REPERTORIO AMERICANO 233 Con Diego Rivera, ante los muros de la Secretaría de Educación (Véanse las entregas 13 y 14 del tomo en curso. rededor del crisol, observan atentos; uno de ellos se laza los dedos por la nuca.
Hemos llegado al final del pabellón; no queda sino una puerta: sobre ella hay una modesta y elocuente decoración: un mexicano, bajo el sol, descansa.
El pabellón siguiente se inicia también con una puerta pequena; se lée, sobre su arco este trozo del Himno a la Madre de los Dioses: Oh, ella es nuestra Madre, diosa de la Tierra que provee de alimento en el desierto a las bestias salvajes y las hace vivir Asi, así, la veis ser un modelo fresco slempre de liberalidad hacia toda carne.
Patio del Trabajo: La entrada de la mina El Patio de las Fiestas y el Patio del Trabajo (Sigue. Porque había muchas cosas que observar en este Patio.
La decoración siguiente era un espectáculo morboso. Representa a un labriego, tendido sobre la tierra, con las manos amarradas a un tronco, desvanecido y desnudo; en el fondo, lejos, se ve una granja ardiendo; alrededor del hombre desnudo, que ha desmayado el dolor de los latigazos, hay un grupo de jinetes recien llegado, portando todos ellos rifle y dobles fajas anchas incrustadas de tiros; los pies del indio ensucian su propia camisa; sobre ésta se ve la hoz con que el infeliz trabajaba cuando llegó el linchamiento; tres de los jinetes atienden al pobre labriego mientras sostiene el otro por las riendas los caballos; uno de los que atienden al desfallecido le consuela e intenta despertarlo acariciándole la cabeza; otro con un puñal corta las amarras que sujetan sus manos; el otro cubre sus desnudez con un manto. Una escena vivida me dice don Diego. de los últimos momentos de la Pre Revolución. El látigo no era ciertamente el castigo favorito de los patrones: había el fuego y la muerte lenta; otros castigos morales habia, quizá peores: el rapto obligado de la esposa el dia del matrimonio, la primicia de la hija que adquiría su desarrollo; a todo esto contribuia el cura. No me atrevería a revivir esas escenas, pero he tenido que reproducir al menos ésta, para recordar en algo los últimos tormentos del labriego.
El puñal, ese puñal que antes era asesino, sirve en el triunfo de la Revolución para dar la libertad al labriego; la Revolución viene de incendiar la granja, fuente de las codicias, haciendo huir al gamonal que azotaba al esclavo.
Enseguida se ofrecen tres escenas de los trabajadores en las minas: primero, en el fondo, los hombres, con picos, taladran la tierra, los fierros en alto, en actitud fantástica, como si fueran los picos las manos alzadas al cielo pidiendo clemencia; más aca, otros hombres han clavado sus picos en la dura piedra; y más acá otros hombres llenan, con sus palas, los vagones avaros de piedras cargadas de mineral precioso.
Hay enseguida, sobre el arco de la puerta, otro simbolo de los postreros días de la Revolución; útiles de labranza: la hoz y el martillo, la pala y el yunque, y, también, el puñal y la cadena, rota ésta, agudo aquél.
Va a terminarse ya el pabellón; en una fábrica se funde hierro; oficios del Norte. Dos hombres sostienen el metal que otro, a golpe de mazo, acuña contra el horno; los demás, alEncierra la decoración siguiente un significado especial etnográfico: es un taller de cerámica, en donde son fisonomias de hombres chinos las que predominan; chinos parecen ser los que enseñan a los indios mexicanos el arte cerámico. No he querido con esto me explica don Diego, sentar ninguna doctrina: es esto la verdad de lo que ocurre; muchos de los indios nuestros que laboran el barro son idénticos a los chinos; pasa aquí lo que con el pastor que llamó su atención; esto es verdad y no doctrina: muchos de nuestros indios tienen exactas semejanzas con los chinos.
Si no olvidamos que en este momento vemos el pabellón lateral que abarcará, según me dijo don Diego, a los trabajadores del centro, y, también, la unión del campesino y del obrero, no nos sorprenderá encontrar escrito, en el arco de la puerta que sigue, este canto del Hexotziquense: Nos infaman y nos menoscaban porque somos plebeyos.
Solo nosotros que lo hemos sentido, sabemos lo que son penas, lo que son congojas como es notorio Viene luego el trigal, la entrega del grano: el gamonal vigila para apuntar el cuarto de lo que recibe y pagar luego el cuarto de lo que apunta. Sobre una pequeña plataforma de madera el gamonal dirige la entrega: los labriegos pasan frente a él encorvados bajo los fardos de trigo que llevan, allá lejos, a depositarlos en montones junto a una ermita; otros amarran los fardos; otro apun Patio de las Fiestas: La fiesta del malz (de Xenteotl, divinidad del maiz. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica