KropotkinLenin

REPERTORIO AMERICANO 183 con sus dos hembra.
Ternera guacha Del libro Coraje. Buenos Aires, República Argentina HABASE criado en la estancia como una «ter caricia a la linda muchacha que sonriendo, con nera guacha. Los caseros gente sin chi cariño, seguia todos sus movimientos.
cos. la ahijaron cuando apenas tenia unos pocos II meses. La niña fue con los años toda una real Estaba el tiempo nublado. La guacha, la Los peones más viejos de San Lorenzo mimada de Isabel, se hallaba atada en el patio, recordaban haber contribuido en algo a stredu al cación enseñándole a caminar cunos pasitos, reparo.
tomándola del vestido cuando pequena; o ya Carlos se preparó a poner en ejecución un más grandecita, a montar a caballo y enlazar.
plan que largamente habia meditado.
Cuando la muchacha no estaba presente coSe aproximó a la ternera y con un cuchillo mentaban con mal disimulada alegría: corto la soga con que se la sujetaba. Mire que ya ta grande «La Ternera! En este preciso momento se oyó un trueno ¡La Ternera! Ni tan grande ni tan inocenformidable. Empezó a llover fuertemente.
Isabel salió al te, amigo!
al patio a ver si algo habiale. Ya le tengo dicho, Gaitán, que quiero que a la ternera. Carlos, cautelosamente, me tutée solia decirle Isabel al peon más la siguió. la luz de un rayo la muchacha viejo de San Lorenzo. Siempre me acuerdo vió huir a la guachita, a campo traviesa, bajo la lluvia torrencial que fué uste mama taba haciendo unos pasteles el que me enseñó a dar en el mundo Entonces corrió ella tambien. La lluvia le los primeros pasos calaba los huesos, el frio la hacia tiritar. El El paisano la miraba conmovido. Pero conagua le chorreaba por el cuello.
siderando que no era de hombre el «ablan El peón corrió tras ella. Pudo alcanzarla, darse ante un recuerdo pueril. hay que ser de lejos ya de la estancia.
fierro, solia decirle a sus amigos se limitaba. La ternerita Ya lo sé.
a sonreír y a comentar risueñamente: No ¡Vean que hija me bia e salir a mis años!
allá va. Corramos He de ten de tenerla presente, niña, pa cuando tenga Comprendió entonces el gaucho que la muun cachorro chacha no iba a desistir de su propósito. QueLa madre de Isabel veia que Carlos la ron ria a la ternerita como a una hija; ya se sabe daba con no sabia cuáles intenciones. Egoista a qué locos extremos suele llevar el amor made su cariño, procuraba alejarlo de ella: ternal. Del sitio donde se encontraba hasta No se me le atraque tanto a mi ferne las casas habia unos quinientos metros. De ra. Es muy chiquilina entravia pa pensar en éste a un rancho abandonado lugar donde poamoríos.
dian guarecerse apenas unos doscientos. Véanla la ternerita Pero la muchacha no podia hacer ya ni diez Intentaba sonreir pero su sonrisa le resultaba una mueca.
No se sentia feliz sino a su lado. En presencia de Isabel bajaba los ojos ruborizado, INDICE pero apenas se alejaba la seguía con la vista.
Sus ojos la «visteaban inquisidores. Iban a Legenda aut adquirenda besarle en la boca, querian penetrar el misterio de la bata inexpugnable. Eran como la pulga que: metros más. Empapada, con las ropas desgarradas, chaparreando en el barro blando y blancuzco, hundiéndose a cada rato, sus fuerzas la abandonaban.
El gaucho no dijo nada. Pero delicadamente, aunque con imperio, la alzó en vilo y dos brazos nervudos la sostuvo: Suéltame insolente. No le da vergüenza.
Aprovecharse e una pobre mujer. Que no tiene quien la difienda La fierecilla se debatia en los brazos robustos del peón y lo peor era que como tenia las manos libres podia arañarle.
Lo que hizo fue voltearle el sombrero y viéndole sin él, tirarle de las «mechas con todas sus ganas.
Carlos resistió el dolor heroicamente. Ni una palabra dijo. Nada. Ni jay. Hay que ser de fierro, hijo.
El dulce peso que llevaba en los brazos era lo único que lo preocupaba.
Cuando Isabel se cansó de gritarle. chino sucio, mugriento, metido, cobardón, maula, sotreta, comprendió que era inútil insistir.
Asi alzada la llevó el aquel largo trecho, chapaleando en el barro, con riesgo de caer a cada instante.
Cuando llegaron al rancho la lluvia caia con más fuerza.
Entonces, cuando él le dijo que se proponia ir a buscar a la «guacha antes de que se hiciera más tarde, ella tuvo su primera palabra de cariño No vaya aura. Se va mojar mucho mi pasado a la dijo ella.
lo sé. Giélvase por y se estre nizpireta y saltarina haciendo sabes cosquillas pa persiguiendo a las chinas sils morenas pantorrillas.
El Tapes, un muchachito que trabajaba en la estancia, lo sorprendió una tarde en una de esas y souriendo le dijo desfachatadamente. Te gusta la Isabel, no. Me gusta caray! Pero ibali. hay tantas jembras!
En sus soliloquios deciase otra cosa: Me gusta me gusta ¿pa qué negarlo? Toy enamorat como un zonzo. Pucha.
isi no jiera por la madre!
En la estancia Isabel criaba a la ternera guacha com biberón. El hijo del patrón mal tirador había muerto a vaca madre de un tiro. Inútilmente la hija de los caseros de San Lorenzo buscó una nodriza para la «guacha entre las vacas con cria. La olan, mugian amenazadoramente y se negaban a aceptarla.
el pretexto de la ternera, a Carlos le fue desde entonces más fácil hablar con Isabel. Desde el momento en que ella se puso a la tarea, el, como más experto en esos menes.
teres, se ofreció a ayudarla. veces, al acariciar a la «guacha, las manos del gauchito parecian querer hacerle una Te Fueron minutos de angustia los que la joven pasó en su refugio. Pensando en Carlos contra su voluntad en que podia lastimarse, caer en un charco, contraer una pulmonía.
Trascurrió así más de media hora. La tarde iba oscureciendo y en las sombras la muchacha se revolvia pesarosa, diciéndose que no debió haber permitido que el peoll saliese.
De pronto sintió abrir la puerta meció. Su rostro se alegró en seguida. Era Carlos el que llegaba. Estaba empapado, despeinado, lleno de barro. Traia la blusa desgarrada, pues se habia enganchado en un hilo de alambre de púa. Mas, sonreía, porque venia con él la ternerita.
Isabel corrió hacia ella y la acarició con ademanes de alegría: querias dir, no. Mala, malita, mal agradecida. Tanto que hice por vos! Tanto como te cuidé y te quise Al levantar la vista reparó en Carlos y en su lamentable estado. Le tuvo lástima. Dejó que se acercara a la ternera. Las manos del enamorado acariciaron la piel manclada de la «guacha. lenta, amorosamente.
Sin decir palabra Isabel, conmovida, lo con templaba.
Volvió la mano ruda del paisanito a acariciar la piel mojada de la «guachita Entonces Isabel tuvo envidia. Una lágrima humedeció su rostro cetrino.
N, Ounco: El diario de Costa Riable. 50 Keyserling: Diario de viaje de un solo tomos.
18. 00 Paul Biroakov: Tolstoi. 10 Rubén Dario. Sus mejores poemas. Selección de Extcarlo Barrios y Mexa Fuentes edición, Santiago de Chile Armando Cipolla, Norteamérica y los Nar teamericanos 00 Julio Fingerit. La verdadera historia del gato con botas 00 Andreieft. Noche de insomnio. 00 Blakely. Cuentos occidentales para winox grandes. 00 Antonio Barrenechen. Ercelencia y miseria de la inteligencia. 00 Kantor. Lenin (Drama. 00 Rodolfo Rocker. Artistas y vebeldes 00 Pedro Kropotkin. Klica (Origen y evolnción de la moral. 00 Ana Rubiós. Aplicacion del método de croley a la eura primaria.
Waldo Frank Redescubrimiento de Ame rica. 50 Pedro Prado. Alsino. Novela edición. 4400 Marañón. Los estados interseralex ea la especie humana. 11 30 Pedro Kropotkin: Los ideales y la reali dad en la Literatura una Lorenzo Lauriaga: Lds escuelas we 30 Luis Araquistair: Ist agonia antillana. 10 Martin Luis Guzman: El Aguila y la Serpiente Solicitelas ul Adr. de Rep. Am Con el La puerta se cerró de golpe. En las tinieblas la boca de Isabel buscó la de Carlos. Los dos cuerpos unidos formaron, un momento, una araña monstruosa de ocho patas.
Alejandro Magrassi