346 REPERTORIO AMERICANO Poemas de Leopoldo Lugones El pozo parece que a la vez mórbido y macizo, tornea el ascendente barro de la tinja De la obra Poema Solarico BABEL. Buenos Aires, 1928 Ante el cubo escurridizo, La muerte del manantial para engaur In sed, los gansos en mangas de camisa y se volvin con lenta docilind, le bufan con ntolondrada prisa Cuando el ojo de agua que al pueblo daba derribando, al pasar, la obscuridad su sibilante romadizo.
nombre, como un pedazo de pared. la calandria que se improvisa se ugoto para siempre, el vecindario fugnz columpio con la misma piola, Cuando llegó la fiesta de la Patrona, le hizo el debido comentario retardnda al roce del brocal que in frisa, por la vertiente niega su novena rezamos.
como si se tratar de Inmuerte de un hombre, teclen con la coli, Pues, con explicable pertinacin.
y hasta lo echaron palmas el Domingo de muriéndose de risit.
Ramos, aun cuando era seguro que iba a suceder, como donde se ahoga una persona.
Desde el cabezal que es su andamio según ocurre en toda desgracia, nadie lo habia querido creer.
Pero no conseguimos in ansiada intercesión ile diligente albañil, aunque dijeron que, a la semana, le echa el hornero su gentil Poco a poco dejó de correr broto alla mismo, con piedad cristinna, epitalamio.
y fué reduciéndose a un pobre escudilla, una enredndera de Flor de la Pasión. del mismo lodazal donde por la tarde, entre la gramillo, que encharca el pie del brocale Un din dejó de cantar la rata perdin In estrella un altiler.
nizando el bravio zumbo y se abatió reseco el totornl.
tienden al sol Ins abejas, Enturbiado por in merma, así fue in historia aldeann tomó aquella ceguera de la mula en bisectrices parejas de la muerte del manantial.
que en petrificación de palo azula Ins rotas cuerdas del rumbo.
el desaliento de In bestia enferma la vez presos y atrasadas, Un trngo lo secaba durante largas horas.
en su capricho coqueto, Hasta que, al fin, llenó el último jarro, Como un telaraña abandonada aunque es lunes, pasan de tieto y se sumió en su tumba de barro, al soplo misterioso de lo eterno, las mariposas desaplicadas; como chupado por las totoras.
la noche va borrándose, soslayada estimpando y desplegando Entonces hablo la gente en la oblicua pisada al vagabundo blando de In leve fantasin, de echar nutrias en el matorral del perro cabixbajo, que paso alterno, para que reanimiran In vertientes se alejn con ella por la canda.
en la ventana porque si cava Ua. un manantial, de la mañan Con noble pesadumbre Jo sean difinitivamente.
susilada calcomanin.
el lucero se npagh en pepita de oro Mas por último nada se llegó Trixn la calandrin en brindis canoro La tierra que empapada do surorn resplandece, y el agun nunca ya remaneció.
el tenue cristal de la vislumbre.
um sonrojo de carne morena disoma Pero habianla tantas veces trocado en lodo desde Ins cicutas mas acerbas, en el dorndo trebolar parece las secas y los pisoteos hasta la piadosa malva, que es sol en tor lo que perfuma.
de mandas y rodeos.
se santifica en In pax stel alba Dilata el viento languidos suspiros.
que aún no se perdia la esperanza del todo.
la trémula adoración de las hierbas, Sobre Ins hierbas palpitantes, Cada verano recibin Sobre el roto Ingo de la bruma temprana, tiembla la luz con todos sus diamantes la visita de un solitaria ciglien desprende sa lobrego témpano nul el cerro.
y la sombra con todos sus tiros.
el pueblo entero conocía; Levántase la fuerza del campo en el toro. en el frescor de choclo tierno de la mañana, y como desde el penúltimo no venia, Sobre una hebra de rompe a cantar la roldana pajn humilde y ruda, más de no viejo lo dio por main seña. como un valiente violin de hierro.
se gloria la belleza desnuda Cuando se en una sola gota de oro que un gringo cazador que le hizo fuego, El broenl. con musgos humelad de macet, Templan los enllos sus clarinet nhuyentola, quiza herida de muerte, din pedestal a busto de una machacha de gallinero a gallinero.
fácil fue hallar en eso usa a la mala suerte.
que empeñosa y forthchu, in un tiempo hernidos y paindlines. sólo quedó en la hoya del manantial perdido, llena, balde tras balde, la pileta, increpanse alto y claro como héroes de Homero.
una pilida lliga de salitre embebido.
donde el enfatico jadeo del ganso que abanica su alborozo, Todos nudimos a ver aquello El hombre orquesta y el turco es de rigor el matinal seo y callados mirábamos la humedad negra y con agua recién tirada del pozo.
Apareció en la plaza de la villa inn siesta, que parecia la manchi anch aquella adolescencia clara, magnifico y protesco.
de un reciente degüello.
parece que empinándose en la tension, lanza chispenute en sintesis piramidal orquesta Habianle echado encima al sol saliente el cántico del esfuerzo y del gozo bajo Ins ont marinete del sombrero chines. co.
por precaución, una espinostrum Tocaba in vinja bajo la cual pudriase en ampollas de Inma Un ndoman de antigon nobleznalan los cielos sus brazos yne, prijándose, en el afin gemelos, con una realidad que daba grima.
con escapes en tullete, mas también relumbrante de Inves argentinas En In traslúcida limpidex redondean con ternura graciosa los codos de membrillo rosa de la noche que iba entrando, que libertaban alegres marianinus.
Al mover, ya se sabe de que ingenioso modo, Honreidos de hoyuelos anticipaba de cando en cuando con el pie los platillos y el bombo con el codo.
una luciérnaga la lobregner (El membrillo pinton relampaguenba el bronce su chafailo estridor, El barro parecia mis blando, que asoma por el seto de la quinta coreann, y la enja rielaba con trémuto fulger como si fuese carne viva: arropado en su vello como un pichon. entre abolindas cáscaras de Inta y de harnis, y in altima rann seguia tecleando En la boca entreabierta nenda tiron yo nunca he tenido sorpresa más felix su imitación de rota alternativa, dijerase que grana Perfumaba con fuerza el hinojo.
aquel choclo tierno que did parangon Todos los chicos le formanos corro u Itu frescura de la la mañana Inmensamente acostadas, en deleite casi bento; dormíanse Ins tierras de rastrojo Pinte en seno y tanto reliumbraba su centellonnte porro en seno y mejillas la manzana de in ocasion que sólo al cabo de un rato, conmovinn las sombras ya cerradas, en la cintura cencein.
padimos distinguir su barla bermeja, un Indrido lejano y un bello fogón rojo y en la mecha que le desgrein sus ojos verdes y un rulo que parecia Indrar a llamaradas.
el vientecillo retozón, que le cuia il disimulo cimbra su grncin trigueña sobre la rebanada oreja.
Acercábase todavin, con obstinndo yerro, la esbeltoz de un espiga en snzon. su Indo, un hombre moreno, alguna vica, tarlin, En su perfil que excava in orbita en juta, le manos tatuadas y rostro ngareno, que hostigada por nuestro perro.
muerde el sol un boendo de fruta.
descolgaba del hombro tarascaba algún berro Yol vigor que en sus firmnes caderas trabaja. unn Vitrina no menos digna de asombro, que el se supo, luego, con súbito arrojo