. Puede que sí. Déjame ver.
Vete a tu trabajo, Pero levanto el delantal. Ah! exclamo yo afectando desagrado ¡The Master of Ballantrae!
Asi es. dice mi madre con igual sorpresa. Pero yo la miro con seriedad, gresto severo, y parece que se sonroja.
Bueno. y que te parece. ni pisca de parecido a los míos. digo yo por seguirle el humor. Nada que se parezca a ellos dice con determinación. Ni pizcal digo, no importa si con una sonrisa ou suspiro, tanto da, que todo significa lo mismo Iré a dejar el libro en el estante, otra vez? pregunto y ella responde que no le importa donde lo ponga, con tal que lo quite de su presencia como para dar a entender que el libro se ha ido a esconder en su regazo mientras ella miraba por la ventana. Mi comportamiento po