REPERTORIO AMERICANO 235 Iinerario democrático Cadiz y su bahía cargado estas serva mayor dignidad y severidad reflejada en sus costumbres tanto como en su arquitectura. Es el encanto de la vida colonial el que apreciamos, más aun que en la ciudad, en su pléyade de villas costeras; sortilegio hecho de innumerables motivos; y el primero de todos, la proximidad inmediata e imborrable de América. Cádiz es el último es.
tribo europeo del puente ideal que tendimos la otra orilla atlántica, y por Cadiz ha en trado, de vuelta a España, lo mejor del despertar de la sensualidad española en las Indias Occidentales.
que mas Pero público. Pero no dehesa pobreza la gracia LUGARES buenos para vivir no pueden ser al gusto de hombres de nuestro tiempo si carecen de variedad. Avanzaré lo esencial de mi idea de los parajes habitables diciendo que nadie acudirá sin obligación a cualquiera de esas grandes ciudades unitarias, con un desierto en torno. Podrán ser visitadas, pero no demoraremos en ellas, ni las elegiremos por centro de nuestra existencia. Nosotros tenemos en Madrid el ejemplo de unas de creaciones artificiales. Nos oprimia, mientras se mantuvo encerrado dentro de sus rondas.
Nos inquietaba como un monstruo dormido a orillas de un río seco. Así lo vieron catalanes y vascos, gallegos y levantinos, durante mucho tiempo; y justo es decir que en aquella vida estática y confinada, tenían razón. Pero en pocos años Madrid ha cambiado esencialmente. Madrid, hoy, es sierra y campo. El automóvil ha hecho el milagro, de la comunión con Guadarrama, que no podia lograr el ferrocarril. Al abr viar distancias. Madrid ha conquistado la variedad que no tenía.
Caemos en la cuenta de que esa maravillosa e incomprensible conservación de los encinares de El Pardo, bajo el Real Patrimonio, con su caza mayor de ciervos y jabalies en 17. 000 hectáreas pegadas a las últimas casas de la Villa y Corte, es hecho tan extraño que basta para caracterizar a una gran ciudad. Lo discutiremos desde puntos de vistas políticos y sociales. Pensaremos de que manera transformar dehesa y monte en parque nos da el soplo bravo de naturaleza carpetana, único laboratorio capaz de compensarnos la brisa marina que nos falta.
eso, es único. Sa variedad está tejida de diversos mimbres, así como su población está compuesta de gent las regiones. Pero ninguna otra tierra adentro reproduce el caso y y tampoco lo hallamos lamos en muchas ciudades costeras. Es preciso encontrar zonas de historia giada, de geografia propicia: la bahia gaditana, las rías gallegas, la costa fronteriza de Necesitan no sólo una disposición especial, de suelo y cielo, sino también una sociabilidad singular de cultura nativa y de medios materiales, que empiezan en el buen trato y llegan a la buena cocina. Zonas con fuerte personalidad, con gran riqueza de vida local, diferenciada, no sólo ella entera del resto del país, sino cada una de sus articulaciones respecto de las otras.
Cádiz, en sí misma, sería poco. Pero Cádiz llega hasta Rota, por San Fernando, La Carreca. Puerto Real, Puerto de Santa María.
Cádiz es la Isla de León, y Chic Chiclana de la Frontera. Cádiz, con las Salinas y las las Maris mas; el campo de Medina Sidonia; las lagunas, hasta la la punta de Tarifa; Cádiz en incursión a los predios jerezanos; todo ello en espacio tan breve que basta un dia de sol a sol para ir y volver a casa. Cualquiera de esos puntos es buen lugar para y me jor, Cádiz, que los preside. Es proverbial su limpieza, de «tacita de pero rompamos con todo lo proverbial y prescindamos de las frases hechas para ver las cosas con nuestros propios ojos. También conviene romper con el acento majetón y señoril de la dalucía, que, según mi experiencia, encaja mal en Cádiz, y vale más destacar los valores positivos; por ejemplo: la afabilidad del trato social, el despejo de las clases populares, la comodidad de su género de vida urbana y la huella perenne de una cultura difusa que eulminó en el siglo xvil y que está de todas ciudad de rica y de América sobre Extremadura. No Trujillo, ni Medellin, nidos de águilas, piedras solariegas, negras, ruinosas inmodificables, sino el agro que cultiva el pueblo y donde el pueblo vive llanamente, sin privilegios. Por Olivenza viene también otro influjo florido jovial: el manuelino portugués, harto de especias indicas; pero la Extremadura española conserva de lineas hasta en el barroco. No vacilo en decir que el tipo urbano de Extremadura baja con la sensualidad adquirida y educada en América, tal como se conserva hoy en pueblos cuyo auge data del siglo XVIII, es de los más bellos del mundo.
Tienen, sin embargo, tachas. Alguna vez la grave tacha de estar muertos o catalépticos.
De esos pueblos los hay que se dejan ehvolver por una nube de moscas. Otros que se animan lentamente. Los mejores se defienden con un recurso mágico: la cal. No han sabido conservar la esencia de esa transformación sensual aprendida en las Indias, como si por dentro hubieran vuelto a su antigua rudeza.
Mientras que el núcleo gaditano, cara al mar y al continente feliz, ha conservado por más tiempo las relaciones y ha permanecido tiel a la tradición del xvi. San Fernando tiene, además, lo mejor de esa tradición dieciochesca: Observatorio, que por algo está situado en la punta meridional de España.
aunque los ministros de Carlos III no hubieran querido llevar a la costa gaditana ese testimonio de preocupación por la cul tura, tan de su época, San Fernando valdria por sí mismo, como un modelo, maravillosamente vivo, de existencia hispano colonial.
la blandura, la comodidad ultramarinas.
rinas. Está, de arriba a abajo, casas, patios y estancias, barnizado y baldeado como un buque de guerra. Lo que en sus hermanas es enjalbe aqui es pintura o esmalte. Lo que en Chiclana es es natural, limpieza y blancura bravia, con aire entre campesino y marinero, aqui es refinamiento estudiado. Es ya el marino, no el marinero. Maderas ricas de Cube del archipiélago; ac acaso del Arsen. 1, despojo de continuos desguaces, porque San Fernando, como Robinson, aprovecha sus barcos. Hasta su pavimento es ultramarino, porque está hecho de la la piedra que traían los buques cuando regresaban en lastre. esas ventanas enrejadas, habitables, de boudoir o de gineceo. son trasplante de Lima o. de Car ¿O las llevaron allá emigrantes de. o de Rota del Puerto de Santa María? De estas rejas habló mal mal, como del barroco, el benemérito Pons. Hombre de tierra adentro, que miraba hacia el Mediterráneo y buscaba el arte en la tradición clásica. Yo las he visto llenas de misterio oriental, más que árabe bizantino, esquemáticas en pueblos pobres como Bornos, suntuosas y cómodas como un camarote en San Fernando.
Avanzan sobre la calle y en ellas la mujer sin ser observada cuando no quiere. con un juego de persianas, stores, y cortinajes, complicados como el manejo del velamen de una fragata. Todo se pudiera haber hecho con más arte y menos extravagancia. dirá buen Antonio como lo son muchas rejas a manera de jaulas en los cuartos bajos, tan resaltadas que forman en la calle unos cuartos foráneos (llamémoslos asi. o más salas de conversación. asimismo, en el coronamiento de las casas han puesto generalmente bolas o bolillas de vidriado, a imitación de acro10 entre lucha y No será inoportuno dejar apuntadas aqui algunas observaciones recogidas en diversos viajes por Andalucía y Extremadura son las dos regiones más color dieron a las colonias ultramarinas y las que están hoy más infiuidas de ambiente colonial 1500: fecha ruda en Castilla, costumbres severas; en los campos y en las sierras, sobriedad y el fausto y la magnificencia para catedrales, basilicas, santuarios. La Corte empeñada en la administración. La milicia viviendo al dia, sobre el pais, casi siempre extranjero. El pueblo, esquilmado, en perpetua dominación, deseando pelear para sí y no para un señor. Al arraigar en América, la manera de vida, lucha, cambió hasta para los más ásperos adalides. Extremeños y andaluces van encontrándose a gusto el suelo indiano. Castilla empieza a pensar en sí misma a sentir en las ven las venas, tensas, un ardoroso, nuevo, soplo sensual. Pero los influjos tropicales tardan mucho en llegar, de vuelta España, convertidos en costumbres. Es el siglo XVIII quien los autoriza. si fuéramos sisu trayectoria veríamos cómo vuelven transformados el cortijo andaluz y la casa extremeña; cómo penetran por Cádiz, suben por la Palma del condado la sierra de Aracena, hasta el corazón de la Extremadura meridional: Zabra, Jerez de los Caballeros, Fregenal y por el Guadalquivir y la sierra de Cazalla a Llerena. All he visto maravillosos pueblos, olvidados, arrinconados; Hornachos, Ribera del Fresno, hasta Mérida, que fué romana, pero hoy conserva huellas coloniales. de Llerena a la Extremadura alta, cacereña, el suelo está sembrado de influencias reciprocas, de Extremadura a AméGuipúzcoa ya guiendo los atalaya sin plata, velos STUTZ.
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