REPERTORIO AMERICANO 93 sonetos de los folios 31, 83, 99, 115, 105 y 117. Este breve libro de sonetos descriptivos, nitidos, armoniosos, deja en el alma una sensación de gracia y de luz.
Con el placer de saludarlo, quedo de Ud. como siempre, fiel servidor y amigo CARLOS LUIS SAENZ XVIII De pesca La noche está cercana. Parece que las olas acallan el motivo de sus murmuraciones al derramarse en luengos y artísticos festones, como si fueran blancas mantillas de manolas.
Al soplo de la brisa, que trae las vibraciones de vastos palmerales y enormes caracolas, apréstanse a la pesca falúas y lanchones, mientras el cielo enciende sus lívidas farolas.
Hay un rumor de cables, de velas, de motones; se inician en las aguas estelas de amapolas con las rojizas luces de las embarcaciones. ante las redes hábiles y trágicos harpones, entre conchas y halos fosfóricos, sus colas burlonamente agitan sirenas y tritones.
Ya nada puede herirme, también me siento muerta.
Mis áridas tristezas ignoran la inquietud.
Me amabas y, contigo, ya todo tuvo fin. Tú querías mi placer. Qué te importan mis llantos!
Tú no sabrás de mi silenciosa agonía! como sé que es vano todo, aun el dolor, en tu tumba no he puesto ni siquiera una flor!
XLV Heredia. Enero 22. 1928.
Querido Sr. Garcia: Le devuelvo los dos libros que tuvo a bien prestarme; tengo que decirle que ambos me han dado verdadera fruición estética leidos en la paz de esta ciudad. Honneur de souffrir de la Condesa de Noailles me hizo recordar a lo vivo Desolación, de Gabriela Mistral. Sólo que en el libro de la Condesa el amor desesperado ante la muerte no quema su dolor en el pebetero de la fe cristiana, y está, así, más desolado, sin sentir, sin temer ya ni a la vida ni a la muerte.
Le incluyo esos tres intentos de traducción; aunque bien sé que traducir a tan eminente poetisa, si no lo hace una Mistral, resulta traicionarla.
Del otro libro, Cofre de Sándalo, del dominicano Lago.
le señalaria para una posible página lírica en su Repertorio los Nunca quizás habría conocido la dura pena de dejar de ser.
Pero ya que por siempre te has callado, que no existen tus ojos, lo ignorado quiere mi corazón con ansia tanta que su profundidad ya no lo espanta!
Pues mi miedo a morir era la pena de decirte adiós!
LXXI Antes yo me amaba; tú sabes qué orgullo ardía y animaba mi voz y mis ojos.
Con el alma oscura y helada al fin hoy me odio a mi misma por que estoy sin ti!
Polvo del camino NOS os hicimos amigos un día de Todos los Santos, al anocer. Llovía un poco, me ofrecí a protegerlo con mi paraguas.
Un filósofo Se mostró atento: Alejandro Alvarado Quirós Gracias. Yo tengo aquí el mío, lo que tiene es que no a la carrera a ver quien llama Esos son disparates, dice, sanpuedo abrirlo porque traigo las y se resfria; es que no hay otra tos afuera y adentro sólo uñas.
dos manos ocupadas.
parte donde meterse. Me infor Rie con risa fina, suave, ligera.
En una llevaba un jarrito en ma acerca del mal estado del mi observación de si no lozado cubierto con un papel caserón aquel, lo van a votar y será mejor ponerle ron a la lide periódico, en la otra un pa a hacer una casa nueva. Me monada, replica que el licor es quete pequeño, el paraguas de invita a tomar asiento. Nos sen un veneno para el Dios guarde, bajo del brazo.
tamos en la cama, dura, limpia. en las velas a donde va alguna Voy alli no más, a mi cuarto; El piso de la habitación muy vez, no les recibe más que estoy algo resfriao, no ve, ron barrido; un cajón alto hace las chocolate.
co, ronco. Téngame, por vida veces de velador; sobre este Me cuenta que no tiene fasuya, mientras abro la puerta. velador un reloj de bolsillo den milia, sólo un hijo que le nació (Me da a tener el jarrito. Es tro de una pequeña funda de afuera, es sastre y vive aparte.
limonada caliente, pa unas gar franela, una botellita de agua Abre el envoltorio que traía garas así que me acueste. florida, eslabón, pedernal y yes al entrar de la calle y saca un Entramos. El cuarto queda ca, algunos tapones de corcho, pañuelito de seda, algo roto, en un rincón en el interior de un vasito diminuto, de forma descolorido, oloroso a ropa reuna casa vieja. Me explica que caprichosa, en el que hubo algún cién lavada. Dice: duerme allí porque tiene que perfume elegante, algunos ob. Es al pescuezo. Con esto cuidar la casa. Durante el día jetos más. Me refiere que el se me quita la ronquera y con permanece en la otra, la señora reloj es de nicle, es más viejo unas pastillitas de clorato que lo tiene de sirviente, para los que Adán, muy exacto, siempre hora me pongo a chupar. Yo mandados y para cuidar el te lo tiene con del ferrocarril; sé algo de remedios por que una léfono, también lo ponen a lim lo guarda en aquel saquito para vez estuve impliao en una piar trastes. Se mete en que no se eche a perder. Ad botica que se ardió el otro día; cuevilla, debajo de la escalera, vierte que examino las paredes me tocaba lavar botellas, baa esperar que suene el teléfoy me pregunta si estoy asustado rrer, cuidar un mozotillo y venno o que toquen la puerta, sale de que no haya ningún santo. der cincos: cincos de mostaza, cincos de agua sedativa, cincos de cebada, puros cincos y die.
ces. Estaba más joven, hora tengo ya setenta corridos, ya soy tarde. Me vine de Alajuela chiquillo, y nunca he vuelto a parecer por allá. Un tiempo me meti de utorida, cuando Guardia, entre de sereno; éramos veinticinco por todos. No le daban a uno armas como hora, más que un retaco de dia pa cuidar los reos que trabajaban en la calle: siempre el pobre fregando al pobre. La insinia era una cinta en el sombrero que decía. Sereno. San José. cad uno con su vestido propio, no se usaban uniformes, así como hora ando; entonces yo usaba caites, no me había calzao. Pagaban al mes treinta pesos, un gran sueldo pa aquellos tiempos; a la noche nos regábamos en las esquinas, uno debajo de cada farol, y el modo era que uno decía cada tiempo. Sereno. alerta. y el otro le respondía. Alerta está. Sereno.
alerta. Nada más que so se oia en toda la ciuda desde que daban las ocho. Al rato iban apagando los faroles solos, uno por uno, los vidros humaos, y una 11 Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica