REPERTORIO AMERICANO 79 (Viene de la pagina 79)
De El Espectador. Bogota brazos.
pulpos.
aquel mo José Eustasio Rivera.
portune. No es prudente internarse mucho en aquella maraña de enhiestos troncos, bajo la alta cúpula inaccesible probidad espiritual que les ha dejado poéticos de un suelo que algunos creen de las hojas enlazadas. Hacia dónde quien no tuvo que renunciar a sus pro estéril para la obra elevada y densa. avanzan nuestros pies? Ni el oriente se ducciones literarias para ser buen ciu Pueda su genio y pueda su ejemplo, percibe, ni otro derrotero visual. El hádadano. Rivera fue el abanderado del lanzar por las mismas sendas a las in lito de cada sér se va desvaneciendo en arte propio. del sentido de naciona teligencias que luchan por no tener ideas un rumor conjunto, acres perfumes en lidad, y supo desentrañar los tesoros que estén todavia sin uso.
un aroma de humedad hacen enervante el ambiente, los troncos se se alargan hacia Armando Solano inverosimiles alturas vago vértigo de desorientación invade los sentidos, se suma en la conciencia a la la soledad senParafrasis de José Eustasio Rivera sible, a la soledad hecha ente, amenaza, feral enigma. Entonces los árboles parecen vivos, se retuercen burlonamente, lo que en busca de caza útil a su manutención. se agrupan para oponerse a nuestra marcurva fatigada de planicie. El gran En cada sér ocultábase algún fragmento de cha, rio estira, silencioso, su caudal bajo un parecen girar, danzar una danza la divinidad absconta. Leve murmullo diabólica; son sierpes.
diopalio de palmeras. Del angosto boscaje de la vida en espontáneo concierto de ses infernales el mundo humano se nos ribereño y del contin del horizonte rezu actividades: rumor vago de alados in va extinguiendo en la conciencia, somos ma la sombra, mientras que de la in sectos, trino de aves que en lo más alto de la selva, nos absurbe. paraliza, sondable altura baja el silencio en titi de las ceibas semejan frutos maduros de desintegra nuestra personalidad, sentilaciones estelares.
abigarrado color, bandadas fugitivas de mos que va a devorarnos; y los ojos Ochocientos toros de enastado testuz pericos parleros, tenues mariposas blanlan desorbitados, estrangulada por la sensadormitan, apenas si rizando a veces los eas. Los simios de arisca gesticulación ción de la muerte y roja de fiebre la musculosos ijares al leve pinchazo de huyen chillande, mientras que, veloz, garganta, flojas de cansancio y temblando los mosquitos traidores, o mugiendo a gruñe en su carrera el borugo taimado ya las piernas se niegan a conducirnos.
la sordina en algún ensueño de libertad la torpe danta. En huella reciente toEn ese instante de pavura, los ojos pney de amor. De pronto una racha de davía la garra resortada del jaguar dejó den den ver y la conciencia definir al depavura dilata sus ojos; con toda su fuerza, en la noche mensajes de audacia, en tanto monio Mohan del bosque, al deva de la resortada de espanto, se levantan a la que aqui y alla cruza los senderos del silvana inmensidad. Así lo vio el poeta voz ineluctable del instinto, y bramando bosque sierpe perezosa en huir, mortal y escapado al vértigo, fugitivo de la con pávido bramido se abalanzan, locos, mente vengativa para el pie que la im urdimbre nemorosa, recostabase en la gran llanura ilimitada y somhamaca a hilvanar lentamente en la mebría. Rotos los maderos del cercado al moria, su memoria privilegiada, la obra empuje, para ellos mortal, de los priAcabamos de recibir: de arte rte en que habria de darnos la nomeros, sobre astillas y carne amazacotada, ción exacta de mundo. Muchas vuelan más que corren, mugientes y Los mejores poetas de Costa Rica veces le sorprendió la noche en esta rumia erizados, los reyes de la pampa, de elepor Eduardo de Ory del propio pensamiento, y con ella nuentina corpulencia: y a a lo lejos ya, en Libreria FERNANDO FE. Madrid vos valores de creación aparecieron la sepia de la noche, se hunde su espiritu. La noche en aquellas latisu carrera veloz, cual si se sumaran al 3 50 el ejemplar tudes es la verdadera noche del mundo, misterio de la inmensidad.
Se envía por correo, libre de gastos. sombra augusta de la eternidad. Entre El poeta los vió. Conocia el cielo mudo y la selva sin su bravura retadora del tigre fin. el alma desvalida del homvoraz, salteador de los rebaños, bre parece una leve luciérnasu reto enarcado contra poEl traje hace al caballero ga fugaz, brillo de un momento derosos rivales y el hombre, y lo caracteriza en las hoquedades del abismo.
su orientación indefectible en En la hojarasca un ruido artelas dilatadas praderas, indemla hones al trajín de las rutas. Los La Sastrería rio vió. y adivinó en su carrera o erguida la pavorida cabeza triangular ondeando y en el mugir meel cuerpo sumergido en la linlancólico de sus roncas gartrasparente?
El felino de gantas, la presencia del dios trémulox ijares que olfatea al informe del desierto, del deva De Francisco Gómez indefinible de las vastas soledaintruso, o las erinnias de la sellas hormigas pantofagas, des. ya inquieto de esa revele hace el vestido que anuncian la próxima inunLa pupila avizon lación augusta, andavo oleanlata en vano, porque el bosque dola, por el bosque centisecuen pagos semanales, mensuales tapió con sombras la entrada de lar de los mayores ríos del o al contado sus senderos laberinticos. Pero trópico, Orinoco arriba, de turaquel leve ruido manifiesta bia amarillez, limpido RioneHay un inmenso surtido de y el de ondas trasparentes, entornados ya los casimires ingleses. Opera ojos ven en panorámica fantaque recata sigiloso en lecho sia selva y ríos y más allá profundo de rios competentes para la nuevos rios de más confección de trajes. caudal y selva más dilatada Inírida, bautizado por Apolo.
aún, hasta el confín borroso el rio océano de las AmazoHaga una visita y se convencerá de nas. En el alto Atabapo, en lo innominado, hasta la absurda que no me las riberas del Yavita, vivió Calle del Tranvía los pies en años de fatimeses bajo un toldo desga50 varas al Este del Cometa ga. La visión interior percibe.
rrado por los vientos. Queria separados por centenas de kiaprisionar el rito de la selva.
San José. Teléfono 3283 lómetros, los cónicos bohios En las horas frescas aún de la de la raza indigena, y allá mañana interna base en el bogsobre la insumisa ribera de los caligine ra del bao la sierpe que a del baño paso el La Colombiana fa va, las soledad, gro, el el Casiel pequeño quiare bifontai rura, el distancia dirin frente a Luis Vanni