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REPERTORIO AMERICANO 147 Iasnaia a su jefe, Waissow, cuya entrevista con él ha sido señalada por Gussev.
En el libro del Jubileo, en 1909, el Islam está representado por un jurista de Calcuta, Abdullah alMamun Suhrawardy, que levanta a Tolstoyun majestuoso monumento. Se llama yogi, y suscribe a sus enseñanzas la de la No Violencia, que no juzga opuesta a las de Mahoma; pero «es necesario leer el Corán, como Tolstoy ha leido la Biblia, bajo la luz de la verdad, y no en la nube de la superstición. Alaba a Tolstoy de no ser un superhombre, un Uebermenschh, sino el hermano de todos. en una alabanza profética, anuncia que la predicación de Tolstoy por la No Violencia. mezclada a las enseñanzas de los sabios de la India, producirá en nuestro tiempo nuevos Mesias. clasificación amenazadora que el santo hombre hace, en tres grupos de los que reciben la luz de la verdad:. Los unos la reciben por su propia razón. Los otros, por los signos visibles y los milagros. Los terceros, por la fuerza de la espada. Ejemplo: el Faraón, a quien Moisés tuvo que hacer beber el Mar Rojo para convencerle de su Dios. Porque «el profeta enviado por Dios debe enseñar al mundo entero.
Tolstoy no sigue a sus corresponsales agresivos en el terreno del combate. Su noble principio es que los hombres amantes de la verdad, no deben nunca apoyarse en las diferencias entre las religiones y en sus defectos, sino en lo que las une y lo que les da valor. Es en lo que yo me esfuerzo, dice, con respecto a todas las religiones, y principalmente con el Islam. Se contenta con responder al fogoso Mufti que «el deber de cualquiera que posee un sentimiento verdaderamente religioso es dar el ejemplo de una vida virtuosa. He ahí todo lo que necesitamos. Admira no obstante a Mahoma; algunas de sus palabras lo han encantado. Pero Mahoma no es nada más que un hombre, como el Cristo. Para que el mahometismo, así como el cristianismo, se conviertan en una religión justa, se necesitará que renuncien a la fe ciega en un hombre y en un libro; que admitan solamente lo que está de acuerdo con la conciencia y la razón de todos los hombres.
Hasta en la forma mesurada con que reviste su pensamiento, Tolstoy se preocupa de no herir la fe del que le habla. Perdonadme si he tenido que heriros.
No se puede decir la verdad a medias. Se la debe decir toda entera o no decirla.
Es inútil agregar que no convenció a sus interlocutores. menos, encuentra otros, mahometanos ilustrados, liberales, que simpatizan plenamente con él: en primera línea el célebre gran Mufti de Egipto, el cheikh reformador Mohammed Abdou, que le dirige desde el Cairo, en 1904, una noble carta, felicitándole por la excomunión de que ha sido objeto: por cuanto la prueba es la divina recompensa para los elegidos. Dice que la luz de Tolstoy aviva y reúne a los buscadores de la verdad, que sus corazones están en espera de todo lo que él escriba. Tolstoy responde con calurosa cordialidad. Recibe también el homenaje del embajador de Persia en Constantinopla, el principe Mirza Riza Chan, delegado en la primera conferencia de la Paz, en La Haya, en 1901.
Pero es sobre todo atraido por el movimiento Behaista (o Babista. con el que mantiene a sus corresponsales. Entra en relaciones personales con ciertos behaistas, como el misterioso Gabriel Sacy, que le escribe de Egipto (1901. y que había sido, dicen, un árabe de nacimiento, convertido al cristianismo, luego pasado al behaismo.
Sacy le expone su credo. Tolstoy responde que el babismo le interesa desde hace tiempo y que ha leído todo lo que le ha sido accesible a dicho tema; no le da ninguna importancia a su base mistica ni a sus teorías, pero cree en su gran porvenir en Oriente; como enseñanza moral, temprano o tarde, el behaismo se fundirá con el anarquismo cristiano.
Por otra parte, escribe a un ruso que le envia un libro sobre el behaísmo, que tiene la seguridad de la victoria de todas las enseñanzas religiosas racionalistas, que surgen actualmente de las diversas confesiones: brahmanismo, budismo, judaismo, cristianismo. Las ve yendo todas hacia la confluencia de una religión única, universalmente humana. Tiene la alegria de saber: que la corriente behaista ha penetrado en Rusia, entre los tártaros de Kasán, e invita a Es de la India, en efecto, de donde debía salir el Verbo activo, del cual Tolstoy fue el nuncio.
La India estaba, a fines del siglo xix y a principios del xx, en pleno despertar.
Europa no conocía todavía (aparte de una élite de sabios bien documentados que no tienen mucha prisa para dar a conocer su ciencia a la mayoria de los mortales, y se acantonan de buena gana en su cascarón lingüístico, en donde se hallan encerrados. Europa está todavía lejos de imaginar la prodigiosa resurrección del genio indio, que se anunció desde los años de 1830 y resplandeció hacia 1900.
Fué una floración brillante y repentina en el campo espiritual. En el arte, en la ciencia y en el pensamiento. El solo nombre de Rabindranath Tagore desprendido de la constelación de su gloriosa familia resplandeció en todo el mundo. Casi al mismo tiempo, el Vedantismo era renovado por el fundador del Arya Samaj (1875. Dayananda Saravasti, al que se ha llamado el Lutero indio; y Keshub Chunder Sen, hacia del brahama Samaj un instrumento de reformas sociales apasionadas y un medio de aproximación entre el pensamiento cristiano y el de Oriente. Pero, sobre todo, el firmamento religioso de la India se iluminaba con dos estrellas de primera magnitud, súbitamente aparecidas o reaparecidas después de muchos siglos, para hablar según el gran estilo de la India, al sentido profundo. dos milagros del espiritu: Ramakrishna (1836 1856. el loco Dios, que abarcaba en su amor todas las reformas de lo Divino, y su discípulo heroico, Vivekananda (1863 1902. cuya torrencial energia ha despertado para los siglos venideros, en su pueblo agotado, el Dios de acción, el Dios de la Gita.
La vasta curiosidad de Tolstoy no los desconocia. Leyó los tratados de Dayananda, que le envió el director de The Vedic Magazine (Kangra, Sakaranpur. Rama Deva. Desde 1896 se habia entusiasmado con los primeros escritos publicados por Vivekananda; y saboreaba las Pláticas de Ramakrishna. Es una desgracia para la humanidad que Vivekananda, cuando su viaje a Europa en 1900, no se orientase hacia lasnania Poliana. El que escribe estas lineas no pudo consolarse aquel año de la Exposición Universal en que el gran Swami pasaba por Paris, tan mal acompañado, de no haber sido él el que hubiera puesto en contacto a los dos Videntes, a los dos genios religiosos de Europa y de Asia.
Asi como el Swami de la India, Tolstoy se nutría con el espíritu del Krishna. señor del Amor. Más de una voz de la India lo saludo como a un Mahatmá, antiguo Rishi reencarnado. Gobal Chetti, director del The New Reformer, que era devoto de las ideas de Tolstoy en la India, se aproxima a él en su escrito para el libro del Jubileo (1908. comparándole al Buda, al principe que renuncio; y dice que si Tolstoy hubiera nacido en las Indias, hubiese sido considerado como un Avatara, un Purusha (encarnación del Alma Universal. un Sri Krishna.
Pero la corriente fatal del río de la historia iba a llevar a Tolstoy, del Sueño de Dios de los yogis, a los umbrales de la grande acción de Vivekananda y de Gandhi, al Hind Swaraj. Extraños cambios del destino! El primero que lo condujo alli fué el hombre que, más tarde, debia llegar a ser el mejor teniente del Mahatma indio, pero en aquel tiempo, era todavía, como Pablo, antes del Camino de Damasco, el violento enemigo de estos pensamientos: Das. Nos será permitido pensar que la voz de Tolstoy ha podido contribuir a hacerlo volver a su verdadera misión? fines de 1908, Das estaba en el campo de la revolución. Escribió a Tolstoy sin ocultarle su fe violenta; combatia abiertamente la doctrina tolstoyana de la No Resistencia: y, no obstante, le pedia una palabra de simpatía para su periódico, Freo Hindostán.
Tolstoy respondió en una larga carta, casi un tratado, que bajo el título de Carta a un Indio (14 diciembre 1908. se esparció en el mundo entero. Proclamaba enérgicamente la doctrina de la No Resistencia y del Amor, encuadrando, cada parte de su argumentación, con citas del Krishna. No ponía menos vigor en su lucha contra la nueva superstición de la ciencia que contra las antiguas supersticiones religiosas. Reprochaba a los indios el renegar de su sabiduria antigua para abrazar el error de Occidente. Es de esperar, decia, que en el inmenso mundo bramano budista y confucionista, este nuevo prejuicio cientifico no encontrará sitio y que los chinos, los japoneses y los indios comprenderán el error religioso que justifica la violencia, y llegarán directamente a concebir la ley del amor, propia de la humanidad, que fué promulgada con fuerza brillante por los grandes maestros de Oriente. Pero la superstición de la ciencia, que ha reemplazado a la de la religión, engloba cada vez más a los pueblos de Oriente: ella subyuga ya al Japón y le prepara los mayores desastres. Se extiende sobre los que, en China y en la India, pretenden ser, como vos, los conductores de sus pueblos. Vos invocáis, en vuestro periódico como principio elemental que debe guiar la actividad de la India, la idea siguiente. Resistance to agression is not simply »justifiable, but imperative; non resistance hurts both altruism and egois. qué! vos, miembro de uno de los pueblos más religiosos, vas, con el corazón tranquilo y confiado en vuestra instrucción cientifica, a abjurar la ley del amor, proclamada en el seno de vuestro pueblo, con claridad excepcional desde la más remota antigüedad. vos repetís esas tonterias que os han sugerido los campeones de la violencia, los enemigos de la verdad, los esclavos de la teologia primero, y después de la ciencia, vuestros maestros europeos. Vos decis que los ingleses han avasallado a la India porque la India no resiste a la violencia de la fuerza? Pero justamente es todo lo contrario. Si los ingleses han avasallado a los indios, no es por esta razón por la que los indios reconociany reconocen todavía la violencia, como principio fundamental de su organización social: se sometian, en nombre de este principio a sus reyezuelos; en nombre de este principio han luchado contra ellos, contra los europeos, contra los ingleses. Una compañía comercial treinta mil hombres, hombres más bien débiles han avasallado a un pueblo de doscientos millones! Decid esto a un hombre libre de prejuicios! No comprenderá lo que estas palabras pueden significar. No es evidente, según estas mismas cifras, que no son los ingleses sino los indios los que han avasallado a los indios. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica