REPERTORIO AMERICANO 31 darle. Quép más?
comprado para su Bromeaban género y hubo de defenderse de la china, vuelta altura en que ya no era un misterio Oh, mi novia.
un basilisco, para después curtirla a lazo. para nadie la presencia de escándalo de Ella giro sorprendida y ante su bonhoPero terminó quedándose alli, cerran la Susana Amarillo.
mia hubo de sonreir.
do la lición con una gran borrachera Lamentaban perder un amigo, un buen.
repartida entre ambos, porque le tenia amigo, porque no era el caso de recor. Usté sabe, eh? interrogo el hombre.
cariño a la desgraciada que él, secretamente, había echo instalar en su sec Segundo, aquí tiene una casa donde Es corruto que semo novios, pues!
ción.
se le aprecia. ella se le ocurrió, al fin era mujer, coquetear inocentemente y se dió vuelta con las manos en las caderas.
Suspendió las visitas a la escuela. El no las olvidaba. qué. soy tan horrible yo. No Aquella gente timida respiraba mejor. Tenia reparos en dejarse ver llegando puedo gustar a nadie?
Con todo, lo echaban de menos y, a lo de su amante. naides?
sin revelárselo, se leyeron en los ojos Se avergonzaba de las trancas y no Realmente, sin buscarlo, se ponia prolas interrogaciones: se le borraba de la mente la escena vocativa: vendra les había vuelto cosa familiar el de aquella noche de la soba. Trataba Que poco caballero!
hombrón llenándoles la casa de disculparse con una alzada de hom El la miraba, la giraba, como apre bros: ciándola.
Sin darse cuenta se habia infiltrado entre sus costumbres. Tenían un mate, Qué caray, al fin uno es hombre. Hizo amago de hablar. Posiblemente Luego: no se le habria ocurrido nada o habría para su amargo y había un Con todo, soy un bárbaro!
repetido como en el primer intento una sitio en el cual el sillón del segundo se temia que algún dia ellas le repro frase oida. Quizá la hubiese lisonjeado: dijera lo esperaba.
chasen. Está preciosa, Carmen.
Recordaban anécdotas, envolviéndolas. Cómo pudo dejar decir aquello. Ella lo conmino: en una atmósfera sentimental y cari. Dejar. componía entre si su defen. Ni una palabra! Estoy ofendida!
nosa.
El pobre, no tiene familia.
sa: dejar! le rompi las muelas!
Era un juego. Callese, señor descortés.
Corrieron los meses.
Se acordaban de una tarde nublada Tras estos, le anduvo insistiendo en Vea, Carmencita.
en que la señora cortaba un vestido: la el magin un pensamiento: Por primera vez pronunciaba su nomvisita de pie, en el vano de la puerta, Tengo que pegar una güeltita por bre, y lo hacía tierno, en el diminutivo.
oscurecia el aposento hasta el punto de lo de la maistra. Gente tan güena!
Ella alargó la mano fina, blanca, tersa hacerle confundir y echarle a perder el Previamente, como para limpiarse de de señorita e intentó cubrirle la boca. Ay, señor Talero, me ha hecho rracheras, habia echado del pago a su culpas y ayudado por una de sus bo. Ni una palabra más he dicho.
Los labios calientes, el bigote áspero tomar una linea por otra.
se la hicieron recoger como si se huremediar?
ole asistente y otros milicos.
ses de le había pasado una No, pero no es nada, trato la señora de suavizar el mal efecto que podia a elegirse una buena vaca lechera, y Con el primer sueldo que recibió fué mano por la cintura y la estrechaba contra sí con una brutal presión de haberle causado.
con su respectivo ternerito, y al enviárdominio, de posesión el el pobre hombre, confuso, al otro sela a la maestra le recomendo a FilisLa chica sintió el aliento quemante, dia, entre un embrollo de disculpas, sacó bino: pesado, denso de olor a vino y a tafantástica de colorinches, que hubieron mi es un obsequio que les manda baco fuerte, temblo toda como un pájaro que va a morir y se le desmayó en los de recibirle de regalo La favorecida le escribió una bonita brazos.
carta de agradecimiento que él se hizo El, con las piernas de plomo y los La niña menor pensaba en la ternura leer y releer por el escribiente de la movimientos torpes, fué, desgonzado, de la voz bronca, respondiendole, pa comisaria, y resolvió, al enterarse de hasta la puerta, y la tranco.
ternal. Pues si, hijita.
que ellas se extrañaban que hiciera tanto tiempo no las honrara con sus visitas. Las pobres! mire, no? i a dir, si. Le tengo horror a ese hombre, se La maestra sutilizaba sobre la sensa Cómo no i a dir.
confiaba con la madre.
ción de oscuro miedo que le producia. volvió a caer. y a aceptar los al qué hacemos, irnos?
Lo asemejaba a una gran fiera do muerzos.
Pero, cómo. a dónde?
mesticada, a la cual, aún temblando en si le devolviéramos la vaca.
la idea de un posible despertar de su dormida ferocidad. sentiase atraida.
Si le pidiéramos que no volviera Una siesta en que estaba por acos más. Dios mío!
Quizá el contraste de la masculinidad tarse en su catre, reforzado con guascas áspera del varón venia a equilibrar un de cuero crudo que el mismo trajera, orden donde todo era modosito y femi la señorita entró al local del colegio a El segundo, entre abochornado y arrebuscar unos cuadernos olvidados. pentido, venía más de tarde en tarde Instinto remoto de la necesidad del Tenian tanta confianza.
y se desquitaba de sus preocupaciones hombre en el hogar, de la confianza en El ya se estaba volviendo uno de la y sus afanes con grandes chupandinas una fuerza y en una defensa.
familia.
Cosas que debian acallarse porque Ese dia, quizá por esa misma fami Perdia el control.
hasta el innato pudor lo ordenaba y liaridad que lo alejaba de los cumplidos Una vez vino de visita, ebrio.
además, en realidad, lo pasaban muy y etiquetas, se había dejado ganar por Grotesca escena: bien solas su gusto al vino y, sin pasarse mayorEl hombrón reia estúpidamente por Por eso era de felicitarse que termi mente, estaba alegrón.
nara tan oportunamente la asiduidad del menor zoncera y aventuraba cuentos Miró a la muchacha y la encontro visitante, indiscreto motivo de hablillas linda.
procaces, mientras la maestra, pálida, trasparente, se mordia los labios hasta para el estrecho mundo que los rodeaba. El vestido breve dejaba ver la media hacerse sangre.
Ahora dejaba de venir.
negra; la blusa muy escotada mostraba Se quedó a almorzar.
Ellas se llamarían a sosiego.
su cuello morbido y blanco; llevaba Luego de su siesta pesada mando Era la más criteriosa solución. Se cor desnudos los brazos.
buscar a la señorita con el asistente.
taban de raíz los diceres y más a esa El, sin oculta intención, la habló, riendo: Era el colmo.
neo.
la