REPERTORIO AMERICANO 77 una hora muy rara, de en medio de ellos se levante la primera palabra de un verso. De Les Cahiers de Malte Laurids Brigge, de Rilke. El extranjero. Un hombre extranjero me ha escrito una carta. Pero no es de Europa de lo que me ha hablado este hombre extranjero, ni de Moisés, ni de los grandes profetas ni de los pequeños, ni del Emperador de Rusia, ni del Zar Ivan el Terrible, su peligroso antepasado. No se trata en su carta ni del alcalde, ni de nuestro vecino el zapatero, ni de la ciudad cercana, ni tampoco de las ciudades lejanas; los cabritos de las selvas donde yo me pierdo todos los días no aparecen tampoco en su carta. No me cuenta nada de su madre, ni de sus hermanas que seguramente se han casado hace mucho. Cómo es que no me ha hablado de ellas en una carta de cuatro páginas? La carta me demuestra una confianza muy grande, mucho más grande que nunca; en ella él hace de mí un hermano y me habla de su desgracia. Sé una historia que no pue primero, digame. habla Ud. al hayas llegado abajo, acércate do contar más que a Ud. No gunas veces con niños?
a una mujer joven y dile dulme pregunte Ud. por qué. Dí. De vez en cuando, al paso. cemente. Yo quisiera vivir. game tan sólo si está Ud. CÓ. no le han contado a Ud. Habrá primero en torno tuyo modamente sentado, si su té que Dios, por una fea desobe una pequeña obscuridad, desestá suficientemente dulce y si diencia de sus manos, no sabe pués una gran obscuridad que quiere Ud. oir mi historia. cómo son los hombres. se llama la infancia y enseguida Mi huésped debió sonreir. Des. Talvez he oído decir eso tú serás un hombre y subirás pués contestó simplemente: en alguna parte, pero no sé a sobre la montaña, como yo te Si.
quién respondió mi huésped, he ordenado. Todo esto no du ¿A las tres preguntas, si? y yo vi que recuerdos imprecisos rará más que un instante. Adiós. las tres preguntas.
atravesaban su frente.
La mano derecha se despidió Los dos nos arrellanamos en. No importa! Oiga Ud. la de la izquierda, diciéndole munuestros asientos, de modo que continuación: chos nombres amables. Si, aún nuestras caras quedaron más en Largo tiempo Dios soporto afirman que de pronto, inclinánla sombra. Yo dejé sobre la esa incertidumbre, porque su dose delante de la otra dijo: mesa mi vaso, gozándome de paciencia, como su poder, es. Oh, Espíritu Santo. Pero ya verlo lucir con un reflejo tan grande. Pero una vez en que San Pablo cortaba la mano dedorado, me abandoné lentamente desde hacia largos dias esperecha del Buen Dios y la eny luego le pregunté de pronto: sas nubes se estacionaban entre tregaba a un arcángel que se. Se acuerda Ud. todavia él y la tierra, de modo que la llevó bajo su largo vestido.
del buen Dios?
apenas si podía saber si todo Mientras tanto, Dios cubrió El extranjero reflexionó, sus aquello el mundo y los hom con su mano izquierda la heriojos se perdieron en la obscubres y el tiempo no había sido da para impedir que su sangre ridad y, con sus pequeños punsimplemente un sueño, Dios lla corriera sobre las estrellas vertos de luz en las pupilas, se mó a su mano derecha que des tiéndose en tristes gotas sobre la Tierra.
asemejaron a dos largos emde hacía mucho tiempo estaba parrados en un parque sobre desterrada y se escondía en Poco después, Dios, que observaba atentamente lo que palos que estuvieran esparcidos, pequeñas obras insignificantes.
radiantes y anchos, el estio y Ella acudió apresuradamente, saba abajo, notó que hombres el sol. Así, sus ojos comenzaban porque creyó que Dios iba por vestidos de hierro se hacian en en un crepúsculo redondo, se fin a perdonarla. Cuando Dios cierta montaña más numerosos estiraban en una obscuridad cala vió delante de si en toda su y más activos que en torno de da vez más estrecha hasta un belleza, su juventud y su fuerza, todas las otras. Esperaba ver punto lejano y centelleante: saestuvo tentado de perdonarla. aparecer su mano, pero no vió lida, del otro lado, hacia un Pero reflexionó a tiempo y, más que a un hombre envuelto alba acaso mucho más clara.
sin mirarla, le ordenó: en un manto al parecer rojo que Mientras yo observaba esto. Vas a bajar a la Tierra. arrastraba con pena una cosa él dijo, vacilando y como sirTomarás sobre ella la forma negra y vacilante.
viéndose contra su voluntad de que veas a los hombres, y te En el mismo instante la mano pondrás desnuda sobre una mon izquierda de Dios, que estaba. Sí, yo me acuerdo todavía tana, a fin de que yo pueda posada sobre su sangre abierta, de Dios.
verte distintamente. En cuanto comenzó a agitarse y antes de Bien le agradeci yo porque Dios pudiera impedirselo. 1) Se refiere Rilke a otro cuento ella dejó su lugar y erró como que es justamente de él de suyo que trata de la creación del loca en medio de las estrellas quier trata mi historia. Pero, hombre.
gritando. Ay, pobre mano derecha. decir que no puedo ayudarla. Al propio tiempo tiraba del brazo izquierdo de ROYAL Dios, del cual pendía, y se esforzaba por escaparse. Pero toda la Tierra enrojeció de la sangre de Dios, y ya no se podía distinguir lo que pasaba abajo. poco faltó entonces para que Dios muriera. Con un supremo esfuerzo el llamó a su mano derecha; ella vino pálida y temblorosa y se tendió en su lugar como un animal enfermo. Pero ni la mano izquierda que sin embargo sabía tantas cosas y que había reconocido a la mano derecha de Dios abajo, sobre del mundo la Tierra, cuando subió a la montaña vestida con un manto rojo ni ella misma pudo saber por su hermana lo que había Representante pasado después sobre esa montaña. Lo que pasó debe haber SAN JOSE COSTA RICA sido espantoso, porque la mano su voz: Una noche, el hombre extranjero llegó a mi casa. Yo no encendi mi lámpara. Lo ayudé a quitarse su abrigo y lo invité a tomar el té conmigo, porque era justamente la hora de mi té cotidiano y porque para visitante tan familiar no había para qué darse mayores molestias.
Cuando ibamos a sentarnos a la mesa, noté que mi huésped estaba inquieto, que su cara estaba llena de ansiedad manos temblaban. Justamente le dije. tengo un mensaje para Ud. me prepare a servirle el te. Toma Ud. azúcar o prefiere limón? Yo aprendi en Rusia a beber el té con limón. Quiere Ud. probar?
Luego encendí mi lámpara y la coloqué en un ángulo alejado, un poco alta, para que la penumbra quedara en la estancia como antes, solo más caliente, una penumbra rosada.
El rostro de mi huésped entonces pareció más seguro, más caliente y mucho más conocido.
Yo lo saludé entonces con estas palabras. Sabe Ud? Hace mucho tiempo que le esperaba. antes de que el extranjero tuviera tiempo de extrañarse, le explique: y sus THOD JOHN KEITH Jr. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica