REPERTORIO AMERICANO que comprendian. contaron naldo y los obreros miraron Como Jacob dormia, o Judith, en reposo, al árabe su situación. un prodigio: la caja de acero Booz yacia en sombras bajo el azul risueño.
Nos vegaremos de él. sudaba y las gotas humede abriéndose la puerta del cielo esplendoroso dijo misteriosamente el árabe. cian el suelo.
sobre la frente suya bajó radiante un sueño.
Montó su anillo poniendo esa El árabe entregó las dos última faceta mirando hacia monedas de oro y Reinaldo Booz, de su vientre vió que de savia llena el interior del anillo y les sacó el anillo. El oro también dijo. Venid, vamos al presuna encina brotaba, y hasta el cielo subia, sudaba. El prestamista espan y por ella una raza se alzaba cual cadena, tamista.
tado veia, veia como el oro, Este revisaba sus pagares. cómo la caja sudaban y como cantaba un Rey abajo, y en lo alto un Dios moria.
El árabe habló. Quiero dinero. el suelo se humedecia con poco, te lo devolveré mañana un olor acre, semejante a Booz murmuraba, su alma al ensueño atenta: domingo temprano; te dejaré sudor de obrero. Esto cómo podría salir del vientre mío?
en prenda este anillo. Lo vio Cuando árabe puso el La cifra de mis años ya ha pasado de ochenta, Reinaldo anillo en el dedo anular, el ni hijo ni esposa tengo en mi vivir sombrio. Bien. Cuánto sudor caía a torrentes y ame ¡Poco! Lo que quieras; yo nazaba inundar la pieza. Señor! la que mi lecho compartió condolida vendré temprano pero pon mi Los obreros no sabian qué lo dejó por el tuyo, y ya en mi ruta incierta anillo en tu caja.
hace y Reinaldo miraba co solamente el recuerdo nos enlaza en la vida: ΕΙ prestamista obedeció y mo un loco. Entonces el árabe dió dos monedas de oro. Sa levantó la la mitad de ella, viva; la mitad mía, muerta.
VOZ lieron de alli. Tu oro, Reinaldo, estaba El árabe invitó a los obre hecho con el sudor de tus ¿Padre yo de una raza. Que de la sangre mia ros para el día siguiente, esclavos blancos; mi talisman han de surgir renuevos, de mi nombre alta gloria?
Fueron cumplidos. Llegaron vuelve las cosas a su primer En años juveniles sólo hay albas, y el dia sale de entre la noche como de una victoria.
a casa del prestamista Rei estado.
Roberto Brenes Mesén Tiemblo, solo y anciano, como un árbol al viento; van cayendo las sombras; hay soledad y frío: y como al agua dobla la frente buey sediento, mi alma hacia la tumba se inclina ya, Dios mio!
1904 Asi Booz hablaba con el alma anhelosa, vueltos a Dios los ojos que el sueño ensombrecía.
El cedro nunca siente en su base una rosa, y una mujer en tanto a sus pies no sentía.
Booz dormido (De Victor Hugo) Victor Londono Ya de noche, sintiéndose Booz muy fatigado del trabajo en su éra durante todo el dia, busco para su lecho el sitio acostumbrado.
Cerca de haces de trigo siempre Booz dormia.
Ruth de Moab entonces, el seno descenido, acostose a las plantas de Booz, en espera de que al surgir del sueño, rayo desconocido a iluminar su mente de súbito viniera.
Era dueño de campos que él mismo cultivaba; aunque rico, era justo y temia al Eterno.
El agua a su molino nunca fango llevaba; la llama de su forja no era a de infierno.
Que una mujer dormia cerca de él ignoraba, como Ruth no sabia la voluntad del cielo.
El soplo de la noche en Gálgala flotaba, y del campo subian aromas de asfodelo.
Argentada su barba, cual fuente en abril era; y nunca avaro, al pobre su corazón abria; y si una espigadora pasaba por su éra. dejad caer espigas para ella, repetia.
Era nupcial la noche, solemne, augusta. En ella los angeles volaban porque se percibia repasar, por instantes, dejando rauda huella, algo azul en la sombra que un ala parecía.
Cual su blanco vestido, su alma era pura y blanca; lejos iban sus pasos de torcido sendero; a los pobres tendia mano piadosa y franca, y su heredad de trigo fue público granero.
El respirar tranquilo de Booz, en la oscura noche se unía al canto de brisas aromadas.
Era el mes en que muestra la tierra su dulzura.
Se alzaban las colinas de lirios coronadas.
Compasivo en la vida, partiendo pena y llanto, no fué para sus ojos esquiva la belleza; la juventud exhibe más gracia y más encanto, mas la vejez del hombre circunda más nobleza.
Ruth tranquila soñaba y el anciano dormia.
Esquilas de rebaños tanian vagos sones, una bondad inmensa del cielo descendia en la hora en que bajan a beber los leones.
Brilla siempre aureola sobre inclinada frente cuando llega la dulce placidez de la tarde.
En los ojos del joven se mira llama ardiente, mas la luz, en los ojos de los ancianos arde.
Yacía en paz profunda la tierra que Ur se nombra, y la luna menguante lentamente se alzaba en medio de los astros, las flores de la sombra, que a millares lucian; y Ruth se preguntaba, Booz entre los suyos dormia bajo el cielo, en medio de gavillas. Noche azul de verano.
Segadores por grupos dormian en el suelo, y todo esto pasaba ya en tiempo muy lejano.
Por jefe un juez las tribus de Israel tenian; la tierra, en donde el hombre bajo tiendas vagaba y huellas de gigantes impresas se veian.
aún humedecida por el diluvio estaba.
Inmovil, la mirada perdida en el callado abismo de los cielos, lleno de vivas huellas, qué segador al irse, habría abandonado aquella hoz de oro sobre el campo de estrellas.
Ismael Enrique Arciniegas Bogota. 1928