Sandino

172 REPERTORIO AMERICANO Compañeros Eran jóvenes y fuertes. Siéndolo, Nicaragua necesitaba de ellos. Habian nacido en León con escasos meses de diferencia, juntos concurrieron a la escuela pública donde malamente aprendieron las primeras letras, para ingresar después como aprendices al oscuro taller de aun viejo ebanista provinciano, dejando alli los mejores pedazos de sus años mozos.
jefe de los marinos juzgó inútil proseguir en su interrogatorio después de las primeras respuestas. certeras, precisas, cortantes dadas a través del intérprete, un traidor nativo. Por qué pelean ustedes. Porque odiamos la esclavitud. No saben que el ejército americano es el más poderoso del mundo. Lo sabemos, pero nos es indiferente. Pero qué esperanzas tienen, con qué armas van a proseguir luchando. Con las que ustedes nos llevan. El General dice que nuestro arsenal está en los Estados Unidos.
Era inútil insistir. Habia que sumarlos a los cinco campesinos más apresados aquel dia, sospechosos de simpatizar con Sandino, y fusilarlos. No los torturaron como a los otros, quién sabe por qué causas.
Cuando arribaron a las avanzadas del Ejército Libertador, escasos requisitos precisaron para efectuar su ingreso. Mucha era la fé que traían y mucho el entusiasmo ardido en sus ojos, en sus labios, en sus palabras tumultuosas y optimistas.
Se leyeron los reglamentos inflexibles, rectilineos, y, tendidos los brazos al espacio, prestaron el juramento indeclinable: Libertad o Muerte. 3. Quién se siente fuerte y capaz para hacer llegar esta nota a su destino. había interrogado el General a la Compania.
Primero uno, el otro enseguida, ambos salieron un paso al frente de las filas. Nosotros, General. Bien, muchachos, sólo con la vida podrán abandonar esto. Marcharon jubilosos. Debían atravesar en varias ocasiones las lineas enemigas y no ignoraban la pluralidad de peligros que implicaba aquello. Lo hacían ocultos por la espesura de la montaña, arrastrándose tendidos de vientre muchas veces y, otras, aguardando las sombras propiciatorias de la noche. no siempre era posible colmar el hambre y saciar la sed después de las jornadas complicadas y fatigantes. Pero llegaron Frente a la llanura ancha fueron colocados todos. Ellos, uno a cada extremo de la cadena humana.
El más alto y fuerte de ambos dió un paso al frente. Yo quiero morir junto a mi compañero, dijo.
El marino más próximo descargó un puñetazo sobre su pecho, volviéndolo a la fila. los bandidos nada estaba permitido. La ametralladora funcionó dos veces, recorriendo el espacio ocupado por los siete cuerpos. Uno a uno, casi simultáneamente, fueron arqueando los troncos, flexionando las piernas y cayendo como si se desoldaran.
Menos él. Tendió los brazos hacia adelante buscando un apoyo en el vacío, adelantó un paso, luego otro, torció hacia la izquierda y, lentamente, caminó casi diez metros, doblándose sin contorsiones para dejarse caer al lado del compañero de siempre.
El desconcierto producido en el pelotón de los marinos hizo que no interrumpieran éstos la realización de un anhelo más fuerte que la muerte. cia, ha venido a mostrar que existe un espiritu general en el continente americano, para designar el cual las lenguas no han encontrado el vocablo más explicativo y más idóneo. Desde la frontera mejicana del norte hasta la Tierra del Fuego, hay un anhelo espiritual que junta a los hombres del continente. Tiene sus órganos de expresión en Ciudad de Méjico y en Puerto Rico, lo mismo que en el Uruguay. Leyendo México de Ciudad de México, 1928 de Habana, el veterano Repertorio de García Monge en San José de Costa Rica, arpa eolia de las corrientes espirituales de América, Amauta de Lima, Folha Academica de Rio de Janeiro, Sagitario de La Plata, y otras publicaciones (1) no menos respetables y altivas, no es posible sustrarse a la idea de que hay en todos esos voceros de la gente americana un sentimiento común que suele exteriorizarse en formas de una homogeneidad consoladora y apenas creible. Por unos mismos ideales políticos luchan en México los hombres que en el semanario liberal de más reciente fundación le toman el pulso a la patria rudamente probada por el destino, y los jóvenes que en Montevideo o Buenos Aires reciben las ondas hertzianas del arte y del pensamiento. No es Hispanoamérica solamente; es un mundo moral y material de fronteras más extensas. Tampoco se encierra esta corriente sentimental en el calificativo de ibero ni de latinoamericano. Es un elemento moral de poder expansivo muy superior al concepto de raza, de nacionalidad, o de lenguaje. Aun fuéra de nuestro mundo hay gentes que asisten al despertar de ese sentimiento y quisieran fomentar su expansión y desarrollo. Pasa las fronteras.
Desafía la diversidad de idiomas. Las ideas religiosas mismas, ni lo detienen ni lo fraccionan. El precipitado general en esta reacción histórica comienza a depositarse en todos pueblos de América, en algunas comarcas al lado de sus gobiernos, en otras a pesar de ellos y de su invencible ignorancia, que es como una segunda naturaleza. Los dos precipitados son el esfuerzo continuo de los pueblos para adaptarse a su ambiente físico, y un impulso más elevado que tiende a crear el ambiente espiritual homogéneo con los auspicios de la mayor suma posible de libertad. América fue un continente descubierto para servirle de patria de elección al género humano, y ese destino manifiesto y generoso no puede cumplirse sino dentro de un régimen de completa libertad.
Así lo entienden los directores intelectuales de la juventud en todos los paralelos de la voluntad y en todas las regiones del continente: no seremos hispanoamericanos ni siquiera latinoamericanos. El calificativo con que la historia universal va a designarnos al fijar las corrientes ideológicas en que se fraguara nuestro destino es el de libreamericanos, nombre contra el cual van a estrellarse y a desaparecer las aguas turbias de un fatalismo indolente y todos los aparatos de un pesimismo de ocasión, con actitudes de sabiduria o de riqueza recién adquirida.
La libertad y la adaptación al medio están haciendo y llevarán a cabo la unidad de todos los americanos, a pesar de la mayor parte de sus gobiernos. Esa unidad es una necesidad histórica y será con los años una imposición práctica. No entendemos con esto la unidad politica sino la de las almas, de las formas y de las tendencias. Un bloque espiritual es a veces más consistente y más eficaz en sus atracciones e influencias que un bloque politico. Seamos libreamericanos: para serlo es lo primero y más importante ser buenos colombianos. Sanin Cano A su retorno, fueron sorprendidos y apresados. No admitian dudas sobre su suerte. Lo compre y la aceptaban. El Se llamaban Heriberto y José. Nada más.
Esteban Pavletich San Salvador. El Salvador Un estado de espíru continental De El Tiempo. Bogotá НА sido una actitud elegante, por el espacio de cuarenta años, burlarse en España y en América de lo que con nombre poco afortunado se ha llamado hispanoamericanismo. Los puntos de vista del hombre dispuesto a negarlo todo, especialmente las más nobles y más elevadas cualidades de la persona humana, tienen aceptación fácil entre la juventud que adolece de información variada, fragmentaria y disconforine.
En esta clase de espiritus prende fastuosamente el escepticismo; no aquella disposición filosófica de la inteligencia que desde Kant a Santayana procede a la investigación de los postulados fundamentales sin dar por sentado que sean verdaderos o falsos, sino la duda barata que se aplica con cuidado violento, como si fuera una distinción, a negar las virtudes qne exaltan el espíritu y hacen digna la vida.
En ambiente de esta composición era y es usual en España y en América negar la existencia de un sentimiento común, procedente de los más viejos origenes, en las naciones que un tiempo fueron colonias de España, Una literatura de ocasión, vestida con los tropos más accesibles a las mayorias de pocas letras, literatura de alocuciones pomposas y desamparadas de sentido real, oraciones académicas o de fin de banquete sin más significado que el de la reunión preparada cuidadosamente, servían de materia a las criticas maleantes de los que se imaginaban que el sentimiento no existia, porque a veces quedaba oculto bajo la insuficiencia de los vocablos. Los unos caian en error porque se imaginaban encontrar el sentimiento donde en realidad no existia, y los otros no tenian mejor fortuna porque se contentaban con negarlo sin haberlo buscado.
Pero el tiempo, maestro de las naciones y coeficiente irreemplazable de la experien(1) Como Indoamérica, México, Atuei, La Habana; Social, La Habana; La Sierra, Lima; Renovación, Buenos Aires. Hay más. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica