Anarchism

REPERTORIO AMERICANO 175 LA EDAD DE ORO Lecturas para niños a una más perfecta consistencia, cristaliza en la forma de una estrella. en vez de la raya de fango que obteníamos por la economía política de la competencia, obtenemos, por la economía política de la cooperación, un zafiro, un opalo y un diamante, engarzados en una estrella de nieve. RUSKIN (Trad. del inglés. QUICE (Suplemento al Repertorio Americano)
ts p1 El maestro Ramón La ley de la ayuda La primera ley esencial del universo y el segundo nombre de la vida es la ayuda. El segundo nombre de la muerte es la separación. El gobierno y la cooperación son en todas las cosas las eternas leyes de la vida. La anarquía y la competencia son eternamente y en todas las cosas las leyes de la muerte.
Acaso el ejemplo mejor, aunque el más vulgar, que podríamos presentar de la naturaleza y el poder de la consistencia, será el de los cambios que pueden tener lugar en el polvo que pisamos.
Exceptuando la degradación animal, dificilmente podemos llegar a un tipo más absoluto de inmundicia que el fango. En la mayoría de los casos veremos que este fango está compuesto de arcilla (o polvo de ladrillo que es arcilla quemada) mezclada con hollín, un poco de arena y agua. Todos estos elementos están en guerra desesperada entre si y destruyen reciprocamente su naturaleza y facultades, compitiendo y peleando por un puesto a cada pisada de vuestros pies: la arena oprimiendo a la arcilla, la arcilla al agua y el hollin metiéndose en todo y manchándolo todo. Supongamos que esta onza de barro queda en perfecto reposo y que sus elementos se agrupen de suerte que sus átomos puedan mantener las más estrechas relaciones posibles.
Empecemos por la arcilla. Deshaciéndose de toda sustancia extraña, se convierte gradualmente en una tierra blanca, ya muy bella, y se dispone, con ayuda del fuego, a convertirse en porcelana y a conservarse en los palacios de los reyes. Pero esta consistencia artificial no es su mejor cualidad. Dejadla tranquila que siga su instinto de unidad y se haga no sólo blanca, sino clara; no sólo clara, sino dura; no sólo clara y dura, sino que pueda colocarse de tal manera que pueda lucir admirablemente a la claridad y recoger sólo los rayos azules más hermosos, despreciando los demás. Podemos, pues, llamarla un zafiro.
Siendo ésta la suerte de la arcilla, dejemos también reposando a la arena. También se convierte primero en una tierra blanca, luego procede a tornarse clara y dura y, por último, se ordena en líneas paralelas, misteriosas, infinitamente bellas, que tienen la facultad de reflejar no solamente los rayos azules, sino los azules, verdes, purpúreos y rojos, con la mayor belleza con que pueden verse en una materia sólida cualquiera. Lo llamaremos, pues, un opalo Después viene el hollin; no puede hacerse blanco a lo primero, pero en vez de desalentarse trata de endurecerse más y más y se hace al fin claro y la cosa más dura del mundo, y en cambio de la negrura que tenía obtiene la facultad de reflejar todos los rayos del sol con el brillo más vívido que ningún otro cuerpo sólido. Lo llamaremos, pues, un diamante.
Por último, el agua se purifica o se combina, satisfecha de alcanzar la forma de una gota de rocío; pero si nos fijamos en sus procedimientos para llegar Maestro. Asi lo llaman. De la destreza hermosa, de la destreza, amigos, este hombre hizo su esposa.
Siembra su trigo; poda sus frutales; su viña es como su hija dice. La viña es una niña.
Es, en el modo rústico, carpintero cumplido; entre talabarteros no es mal talabartero; trabaja el hierro y dice. Bah, yo no soy herrero. hace una casa como un hornero su nido.
De sus manos, maestras de eficaces virtudes, yo he visto brotar husos, sillas, harneros, puertas, adobes, ranchos, riendas, regaderas, almudes, herraduras, arados, anillos y compuertas.
Sobrio, bebe su vino diciendo a los muchachos. El vino es sólo para los que no son borrachos.
También su sueño es parco. Silba de mañanita en su trabajo, alegre, según manda la ley.
No va a misa, no reza. Mas la dulzura habita en su corazón como en el ojo del buey.
Pues así quiero honrarme, estrechando, oh, hermano, en mi mano que sabe sólo del arte fútil, y vibra aún del último verso escrito, tu mano sucia, callosa y fértil en toda labor útil.
Luis FRANCO Rep. Argentina.
Aguaterita Surge de las endiduras como un lagarto, y avanza por el cauce pedregoso del río seco, descalza.
Con el ventrudo botijo no sé qué trasgos espanta dando mandobles al aire, ambas manos en el asa.
Del abrupto murallón de rocas sedimentarias, un hilillo soñoliento rumorosamente mana.
La chicuela bebe a sorbos, con torpeza voluntaria, pulverizando el cristal, salpicándose la cara.
Luego coloca el botijo y se queda ensimismada escuchando la ascendente vocalización del agua.
Por el cauce pedregoso vuelve con preciosa carga.
Una diadema de sol lucen las crenchas mojadas.
RAFAEL ALBERTO ARRIETA Rep. Argentina Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica