REPERTORIO AMERICANO 1291 dida cha estaba en mi casa tendido en la cama y muy viejas, tostadas y comidas por el sol y el como muerto.
tiempo; y los árboles como decrepitos, carcoPero, en fin, a los dos o tres años de todo DR. HERDOCIA midos, pero todavia de espeso follaje muy esto hube de hacer un viaje. y en aquel viaje menudo. De cuando en cuando un banco de me encontré muy cerca de la pequeña ciudad Enfermedades de los ojos, piedra medio hundido por los años. todo donde ella vivia. He de decir que en aquellos oídos, nariz y garganta esto enrojecido por el sol que se ponia ardiendos o tres años ella habia estado presente en te y confuso tras una ligera neblina Empemi pensamiento todos los dias, y todas las hozaban a caer las hojitas de los árboles. ni ras de cada día, de modo que lo demás que Horas de oficina: un alma en todo el paseo: Yo solo, arriba de yo pensaba no hacia sino pasar como las nubes 10 a 12 de la mañana el, caminando casi de puntillas, con una espepor delante del sol, que siempre queda, y auncie de temor sagrado.
que no siempre brille descubierto, trasparenta y de a de la tarde ΕΙ paseo iba ascendiendo siempre en cara e ilumina todas las cosas. Así su imagen, asi col. pegado a la muralla. Ahora, a esta vuelmi amor, estaba inmóvil en perpetuo meContiguo al Teatro Variedades ta pensaba yo aparecerá ella con un niño de diodia.
la mano, y quedará tan sorprendida! Yo le diPues, encontrándome tan cerca de su ciudad, re. entonces ya no tenia ningún temor quise ir alla no para ver a ella y hablarla (que ción el corazón me dió un salto: por la explame hubiera sido tan dulce el encuentro, como no me sentia con valor para tanto. sino para nada que quedaba delante vi cruzar una paresi nos encontraramos por los caminos del vivir un dia alli donde ella vivía siempre, para ja, un matrimonio, con un niño muy pequeño cielo llevar en mi pecho el aroma de los aires que vestido de blanco; los padres llevaban luto.
Iba subiendo. De pronto, en una de las vuel.
ella respiraba, y en mis ojos, la visión que era Cruzaban muy aprisa. Detuviéronse un momentas, apareció a mis pies una inmensa llanura familiar a los suyos. ¿quién sabe? tal vez to. El padre se inclinó a coger la criatura y muy verde, y a lo lejos una gran cadena de a ella misma veria. de lejos. sin que ella se la puso en brazos; y siguieron su marcha montañas veladas a trechos por grandes fajas me viera. y renovaria en mi espiritu la rea apresurada. Ella tenia un cierto aire. el ve de niebla. me encontre junto a una iglesia, lidad de su imagens nada más queria lo del sombrero quedaba un poco atrás flotanviejecita como murallas, y el ce Así pues, cuando llegué al lugar donde quise do al viento, pero pasaban tan lejos.
menterio, en lo más alto de la cuesta. Habin desviarme de mi itinerario conocido, escribi a Después me encontré metido en un coche de alli el último banco de piedra, y quede sentami madre avisándole mi llegada y anunciandole fonda que traqueteaba con gran estrépito sodo en el no sé cuanto tiempo sin pensar en mi marcha para el siguiente die, sin decirle bre el empedrado de una calle ancha toda nada: sólo sentia un gran enternecimiento, y una palabra del misterioso rodeo de veinticuatro soleada de un lado, en la que había muchos los ojos se me llenaron de lágrimas. Poso una horas, que emprendi en seguida.
almacenes, y tiendas de comidas y bebidas, y niña pobre, que se detuvo un momento a miAl pedir billete para aquel punto se me grandes depósitos de maderas: pasaban peque rarme. Se parecia mucho a ellu. Oscurecia encendió el rostro, como si con ello fuera a nos carruajes muy ligeros entre pesadas ca Me levante, y volví hacia abajo lentamente. descubrir mi ensueño: y al arrencar el tren, senti independencia inefable. Nadie me sabia rretas de bueyes muy cargadas. De pronto mi mis pies en la población iban apareciendo lurcoche corrió liso y silencioso por un ancho cecitas ¿Cuál seria la de su ventana? No la por aquel camino, y si nel me perdiera, nadie puente sobre un gran rio, pero enseguida yoliria a buscarme por allí.
preguntaria a nadie. Todas podían serlo. me vió el traqueteo ensordecedor, girando bruscaque iba bajando, oia voces de las gentes Era un misterioso paréntesis de mi vida, un mente el carruaje hacia una cuesta muy empique pasaban por las calles. Yo escuchan per maravilloso trasporte al cielo del ensueño. Y6 nada que los caballos habían de subir al galope.
si reconocia su voz. Todas me lo parecian.
ya no era alli el hijo de mis padres, ni el cono La población se apretaba: las calles eran más Volvi a la fonda negra noche. Un comedor cido de nadie, ni tenia nombre alguno; me sen estrechas, las casas más altas: la gente se triste, una comida triste con gente triste en In tia desligado de todos, y de mi mismo: me apartaba subiéndose a las aceras, y miraban. unica mesa redonda. Un juez, creo, marchansentia como inmaterial, con una extraña lige. Yo también miraba fuertemente a los tran le en ganados que, scenando, revolvia las hojas reza de espiritu. Miraba y remiraba el billete seuntes. Todos se parecian a ella!
de un catálogo; dos o tres sombras mais. Todel pasaje, y el nombre del sitio a donde iba El carruaje se detuvo en una plaza triste, dos callaban, menos un joven, un viajante de me parecia el de um lugar celeste, fuera del sombreada por grandes árboles, las casas te comercio seguramente, que cada vez que la mundo. Empece a encontrar misteriosamente nian un matiz oscuro. La fonda era también camarera pasaba con los platos, pellizeaba en deleitosas las comarcas que la via atravesaba; café con um ancho toldo avanzando de la fasus carnes al azar. Ella palabreaba y refa, veia en ellas una sobrenatural belleza, y me chada, y mesitas en la acera. Enfrente habia descarada: las sombras que comian silenciosas admiraba observar en mis desconocidos com una iglesia blanca, de un frio gotico moderno.
relan sordamente, moviendo la cabeza con inpañeros de viaje uma expresión de indiferencia. Bajo el espesor los árboles un pequeño dulgencia ¡Y quizas eran vecinos de aquella ciudad Qui monumento, un busto de hombre sobre un pi Después de la cena, sali, al azar también.
zás conocían a ella y podian verla a cada mo lar bajo, rodeado por una pequeña verja. Mas Pasé un puente encima de im rio que se ola imento, y sin embargo, vivian tan indiferentes. allá se prolongaba la plaza continuando la correr muy caudaloso, pero no se veia. Después Pero. ah! no no aunque ellos no lo supie cuesta más ancha y más empinada.
unas grandes luces eléctricas blancas, me cegaran, yo veia reflejada una cierta beatitud en El cafetero fondista, grueso, sucio, calmoso, ron a la entrada de un parque solitario, hume SIIS rostros, cubierto con mugriento casquete, y echada al do, oscuro: sólo de cuando en cuando una gran medida que nos ibamos acercando al dicho hombro una servilleta manchada, vino a abrir mancha blanca de luz electrica. Mas ndentro, so lugar, la misteriosa belleza del país iba la portezuela, y con gran displicencin me con tocando a un estanque verdoso, imóvil. un aumentando aún, a mis ojos, de modo que yo em dujo por una ancha escalera de madera oscu kiosko para orquesta. Pero aquella noche no pezaba a desfallecer; y me entró un gran temor ra y aceitosa a un cuarto grande y sombrio habia wada. Sólo al salir vi acercarse uno de no poder resistir la dicha de sentirme tan con cama de pabellón. Dos jarros tristes, sin comitiva de gente bien vestido, alegre, hom cerca de ella. Si la encontrara de pronto delan. flores, sobre la chimenea una mesita en me bres y mujeres, riendo. una risa como la te de mi al volver de una esquina. que le diria? dio cubierta con un tapetito de ganchillo. un suya Me detuve y oculto en la oscuridad en que otra cosa podria hacer sino caer sin gran sillón marchito.
dejé que pasaran. Cruzaron la gran mancha sentido?
Asi que quedé solo abri la ventana. Vi delante de luz. pero las caras no se distinguian bien.
Cuando oi silbar la maquina y entrar el tren una casa de buen aspecto, con escudo de Con Llegue a mi cuarto y, al ir a cerrar la ven en agujas, un terror me invadió. Como visión sulado en el balcón y el asta de la bandera. tana, vi en aquella casa de enfrente, una luz de fiebre, por las ventanillas del vagón empe Quien sabe. en una población asi los consu muy baja, y en la quietud de la noche oi un zuron a girar grupos de casas en pendiente les suelen ser personas significadas del lugar reloj de sobremesa tocar, finisimo, allá dentro hacia una altura, con sus ventanas encendidas mismo ¿Su padre. Su marido. Por una muchas horas, Oh! si, debia ser. me dormi por el sol poniente y coronadas de puntiogudos ventana entreabierta se veian unos cortinajes. dichoso de dormir tan cerca tejados y algunos campanarios. Abajo, en el y dentro brillaba un espejo. Pasé la mano la mañana me despertaron unas campana fondo, pasaba un rio.
por los ojos. Por qué debia ser alli. pre de son bello y grave. Empezaba a clarear. Ya en el anden mis pasos temblaban. Tan cisamente?
pensando que ella, adormecida, ia aquel mis to soñar con ella, tanto tiempo y ahora. Sali. Anduve al azar. Vi unas murallas en mo són volví a dormirme dulcemente como um estaba allil. Procure apartar ese pensamiento: una altura y un paseo de árboles que las bor nino.
pero ya al salir por el otro lado de la esta deaba. y alli me encamine. Eran murallas Me levanté tarde. El tiempo estaba cubierto