REPERTORIO AMERICANO 43 la Perea, que atravesara al re con arrogancia. como durante bia y tan llena de encanto, que greso, para evitar los caminos la comida hubiera bebido co el alma se sentia como despeligrosos de Samaria, habia piosas tazas del rico vino de prendida de la tierra y flotaba encontrado gentes preocupadas Sichem, terminó por encoleri hacia el azul purisimo del firpor la aparición del hombre de zarse.
mamento Nazareth. Es cierto que la ma Junto a él, Susana, silenciosa, Pero Eliezer, ciego ante aqueyor parte no creia en él, por miraba con sus obscuros ojos lla belleza inefable, iracundo lo cual muchas de esas ciuda de mujer de Canaan, fijos y por la contradicción y por el des se habian atraido su maldi muy abiertos, como abstraida vino, olvidado ya de sus miración. Asi se le habia oido decir en un dulce ensueño. No osaba mientos hacia el saduceo, vociuna vez con amargura. Ay de decir palabra alguna frente a feraba contra los simples y los ti Betsaida, ay de ti Chorazin. aquel hombre violento, pero en necios que acogían toda suerte ¡Y tu Cafarnaum, que te elevas su corazón se alegraba ante las de malsanas novedades y conshasta el cielo y que serás aba palabras de su huéspedes, sin piraban así contra la estabilitida hasta los infiernos. Porque tiendo ya una secreta simpatia dad del Templo y la santidad si los milagros que han sido por ese desconocido profeta de de la Ley. al despedirse, hechos dentro de tus muros Galilea, que amaba a los niños como si quisiera sellar con una hubieran sido hechos en Sodoma, y a las mujeres, que era suave palabra final la certidumbre de ella hubiera permanecido de pie y sencillo y empleaba su poder sus ideas y de sus creencias hasta hoy. Pero también era milagroso en remediar a los estrechas, exclamo, riendo con cierto, según agregaba el sadu enfermos y enjugar el llanto sarcasmo, a tiempo que abraceo, que había una parte del de los tristes de la tierra. zaba en un amplio ademán todo pueblo poseída de un grave La hora era avanzada. Efraim, el contorno luminoso de sus fervor por aquel rabi Jeschoua, Simeón y el esenio resolvieron campos: que curaba a los enfermos, in retirarse y salieron de la es. Si ese profeta de que hafundía esperanzas a los pobres tancia, disputando aún.
bláis no es un impostor o un y era adorado de las mujeres Afuera, un plenilunio maravi miserable vagabundo, que mis y de los niños por su miseri lloso iluminaba las huertas y plantas sean arrasadas por la cordia y su dulzura.
viñedos en torno a la casa de podre y no quede sana una sola Simeón referia los milagros Eliezer. Desde aquella meseta cepa de mis viñas!
oidos, cuyas nuevas corrian ya de Engadi, se veia, al pie de Yenvolviéndose orgullosapor todo el país y habían lle las riberas escarpadas, la lá mente en el manto, después de gado hasta los graves doctores mina de plata del lago Asfalti saludar con protectora sonrisa del Templo. Desde luego, él se tes. Al norte, un promontorio y a sus visitantes, se volvió hacia mantenia en un vago esceptila embocadura del Jordán; los la casa, cuyos muros blanqueacismo, pero reconocía que aqueobscuros montes de Moab a! ban bajo el albor de la luna.
llas cosas daban mucho que este; al sud, la sombría monpensar. por último, anunció taña de Sebbeh, sobre la que que el rabi se proponia entrar se alzaba la villa de Massada predicando en Jerusalén para y por fin, al oeste, alturas Al dia siguiente, Eliezer, que la fiesta de la Pascua.
abruptas y áridas. todo aque habia pasado una noche agitaPor su parte, Eliezer, obce llo cobraba raros y prodigiosos da, salió, como tenía por coscado, acudia a los textos para contornos, perspectivas miste tumbre, a visitar sus dominios.
demostrar que el hombre de riosas y profundas bajo el he De pronto se detuvo, inmoviliNazareth no podía ser el Me chizo de la luz lunar. Junto a zado por el espanto. Las vides sias prometido por los videntes. la morada, rodeada de tama que tenia ante sus ojos y que. Callad. decía exhaltado y rindos, acacias y laureles, el al dia anterior aparecian lozadejando estallar en sus palabras perfume de los limoneros llenas y promisorias de una ventoda la aversión de los hombres naba el ambiente de lina fra dimia magnifica, yacían achapadel Templo hacia los agitadores gancia que levantaba suspiros rradas, abultadas por las agallas, y los profetas que venían a conen el pecho. Era una noche ti con las hojas blanquecinas do mover el orden establecido. Sin duda se trata de un impostor que engaña a esos estúpidos Quien habla de la galileos para explotarlos y vivir a sus expensas. O, si queréis, admito que pueda ser uno de esos visionarios engendrados por aspiraciones confusas y por se refiere a una empresa en su género, singular en Costa ideas absurdas y condenados a Rica. Su larga experiencia la coloca al nivel de las fábricas que los apedreen como a los análogas más adelantadas del mundo.
otros en la puerta Esterquili Posee una planta completa, más de cuatro manzanas maria ocupa, en las que caben todas sus dependencias: les recordaba las opiniones desdeñosas que oyera en JeruCerveceria, REFRESQUERÍA, OFICINAS, PLANTA ELÉCTRICA, salén, de boca de sabios escriTALLER MECÁNICO, ESTABLO.
bas y doctores fariseos, acerca de Jesús.
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irónica en la boca sensual, el FABRICA saduceo hacia reflexiones prudentes. No sentia por cierto CERVEZAS Naranjada, Ginger Ale, Creningún entusiasmo por el rabi ma, Granadina, Kola, Chan, de Galilea, pero su espiritu Estrella, Lager. Selecta, Fresa, Durazno y Pera.
ecuánime, amante de discurrir Doble, Pilsener y Sencilla.
con lógica, se camplacia en conSIROPES trariar a Eliezer, un poco maliREFRESCOS ciosamente, mostrándole que sus Goma, Limón, Naranja, Durazones y sus citas no eran Kola, Zarza, Limonada, razno, Menta, Frambuesa, etc.
decisivias. Con voz lenta, rePrepara también agua gaseosa de superiores condiciocordábale la profecía de Isaias, nes digestivas.
según la cual, en las tierras de Zabulón y de Neftalí, de la otra Tiene como especialidad para fiestas sociales la Kola parte del Jordán, camino de la DOBLE EFERVESCENTE y como reconstituyente, la mar, en la Galilea de los gen MALTA tiles, el pueblo que marchaba entre sombras vería una gran COSTA RICA luz.
Pero el fariseo discutia aún voradas por la peste. Lleno de pavor, recordando su juramento de la vispera, avanzó algo más.
Ni una sola de las viñas escapaba a aquella desolación. En toda la extensión, antes verdinegra y lu iente, solo se veia una especie de masa grisácea y rala. En una sola noche, la peste había hecho presa de sus vides, reduciéndolas a miseros y repugnantes despojos. Convulso, con los ojos dilatados de terror y la lengua casi paralizada, corrió hasta su casa y llamó a Susana pasmada ante el estado de Eliezer que parecia un poseido y que asiéndola de un brazo, solo acertaba a decir penosamente. Ven a ver. Ven a ver. Le siguió a través de las sendas que rodeaban las viñas, muda de sorpresa e interrogando con los ojos a su marido demente. El había rasgado su túnica y con el rostro postrado, gemia como Job afligido por las iras de Jehová.
De pronto se irguió. fué hacia la casa, cogió un amplio manto, se envolvió en él y montando en su asno, que pacia algo más lejos, se despidió apresuradamente de su mujer, diciéndola que volvería pronto y se lanzó por el camino que llevaba hacia Jerusalén.
Con la cabeza caida sobre el pecho, sumido en una mortal perturbación, Eliezer cabalgaba al trote de su jumento. Su única idea era llegar a Jerusalény ver aquel en cuyo misterioso poder creia ahora con espanto.
No se había atrevido a referir a su mujer su arrogante juramento de la noche anterior, creyendo, supersticiosamente, que el aludir a él le atraeria nuevas y mayores desdichas.
Anhelaba ver al rabi de Galilea, hablar con él y obtener el remedio de su tribulación y la paz de su espíritu. No podia dudar de que una potencia secreta y terrible se abatia sobre él y ya se veia con los ojos de la imaginación despojado de todas sus riquezas, hundido en afrentosa miseria, afligido por alguna peste vergonzosa y reducido a pedir limosna en las calles de Jerusalén. Recordaba la satisfacción y la alegría con que en años anteriores habia hecho ese mismo camino para asistir a la celebración de la Pascua y comparando su prosperidad de entonces con la amargura de esos instantes, hondos suspiros se escapaban de su pecho oprimido.
Asi recorrió los trescientos estadios que separaban a Engadi de la ciudad de Sión. Ya al aproximarse a ésta, se advertia la afluencia enorme de peregrinos que iban a las fiestas de la Pascua desde todos los puntos del país, en ambas márgenes del Jordán. Montados en camellos, hacaneas y burros o bien a pie, hombres de todas edades, mujeres y niños, llenos de provisiones, llevando vestimentas multicolores, prorrumpiendo en cánticos sagrados, agitando palmas y loando a la Cervecería TRAUBE SAN JOSE Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica