REPERTORIO AMERICANO 291 usan hasta los mejores escritores de las republicas australes, en expresiones como lo vi recién, recién salió, tan fácilmente corregibles alargando el adverbio, para decir recientemente, o sustituyéndolo por palabras de análoga significación: lo vi hace un momento, hace un instante salió, cosa que puede lograrse en lo escrito, aunque sea tarea de ciclopes desterrario de las conversaciones.
Juana de Ibarbourou no se enojará por estos reparos insignificantes. Bien sabemos que el torrente de la inspiración puede hasta arrancar de cuajo los árboles centenarios, que irán a perderse, inadvertidos a veces, en la majestad de sus ondas. Ellá podrá advertirlo o podrá no advertirlo, pero se dará por satisfecha cuando la música verbal corresponda a la música interior y quede como grabada en el disco que otras agujas encantadas harán sonar, para impresionar otros oidos, y para que cerca o lejos haya también quienes se entreguen al deliquio amoroso o a la pagana exaltación, ante los gérmenes y las realizaciones de la vida y del mundo.
Agua, fuego, tierra, los elementos primordiales, tienen para la poetisa un lenguaje de encanto. así como dijo en La pequena llama. No será cada lumbre un cáliz que recoge el calor de las almas que pasan en su viaje. piensa muchas veces en trasmutarse en llama, cuando muera, para alumbrar con dulzura infinita las largas noches del compañero desolado. imagina que en otras existencias tuvo gajos y flores, fué un arbusto humilde, para ensayar explicar la fascinación que el campo ejerce sobre ella. quiere que, convertida en átomos, sus Cántaro Fresco. El verdadero fondo de Juana de Ibarbourou, su esencia intima, su contextura moral, se nos antoja que más que en las Lenguas de Diamanteo en Raiz Salvaje, está en Cantaro Fresco. Libro escrito con rayos de luna por manos de hada; libro de divagaciones embrujadas que llevan la mente a parajes de ilusión; libro en que alienta la ilama del amor por todo lo creado y en que temas pueriles sirven para construir fuentes de las que manan, como la leche y la miel de los rios de la Arcadia, la pureza y la ternura. Está escrito en prosa, en una prosa suave, que canta, que arrulla, que para los niños es caricia, y para los hombres insinuación. Bordados en la trama misma del alma, los motivos de los capitulos encantan los oídos y los sentimientos, son invitaciones a la bondad, a la sencillez, a esa dulzura que constituye la condición más adorable de la naturaleza femenina. La belleza es una promesa de felicidad en el concepto stendhaliano. La dulzura es la felicidad realizada. Por ella y en ella la vida se desliza, como en un viaje a través de las nubes. Es la segura y mullida piragua en donde el hombre pone su destino y sus sueños.
Juana de Ibarbourou es mujer muy dulce. quien no lo sea no pueden ocurrirsele aquellos pensamientos temblorosos, como pequeñas llamas, frente a las cunas y frente a los sepulcros. quien no lo sea no puede impresionarle un niño con el sentimiento de una segunda maternidad, con el anhelo del dolor a cambio de la ventura que traen las manos pequeñitas y los pequeños rostros de carne sonrosada. Cántaro Fresco es dulzura, es poesia de hogar, es ensueño castisimo, suelta la imaginación por el espacio para apacentar estrellas. Todas las observaciones del libro son sutiles; todas las comparaciones, delicadas; todos los temas, luminosos, Conversa allí la poetisa con las fuentes, interroga a las nubes, pide noticias del sol.
averigua la vida de los insectos, descubre que los árboles son altos porque se empinan sobre las raíces poseidos del ansia, de la curiosidad de ver. Su corazón va hacia el álamo porque lo imagina novio de la lluvia y cree que su elevada estatura obedece al pensamiento de acercarse a las nubes, henchidas de agua fresca. Considera que la felicidad es sedentaria, que ama los Sillones blandos, las vigilias intimas, y hace en relación con ella el elogio efusivo de la lámpara. Hace hablar al viento, a las aves, a los bueyes, a los árboles, en un amanecer de aquellos que recuerdan los versos de Rasch Isla. era tal el encanto que en las cosas había, que daban como anhelos de besar el ambiente.
Profesión de fe Penosa, para la libre conciencia latina, ha sido esa Conferencia de la Habana donde ninguna voz se alzó en defensa de Nicaragua y donde un silencio, cómplice del yankee, se hizo en torno del caso inaudito de ese país poblado por mártires, hombres de nuestra rasa. Como yo hubiera deseado que fuesen los delegados de mi Uruguay los que dieran la nota quijotesca y generosa! Pero en el Palacio empavesado con las banderas de todas las naciones americanas de origen hispano indio, en la ciudad españolisima, la fiesta y el honor fueron para el sajón todopoderoso. el cóndor que simboliza al continente de los Incas, se ha inclinado ante el halcón amaestrado para la caza. Tan bien amaestrado, que toda la gran Antilla, y el itsmo de Panamá, y el petróleo mexicano y el azucar de Cuba y las caucheras del Brasil y las minas del Pacífico y las empresas del Plata están siendo presa sustanciosa del ave de rapiña que joh ironia! gasta una caperuza sembrada de estrellas. Bendita sea ahora esta fuerza de la juventud desinteresada de la Amé.
rica Latina, que se levanta como una acerada muralla de pechos nuevos, para que el imperialismo yankee no de un solo paso más adelante y para que la libertad americana sea un derecho granitico, no un ideal desmenusable.
En la juventud del Continente hay en la actualidad un solo punto de mira: el de la independencia efectiva.
Se lucha contra el imperialismo de los Estados Unidos, se combaten las dictaduras, se da batida al caudillismo, se rechazan los meridianos, porque América es el continente de la libertad y todo lo que sea un atentado contra esa libertad, que es una aspiración de entraña, constituye un delito, un odioso delito.
Yo vengo ahora espontáneamente a ponerme bajo las banderas de ese grupo juvenil que lucha y sufre por la autonomia real e ideológica de América. Nunca he sido combativa, siempre el en sueño me ha tenido presa en su red. En realidad, no sé, compañero Seoane, de qué puede servirles una mujer que no tiene el espiritu ni la voz hechos para el combate. Pero el impulso de estar junto a ustedes es incontenible; un recio convencimiento de corazón y de conciencia me empuja al lado de ustedes. Háganme un lugar en las filas. Ya veremos luego en que forma he de ser util y de qué modo me ganaré el lugar que pido a los trabajadores manuales e intelectuales de América.
Juana de Ibarbourou (Renovación. Buenos Aires. cenizas sean esos bailarines huracanes de polvo que el viento lleva a todos los lugares. Todos sus pensamientos son graciosos, cuando no son hondos. Salen impregnados de alma, es decir, de perfume, de ese olor a salud, a limpieza, a alegria, que mágicamente despide Juana de Ibarbourou.
Cuánta delicadeza, cuánta poesia, en la breve página en que cuenta como ella y su hijo contemplan la luna en el fondo del pozo, cuando provisto de un cubo se acerca el jardinero que está regando las plantas!
Ellos están viendo embelesados la moneda de luz cuando el hombre, que se inclina sobre el brocal, arroja el cubo al agua. ella termina. El balde sube ya, rebosando, brillante, fresquisimo, con una multitud de ondulaciones doradas entre el agua oscura, estriada de blanco. En el pozo la luna ha desaparecido y sólo queda de ella una multitud de hilos de luz. El jardinero ha deshilachado la luna. tranquilo, como un tosco dios inconsciente, se va por el caminito musgoso con su balde lleno de luna y de agua, mientras en el fondo del pozo, de una negrura temblorosa, vuelve a cuajar lentamente la moneda blanca. En su discurso de recepción en la Academia Francesa contó Edmond Rostand que su predecesor, Henri de Bornier, habia hecho fabricar en su jardin un estanque para pescar la luna. Linda idea, pero idea de mujer! De mujer, sobre todo, que tenga al lado un niño. Juana de Ibarbourou, que se mira en el suyo, era la llamada a escribir ese poema en prosa que tan lindamente habla de la suavidad de su espiritu.
Belleza moral. Madre, madre sobre todo, ternura, devoción, esplendidez mental, benevolencia, es esta divina mujer que enamora a distancia y preside recatadamente un hogar venturoso. Dias de desvelo, de respiración contenida, de cuidados de enfermera, de lágrimas, le ha costado un largo dolor de su marido. Mientras tanto el niño, que es ya un pequeño hombre de doce años, ha ido creciendo. Para él son los poemas y por él, para las otras madres que aún tienen la dicha del arrullo, son las canciones de cuna, los cuentos infantiles, las adaptaciones escénicas de fábulas encantadoras. La hechicera uruguaya vive trabajando. Cuidados del hogar, labores femeninas, pues no desdena la aguja sino que la idealiza, y sabe hacer en la tela lo que con la pluma cantada hace en los libros, en eso vive ella. alejada de ruidos y de fiestas, en el cuarto de estudio que llama ella su celda, lee y escribe, para ensoñar y para estimular para que vuelen como mariposas sus acentos y para que los amigos y los desconocidos distantes sientan esas pálpitaciones de un corazón tan grande como su hermosura.
Las obras de acción social le interesan.
La instrucción pública tiene en ella una de sus devotas. Hace clases de literatnra. Estudia. Se ocupa en labores tan serias como la de investigar la razón de la influencia de grandes estadistas. Su comprensión es muy vasta. Tiene la frase feliz, de sintesis, que pinta un carácter sin grandes circunloquios. lee cuanto le mandan. No hay escritor alguno, de todos los hispanoamericanos, que a ella se dirigen, que no haya recibido una palabra de estimulo, un aplauso cordial, la expresión de su entusiasmo cuando la obra la conmtieve y sacude. Es de una fastuosa generosidad. Derrocha sus palabras de alabanza porque gusta de provocar satisfacciones y de encender sonrisas. Es una millonaria del espíritu de cuyos cofres salen las joyas para el adorno de las personas que le son caras y las monedas para los mendigos. Cuántos prólogos de su mano florecida de rosas y cuántos conceptos bondadosos en los epilogos de obras que le tienden en ademán de ofrenda! nadie y a nada le niega su concurso, como la Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional Costa Rica