REPERTORIO AMERICANO 123 dio da cantaba Gómez para una super presidencia militar, y mos los cantos de Anacreonte que son la de un sub presidente manso y hembra, significa de hoy más la negación de todas las DR. HERDO CIA locura, y bebíamos profundamente la púrpura del vino que era como sangre.
libertades públicas, la prisión o el éxodo de los hombres dignos, el Había otro huésped en nuestra sala.
Enfermedades de los ojos, el estancamiento del doel joven Zoilo. Muerto. y envuelto en minio privado, la dignificación del crimen, el oídos, nariz y garganta el sudario, reposaba extendido: el peculado erigido en sistema, el triunfo de las genio y el demonio de la escena al mismo nulidades, la ruina silenciosa de los grandes espiritus, el descrédito de la nacionalidad.
Horas de oficina: tiempo. Ay! No tomaba parte en nuestro regocijo, excepto cuando su cara desfiEste vocero ha hecho conocer de América los propósitos e ideales de la juventud vene10 a 12 de la mañana gurada por la plaga, y sus ojos en los zolana. Ha reclamado la simpatía de todos y de a de la tarde cuales la Muerte no había podido exlos hombre libres, y ha recibido manifestatinguir por completo el fuego de la Peste, ciones de solidaridad que honran al pensaparecían encontrar en nuestra alegria el Contiguo al Teatro Variedades miento continental. Ha predicado sus doctrinas, interés que puede esperarse en un mueréstas encontraron siempre un calor amable to, por las cosas de aquellos que tamde germinación. De ahí el que no necesitemos bién han de morir.
cuentas de las que recibimos de nuestros pajustificar ante nadie la conducta futura, precisada en un solo camino de honor. Ya que dres, trabajaremos y lucharemos esforzada Sintiendo que los ojos del desaparecinos fue imposible obtener libertades por memente, hasta el heroismo. Continuaremos nuesdo se clavaban en mi, yo, Oimos, me esforzaba en no percibir la amargura tra propaganda en el periódico, en la tribuna de la campaña cívica, la juventud de Vede su expresión, y mirando fijamente conquistárselas gallardamente, y en todos los campos del pensamiento libre.
por ellas dará su sangre y su vida. En el momento preciso iremos también a los las profundidades del espejo de ébano.
De todos nuestros deberes tenemos una per campos de acción. con el corazón en aitucon fuerte y sonora voz los fecta conciencia, y la tenemos también de ras, ponemos a Dios por testigo de nuestra cantos del hijo de Teios. Pero poco a nuestras graves responsabilidades como vene fe, de nuestra sinceridad, de nuestra resolupoco mis cantos se apagaron, y sus ecos, rodando cada vez más débiles entre los zolanos de esta generación. Asumimos franca ción por hacer obra digna de nuestros antepapesados cortinajes de la sala, se volviemente esa responsabilidad, y la compartimos sados gloriosos y de nosotros mismos. puesto ron indistintos hasta perderse.
con todos nuestros hermanos en el idealismo, que Dios sabe que cumplimos un sagrado de sin distinción de razas ni banderas. Tras el ber de patria y de honor, tambien El habrá de he aqui que de entre los pesados propósito de rendir a nuestros hijos mejores prendernos antorchas en el camino cortinajes donde los ecos del canto desaparecian, salió una oscura e indefinible sombra, una sombra como aquella que la luna ya baja en el cielo, proyecta de la figura humana: La sombra pero no era sombra ni de Dios ni de Hombre, ni de ninguna cosa familiar. temblando por algún Parábola tiempo en las cortinas, descansó por último toda ella sobre la superficie de la puerta de To, que lees, estás todavía en el mundo nuestro cuarto no había acceso más vaga, informe e indefinida y no era de de los vivos: pero yo, que esto eseri que por una gran puerta de bronce: y Hombre ni de Dios, ya fuera de Grecia, bi, transito hace largo tiempo por los esta puerta, trabajada por el artífice o de Caldea, o de cualquier Dios egipcio: caminos de la región de las sombras. Corinos en rara manufactura, se cerraba la sombra descanso sobre el quicio Pues antes de que estas memorias sean desde dentro; negros cortinajes nos ocul de bronce, y bajo el arco de bronce de los hombres, habrán transpor la luna, las pálidas estrellas la puerta, y no se movió ni dijo palabra currido varias centurias, pasarán cosas y las calles desiertas; todo, menos la extrañas y se divulgarán muchos secrealguna, sino que quedó quieta y en Siy el recuerdo del tos. cuando se conozcan, algunos las podíamos borrar. Rodeabannos que no lencio. la puerta sobre la cual descosas de negarán, otros dudarán y unos pocos cansaba la sombra daba precisamente hallarán motivos de meditación en los las cuales no podría dar exacta cuenta; cosas materiales y espirituales: pesantez sobre los pies del joven Zoilo amortajado.
caracteres aquí grabados con un estilo de en la atmósfera, sensación de falta de Los siete allí reunidos vimos cómo la hierro.
aire y sobre todo, aquel terrible estado sombra salió de entre los cortinajes, y Había sido un año de terror, y de de ánimo que experimentan los nervios no nos atreviamos a mirarla frente a sentimientos más intensos que el terror, cuando los sentidos están vivos y desfrente, sino que, bajando los ojos, los para los cuales no hay nombre sobre la piertos, mientras duermen los poderes hundimos tenazmente en las profundiTierra. Muchos prodigios y señales se de la mente.
dades del espejo de ébano. Al fin fin yo.
habían manifestado. y por todos los ámen palabras muy suaves, pregunbitos, en Tierra y Mar, se extendian Un enorme peso inerte colgaba sobre nosotros, paralizaba nuestros miembros, té a la sombra su nombre y su morada, ampliamente las alas negras de la Peste. caía sobre los muebles, sobre las copas y ella contestó. Me llamo Sombra, y Los expertos en las estrellas habían en que tomábamos, y todas las mi morada está cerca de las catacumbas cosas podido leer en el Cielo un mal augurio, estaban deprimidas y aplanadas, todas de Ptolemais, por aquellas sombrias llay para mí. Oimos el Griego, junto con las cosas menos las siete llamas de las nuras de Helusión que bordean el impuro varios otros, eran evidentes las pertur siete lámparas de hierro que iluminaban canal de Caronia.
baciones de aquel año 794, cuando el nuestra vigilia. Prolongándose en largas entonces los siete horrorizados, nos planeta Júpiter tenía su conjunción con finas líneas levantamos temblando de nuestros asienincensanteel rojo anillo del terrible Saturno, al mente, pálidas e e inmóviles: y en el es tos, pues las inflexiones en la voz de la entrar en el signo de Aries. El peculiar pejo que su brillo formaba sobre la re Sombra no eran las de un ser cualquiera, aspecto de los cielos influenciaba, si no donda mesa de ébano, cada uno consino de una multitud de seres; y varianme equivoco. no sólo el orbe físico de la templaba su propia palidez y la mirada do en sus cadencias de una a otra silaTierra, sino también las almas, las menba. caían confusamente en nuestros oídos tes, y las meditaciones de la humanidad. inquieta en los ojos bajos de sus compañeros. Sin embargo reíamos, estábamos con los acentos familiares y bien recorRodeando algunas botellas del rojo alegres con alegría histérica y cantába dados de miles de amigos desaparecidos.
vino de Chios, en una Oscura ciudad llamada Ptolemais y dentro de los muros de una severa sala, nos sentamos, Edgar Allan Poe una noche, en número de siete.
de bronce.
Pero la la sombra era conocidas taban todo presencia y Tradujo