58 REPERTORIO AMERICANO Página lirica de Roberto Brenes Mesén Del tomo Los Dioses oneloen. En las Ediciones del Convivio. San José de Costa Rica. 1928.
Flauta errante Cálmame, Señor Ya no se veia el orbe del sol, como un momento antes; los barcos de aladas velas de las nubes convoyaban hacia un puerto de los cielos el velero del Crepúsculo.
Calmame, Señor, esta mi sed de amor que pone lágrimas en mi alma, que funde las palabras de mi lengua y las hace de miel y de fragancia para mi, mientras las siento perfumar mi pensamiento en ausencia de los que amo.
En las playas de la tarde la graciosa luz corria anudando a toda prisa rotas mallas en sus redes.
Cálmame, Señor, esta mi sed de amor!
Porque, en presencia de los que el ambiente del mundo congela mi palabra y no fluye al querer del pensamiento.
amo, siento Las madejas de un sol gualda enredadas en los árboles exaltaban el encanto de los bosques, junto al lago.
Los rumores inquietaron el silencio de la sombra: fué una brisa, un batir de alas, una ardilla, una bellota desprendida de la altura, algún trino suspendido de una rama o de una sombra; fué el discreto aposentarse de la Noche en sus estancias, en espera de la fuga del velero del Crepúsculo.
Hice de corazón un mandamiento, como se hacen de sol los trigos de los campos, y amé a todas las gentes, amé a todas las cosas, pero sólo las cosas comprendieron.
Los hombres me buscaron el motivo y desconfiaron del amor de otro hombre.
Mi corazón destila callado, dulce llanto sintiendo el llamamiento urgente del amor Mi voluntad le impone silencio doloroso: yo vivo el mandamiento en mi mundo interior. de súbito la música no terrena de una flauta invadió los aposentos aromados de la sombra.
Era aquella melodia dulce miel para el oído; alejábase y volvía a manera de fragancia columpiándose en la brisa.
Cálmame, Señor, esta mi sed de amor que funde las palabras en mi lengua y las hace de miel y de fragancia.
Fué como si de las cosas de la selva se elevase una voz hacia la luz, la plegaria de las cosas, de los musgos, de las hojas, de las ramas y los nidos; era el Angelus del mundo de los seres sin palabra elevándose en las notas de una dulce flauta errante por el aire de los bosques.
Cálmame, Señor!
Como un panal su miel bajo el fulgor del sol, mi corazón destila dulce llanto de amor.
Ungeme con el ungüento de tu paz y de tu luz, y cálmame, Señor!
Balada de la ausencia a medida que la flauta resbalaba entre los árboles desprendianse las jarcias luminosas del velero, convoyado por cien barcos a otro puerto de los cielos.
Complaceme estar ausente porque, cerrando los ojos, en el agua de mi mente baja a mirarse su rostro. a través de sus pupilas yo penetro en el misterio de su ser, como en las sendas de un jardin de monasterio. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica