264 REPERTORIO AMERICANO 1916. 1928 (Notas al viaje de Ortega y Gasset. De La Nación. Buenos Aires ORTEGA GASSET sale para la Argentina (Caricatura de Bagaria)
EN 1916 estuvo José Ortega y Gasset en la Argentina. Vuelve después de doce años. Entonces decía. Desde hace tiempo sentia latir dentro de mí un afán hacia América, una como inquietud orientada de indole como pareja al nisus migratorio que empuja periódicamente las aves de Norte a Sur. Desde entonces los que vivimos a su lado hemos visto todos los equinoccios como palpitar sus alas con un vago deseo que fuera a la vez una nostalgia, orientando siempre, hecho brújula de pronto, hacia América. Cuando este año le creiamos comprometido a un viaje de conferencias por Alemania (universidades de Heidelberg, Francfort, Munich. de pronto el viento gira y se detiene en su cuadrante preferido para empujarle nuevamente a la Argentina. Dias atrás me encontré casualmente frente a su casa; la ventana de su estudio se cierra con un blanco lienzo que alguien cuida de empapar de agua. La lona palpitante y húmeda tenía algo marino; el viento, como un chiquillo, se escondia en ella. La travesia de Ortega había empezado.
Antes de aquel viaje el pensamiento de Ortega había sufrido ya su primera radical transformación. Según su propia frase, se hab evadido, salido Kant, igiendo prisión. Sin embargo, la nueva idea no fué expresada claramente hasta su vuelta de la Argentina. Tal vez este último año señale otra oscura y subterránea transformación, y tal vez sea en la Argentina donde emerja en palabras. Ha poco me decía Ortega. La fenomenologia no es constructiva; yo quisiera dar a la dispersion intuitiva de la fenomenología la conexión de un sistema.
Me parece ya ver la nueva filosofia; las maravillosas descripciones en cristal de la fenomenologia unidas, ordenadas, centralizadas; una ciencia de transparencias, nn sistema de visiones. una arquitectura diamantina! Las ideas tienen su evolución independiente, autónoma, pero esta evolución no se desarrolla más que en las mentes filosóficas. De cuando en cuando el filósofo se detiene, se escucha, se mira el alma con esa actitud de torsión sobre sí mismo que es una contrahechura genial, y advierte que las ideas le han crecido dentro, se ha ido cambiando; descubre otro paisaje por él misma ignorado. Entonces atiende, mira y describe lo que ve. Me parece que en sus últimas meditaciones Ortega está haciendo una excursión por su alma y encontradose una flora insólita, una geologia revolucionada. Tal vez, digo, sean para los argentinos las primicias de esta visión.
Entre tanto, se ha realizado también un cambio exterior. Ortega, dispuesto a cortar la relación inmediata con el público, se ha encontrado convertido de pronto en un hecho cosmopolita. Sus libros son puestos en distintas lenguas; los traductores se lanzan, como sobre un banquete, sobre sus más pequeños artículos de periódico. Alguna vez le he visto azorado, indignado también, ante esta avidez que llega al saqueo, usando del telégrafo para dar contraórdenes como un banquero mundial. Toda su producción es lanzada en seguida a los grandes mercados intelectuales, y el preferiria pausa, decantación. No querría ser nunca valor de especulación popular. El resonar de la fama le impediría oírse el rezumar interior de la mente.
El invierno pasado un estudiante español, recién vuelto de Alemania, nos relataba su asistencia a la primera cátedra mundial de psicología, la cátedra del gran Koehler, en la Universidad de Berlin. El estudiante encogido en su banco del aula, temblaba como hoja en el árbol al ir a entrar en contacto con la gran cultura alemana, hecha de nombres magnificos y extraños. Esperaba algo misterioso como una sombra enorme que rozaría su alma, dejándola anonadada.
Koehler se sentó y abrió uu volumen. Hoy vamos a leer y comentar el capitulo de un libro genial, El tema de nuestro tiempo de José Ortega y Gasset. Nuestro estudiante sintió, sin duda, una emoción vedada desde hacía mucho tiempo a los españoles.
Este libro, traducido al alemán por una dama, la esposa del fisico y matemático Weyl. la figura pareja de Einstein. ha merecido también del filólogo y helenista Howald estas palabras. Quien tenga oidos para oir reconocerá la inaudita exactitud del pensamiento de Ortega y estará dispuesto conmigo a dar, a cambio de este capitulo, casi toda la literatura filosófica impresa desde Nietzsche. No es, pues, extraña la influencia ejercida por esta obra sobre la juventud intelectual alemana. En estos últimos cursos, varias tesis de doctorado, en universidades germanas, han versado sobre el «perspectivismo, la teoria del punto de vista. El libro, ya famoso, de Pinder Das Problema der Generation es, simplemente, una aplicación a la historia del arte de la idea de las generaciones expuesta al principio de El tema de nuestro tiempo. En torno al nombre de Ortega se han formado, diseminados por Europa, varios de esos círculos o capillas que son la manera como ahora, en tiempo de masas, el intelecto y el arte se difunden, a la par que se recogen y defienden del contacto y aplastamiento por el vulgo. Son los reducidos dominios de los pares modernos.
y Ortega dice Ernest Robert Curtius es «uno de los doce pares del intelecto europeo cuyo gremio se forma por tácito acuerdo entre los selectos de nuestro continente El propio Ortega en su ensayo Parerga (Revista de Occidente. diciembre 1924, ha descripto la génesis sociológica de este cosmopolitismo intelectual. Desvirtuadas todas las normas y disciplinas, lanzadas sin freno las masas al frenesí, los intelectos creadores de todo el mundo se recatan para trabajar en la difícil invención de los nuevos principios y conviven sólo entre si, más unidos entre si que con las masas de sus países.
Pero en el caso de Ortega este cosmopolitismo en que se ha encontrado sumergido tiene causas propias. El citado Curtius, el critico alemán de más crédito, en quien confluyen una gran cultura filosófica y una gran cultura literaria, ha dicho que tal vez sea Ortega el único hombre que puede hablar hoy en Europa con igual interés, con igual seguridad de juicio, con la misma brillantez en la expresión de Kant y de Proust, de Debussy y Scheller; desde la cultura prehistórica a la pintura cubista nada hay que no le interese apasionadamente. La posición del pensador español, su perspectivismo es, según Curtius, la mejor manera de abarcar la infinita variedad de ideas y productos que la cultura ha ido reuniendo al cabo de los siglos. Este perspectivismo es, en realidad, la expresión más adecuada y convincente de la nueva actitud espiritual de nuestra época.
El mismo critico llama a El tema de nuestro tiempo el sistema de coordenadas espirituales de la época. Tengo entendido que una serie de conferencias en la Argentina se titulará Introducción del presente, uno de esos títulos que ama Ortega, como Estudios sobre el amor, con su primera palabra profesoral, cientifica, y la segunda abismática, infinita, indefinible. Con ello revela Ortega su perpetuo y urgente afán: poner claridad en lo irracional, contemplar, teorizar la vida, apoderarse en el turbión de intuiciones frescas y hacerlas transparentes. Otro libro tiene anunciado: Dinamica del tiempo, en parte ya impreso, y la conocida editorial de Nueva York Hawper Brothers le tiene encargado un libro que sea también una definición de la época. Ortega pudiera llamarsele, pues, cun especialista en nuestro tiempo. Hay en su manera de lanzarse al objeto un impetu frenético que se pudiera calificar de pasión. Su afán de conocer va precedido de un acto de amor. De aquí que luego de poseido el objeto, la idea extraida todavia embriague, todavía conserve algo de espasmo, tenga vida, mirada, gesto, calor y sea, a su vez, fecunda. Son las suyas ideas pasadas por el corazón. Pero una de las cosas que Ortega ama exabundantemente es nuestra época. Ella es su espectáculo, su circo. Su relación con nuestro tiempo dice el citado Curtius es erótica. La mirada zahorí, descubridora del amor, le permite ver en nuestro tiempo la imagen ideal del mundo.
El caso de Ortega debe ser aleccionador para los intelectuales españoles e hispanoamericanos. La cultura alemana se encuentra en un momento de can ncio, se ha quedado miope. Se mira a si misma desde demasiado cerca, desde demasiado dentro.
Es incapaz de salir del campo de su lente para trazar esa gran mirada curva de las sintesis que reune inesperadamente los términos más lejanos. Tiene que buscar retinas frescas que miren desde más lejos, desde algo más afuera. Sólo en esta perspectiva se alcanzan visiones de conjuuto. España es una tierra excéntrica, geográfica y espiritualmente. Es el mejor puesto para un observador de Europa. Sin que la perturbe la rivalidad, el odio, o el egocentrismo puede explicar el movimiento espiritual de los distintos pueblos mejor que ellos mismos.
El tema de nuestro tiempo debe seguramente su resonancia a que es una crítica de la cultura, a la par que el anuncio de su transformación; ni una ni otra cosa podría hacerse más que por quien tiene ojos nuevos y alerta y está en ese puesto de vigia.
La cultura está más necesitada que nunca de visiones certeras y rigidas, de una elasticidad mentalno relajada por anteriores excesos musculares. Es lo que mueve a los pensadores alemanes a interrogar y a es(Pasa a la página 970. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica