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Tomo XVII REPERTORIO AMERICANO Núm. 12 San José, Costa Rica 1928 Sábado 22 de Setiembre SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA SUMARIO Nuevo aspecto del panamericanismo.
El terror de Venezuela (2. El Sandino haitiano.
El hombre que parecía un caballo.
Pistolas, fusiles y consejas.
Elogio de González Rucavado Francisco Garcia Calderón Isidro Fabila Jolibois fils Rafael Arévalo Martinez Carlos Pereyra Alejandro Alvarado Quirós y Salas Pérez Los Romances gitanos de Federico García Lorca.
Página lírica Nueva quimera.
En la subconciencia Tablero Ricardo Baeza Federico García Lorca Picado Amanda Labarca Nuevo aspecto del panamericanismo De El Tiempo. Bogotá blica ecuatoriana acaba de fijar un aspecto del Panamericanismo, en importante mensaje. Nadie negará a la exposición del enérgico señor Ayora, decisión y claridad. los estadistas neo sajones, pragmáticos en su inspiración y matter of fact, pide normas precisas, reglas concretas. En vez del panamericanismo «declamatorio. verboso, abundante, tonante, cooperación constante y eficaz, garantías a fin de que puedan convivir las Repúblicas en pie de igualdad.
Para que el panamericanismo, escribe, pueda desempeñar activa función en la historia de la Humanidad. ha de fundamentarse sobre el apoyo sincero, reciproco y cordial que se presten, unos a otros, los pueblos de América; establecerá, como ley suprema del acuerdo general, la independencia y la soberanía de todas y cada una de las naciones: y rechazará, por consiguiente, con extrema energía el pensamiento de que puedan darse, en el seno de la Unión, gobiernos dominadores y países dominados, naciones conquistadoras y pueblos conquistados.
En otra ocasión, un canciller del Salvador, propuso que se definiera el sentido actual del monroismo. Ahora un presidente condena determinada presión, formas viciosas del americanismo, generoso en su origen, en su pristina expresión, cuando sonó Mr. Blaine, el célebre estadista, en reunir a todas las naciones del nuevo mundo, sin reconocer preeminencias o monopolios, sin tolerar injusta desigualdad. Sufre grave crisis una politica y la someten a riguroso examen los directores de pueblos.
En la Habana ha declarado Mr. Coolidge, con apostólica unción, que en el nuevo mundo, definitiva Arcadia, idilica congregación de democracias fraternales, ninguna predomina a otra; la más frágil, la más pequeña de las repúblicas goza de la misma autoridad que la más grande y poderosa. Europa puede todavía creer en la Razón de Estado, preocuparse por consideraciones de maquiavelismo, inclinarse ante la fuerza muda, preparar el equilibrio de fuerzas y de influencias. América se ha redimido; no llegan a ella principios nefarios. injustas críticas responde, con actos claros, un gran pueblo desinteresado, supremo, paramount, como a sí mismo se proclama con ufania. Qué pueden reprocharle pueblos anarquizados? Ocupaciones transitorias, expediciones punitivas. Sólo acude la nación tutelar adonde con urgencia se la llama para curar males tenaces. En otras zonas, defiende intereses fundamentales. Al hacerlo, imita a esta vieja Europa gobernada por impuras doctrinas. Cuba ha sido comparada a Malta, se ha emparejado a Panamá con Suez, rutas de imperialismo y de expansión. Porque contrarrestaba este avance ineludible, Colombia fue amenazada como Egipto. Entre las ironías de la historia está la de hallar, en Estados Unidos, celada por declaraciones de sabor puritano, la doctrina del pangermanismo militante, de Treitschke y sus discipulos, según los cuales, los Estados menores, mendicantes, no pueden oponerse al desarrollo de grandes poderes, agentes del Espíritu del Mundo, voceros de Dios. Qué representaba Bélgica ante el Reich, pletórico de energías y ambiciones? De la misma manera, Nicaragua, inclinándose, cediendo tierras para un futuro canal, se limita a cumplir su función de pueblo secundario, obedece también al Zbeitgeist y muestra más sensatez que sociedades románticas, obstinadas en mantener una ilusiva independencia.
Para ser rudamente sinceros hemos de confesar que los Estados Unidos sólo intervienen donde hallan permanente discordia, los extremos alternantes de la anarquia y de la dictadura. Aun en el Mediterráneo americano, como se ha llamado al mare nostrum de su acción venidera, en la zona de las Antillas, en América central, respetan a las democracias concertadas, al Salvador, a Costa Rica. Nuestro pecado sin redención, la injuria pertinaz al Espiritu está en esa interior batalla de clanes y caudillos, guerra civil en que a veces se abisma el sentido de patria. De la misma manera que en las repúblicas italianas de la Edad Media y del Renacimiento, los Grandes, el Popolo Grasso, los tiranos llaman en su auxilio al extranjero armado, al Podestá para que intervenga en la querella politica, sirva los intereses de una facción y contribuya al mantenimiento de una larga paz; paz estéril porque no resuelve problemas capitales y la barbarie que pareció vencida renace con fresco vigor.
Washington, apelado, envía emisarios, el Podestá ofrece orden y justicia.
Entretanto, Wall Street prepara cadenas de oro. En el Norte topamos con la firme unidad sajona; en el Sur con división permanente y menudas rivalidades. este doloroso aspecto de nuestra política se refirió en 1906, no sin cierto desdén, un profesor de la universidad de Harward, Mr. Archibald Cary Coolidge, que dirigió hasta su muerte la importante revista Foreign Affaire. Lo que demuestra, escribió entonces, que los latinoamericanos se hallan atrasados en politica y ello es también desgraciado rasgo atávico en descendientes de españoles es que persisten en conservar subdivisiones políticas que se deben a simples accidentes de su historia, a despecho de tántos intereses esenciales que los unen, de lengua y civilización comunes, de uno a otro extremo del continente. Para los norteamericanos, es infantil, se halla incapacitado para recibir los beneficios del self government, quien prefiere la discordia a la cohesión y a la unidad.
Por otra parte, no todo es ambición conquistadora en Estados Unidos y seguramente hallarían en su seno pueblos que pusieran sincero conato en maridar el orden y la libertad, el progreso y la independencia, consejos, ayuda, direcciones y también enérgicos defensores si fuera amenazada su autonomia y burlada su fe. No olvidemos la admirable intervención de una minoria que critica en el seno de la gran democracia los errores del imperialismo, que se siente aguijada por nobles preocupaciones de humanidad y civilización, que en ocasiones concede al senado, donde puras voces se levantan, la majestad de un justo patriciado. Por qué no se dirigen a ella, a sociedades y reyistas rebeldes, a diarios libres, los representantes de América española? Exageran la obediencia y la sumisión cuando precisamente el estado septentrional rudo, fuerte, altanero, ama, como los sajones de Europa, el fair play, respeta a los que defienden ásperamente derechos capitales.
No puede condenarse, sin embargo, a repúblicas que exageran la sumisión, puesto que Europa, orgullosa de su abolengo y acostumbrada al imperio, se inclina ante la potencia moza. Sufre mengua su hegemonia moral. Se americaniza sin entusiasmo, como si obedeciera a una plumbea fatalidad. El invasor, el americano, como se le denomina Este documento es propiedad Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional Costa Rica