Sandino

362 REPERTORIO AMERICANO. Qué vais a hacer, chango. le dijo el tatay Kaupi, cuando lo vió salir al patio en busca de una piedra con que cargar su bien trenzada honda pastoril.
Salió corriendo, cegado por la rabia.
Don Mario Jiménez, el caballero blanco, rompió a reir con risa fisgona. Estás loco, chango.
En el suelo terrero de la habitación, del escritorio, en donde don Mario recibía a sus arrenderos, estaban los pedazos de la jarrita. Estás loco, chango. Mira lo que vas a hacer. No sea que te cueste un ojo de la cara.
Le oyó y más rabia le dió. Si. Esperate. exclamó el caballero, apenas le vio venir tranqueando largo, sonando las monteriles ojotas, con la honda cargada.
Don Mario no tenia revólver a mano. No bien quiso salir a buscarlo, Llauri revoleó la honda y soltó la piedra. derecho al ojo. Don Mario se tumbó de espaldas. Por qué había roto furioso aquella jarrita de barro colorado, de superficie lúcida y suave, jarrita chichera en cuyo cuello había labrado él, con sus propias manos, la cara de la madrecita muerta?
Eran hasta cuatro: el tatay Kaupi y tres muchachos. El padre, viejo ya, hilaba y tejia, tejía tan bien como solía tejer la compañera. Los muchachos modelaban la arcilla rojiza de una cuesta empinada; hacían pucos, ollas, braserillos, vilquejos y jarritas.
No les pertenecía la lonja de tierra en que pacían algunas ovejas de escaso vellón; la tierra era de don Mario Jiménez, el caballero blanco. Poca care tenían los animalitos. Para qué querían ellos carne, si vivían a mate, a espesao y a coca y a chicha?
Don Mario Jiménez, cansado de esperar, mandó a cobrarles la renta. Por la lonja de tierra vestida de pasto ovejero, de esporal blanquizco, de chillaguas y de tolas, cien pesos anuales. Cien pesos. No se los podían pagar. De dónde, siñor. Sólo que nos entreguemos como esclavos, sinor.
El empleado del amo les amenazó con el rebenque. Bajo del halda de su chaqueta tableada, se veía el cañón del revólver. Tenis que pagar de alguna manera. con qué, siñor. Con lo que tengáis.
El viejo Kaupi bajó los ojos, humilló la cabeza. Los tres changos, hijos suyos, estaban en el patio, amedrentados, la boca seca, la mirada humilde. las ovejas?
Andan con la peste los animalitos, siñor. Si no pagáis pronto, te vamos a echar a chicotazos.
Llegaron a la casa del amo, cargados como bestias. El tatay Kaupi traía a la espalda cortes de picote blanco, cortes de picote azul, cortes de cordellate. pisar aquella lonja de tierra en nuevamente el viento de la Puna.
y barracán. ver si el señor donde pacían las ovejas de carDetúvose el chango y se sentó rubio iba a decir ahora que no a llorar en un pedrón desnudo.
tenia ganas de pagarle la nes pobres y de escaso vellón, Griseos nublados venían tarenta. Cien pesos anuales. aquella lonja de tierra en donde pando los roquedos, las quie¡Cuánto les costaba ganar, uno, había levantado una cabaña.
bras, los cerros enteros. Llauri uno solo. Llauri. Llauri. llamó desapareció entre ellos.
Los changos alfareros traían su carguita envuelta en sendos Fausto Burgos costales listados. Era una car(Argentino)
guita de ollas, pucos, vilquejos, braserillos y jarritas chicheras, todo ello labrado de sus manos tabacosas y flacas, con arcilla Siento que hemos despertado rojiza de un cerro yermo. ver si el dueño de la lonja de La Plata, 16 de Mayo de 1928.
tierra, iba a decir ahora que no tenían ganas de pagarle el Mi querido Garcia Monge: arriendo. Al recibir sus dos últimos Repertorios carta de Entre pucos, braserillos y vilSandino, comité de Costa Rica, viaje de Pavletich, arquejos todas piezas flamantes ticulo de Gabriela. he sentido una emoción nueva, que venía una jarrita. Habíala heno quiero dejar de comunicarle en seguida: siento que cho Llauri pensando en la madre muerta. En el cuello, labró hemos despertado. Estamos apenas en el comienzo del la cara querida. Los que la viedía, pero hemos despertado. Siento que se ha disipado ron decía que «estaba hablan la modorra. Hace días venía pensando en escribir isi mi do. trabajo me dejara tiempo! sobre nuestra América española Llegaron a la casa del señor.
Atravesaron el patio y se seny su inercia espiritual y material: creo que Sanin Cano, taron en el cordón de ladrillo cuyo articulo sobre Ibsen me parece estupendo, se adede una galeria de arcos anti lanta con su anunciada Anatomia de la indiferencia.
guos. Pasaron al escritorio. ApaPero de pronto me ha vuelto la fe. Hay que trabajar, reció don Mario. Caminaba a quedo, haciendo sonar sus estrabajar, aunque nos estorben los inertes, aunque los puelas de plata.
malévolos traten de atarnos las manos. Qué hay. Me has ve Suyo siempre nido a pagar?
El tatay Kaupi descargó sus Pedro Henriquez Ureña cortes; bajaron los changos la carguita; desnudaron las ollas, las jarras, los vilquejos y bra Abrimos un concurso serillos. qué querís con todo esto. Estamos en condiciones de ofrecer dos premios. Vengo a pagarte, siñor, pa de 200. 50 oro am. uno, y de 100. 25 oro am. que veáis que no soy tramposo.
Tanta rabia le dió al señor el otro, a los dos mejores artículos que nos lleguen que cogió los cortes y echólos acerca de este asunto: fuera; tomó una jarrita y la hizo trizas contra el piso terrero. América para los americanos o América para ¡Cuántas palabrejas le soltó. la humanidad. Una descarga! Al tatay Kaupi sólo le falto llorar. El amo no escuchó súplicas; Dentro y fuera del país, concurran los que puedan lo sacó a empellones, exclay quieran.
mando: El artículo ha de condensarse, más o menos, en Te voy a hacer amarrar en unas mil palabras.
un horcón, alli vas a quedar Artículos no premiados que sean interesantes y hasta que me paguis el arriendo.
En el suelo estaban los pemeritorios, nos reservaremos el derecho de publicarlos.
dazos de aquella jarrita, hecha Se cierra el concurso el 15 de Setiembre próximo.
de sus manos, en cuyo cuello El jurado se nombrará oportunamente.
había modelado la cara de la Los trabajos han de remitirse con las precauciones madrecita muerta.
de estilo en estos concursos. fué entonces cuando por vez primera se le subió la sanRep. Am.
gre y siendo chango, se sintió hombre. Salió afuera, cogió una piedra, cargó su honda. Estás loco, chango. Mirá lo que vas a hacer. No sea que te cueste un ojo de la cara. EXÁMENES DE LA VISTA. ANTEOJOS LENTES DE TODAS CLASES Don Mario se llevó las manos a la cabeza y se tumbó de EXACTITUD PRONTITUD espaldas.
Especial atención en el desarrollo de recetas. Llauri. Llauri. llamó de los Señores Médicos Oculistas nuevamente la voz femenina, honda y triste. El sabía de quién GEMELOS DE TEATRO CAMPO. MICROSCOPIOS LENTES DE LECTURA era esa voz. Miró hacia abajo: peñas y peñas; peñas coloradas, Guillermo Rivera Martín peñas griseas, aforradas de bravías yaretas y desnudas peñas Optico del Colegio Nacional de Jena, Alemania cárdenas. Se levartó y echó a andar cuesta arriba, en dere Aprobado por la Facultad de Medicina de Costa Rica chura de un pico blanco, de SAN JOSE DE COSTA RICA CORREO 349 cuya nieve salían los nublados.
Nunca más podría volver a Consultorio Optico Rivera Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica