32 REPERTORIO AMERICANO por no los milagros de sus dioses, hasta que cayeron dormidos. haber cerrado ya, aunque el sol, que se había ocultado El capitán me brindo la sombra de su pabellón de bor de nosotros, aún no se había puesto.
las de oro y charlamos durante algún tiempo, dicién Entonces, las aves de la selva tornaron volando muy dome él que llevaba mercancias a Perdondaris, y que de retorno llevaría cosas del mar a la hermosa Belzoond.
altas sobre nosotros, con el reflejo bermellón del sol en mirando a través de la abertura del pabellón los brisus pechos, y. arriaron sus piñones tan pronto como vieron el Yann, y abatiéronse entre los árboles. Las cerllantes pájaros y mariposas que cruzaban sobre el río una y otra vez, me quedé dormido, y soñé que era un bandadas, silbando; de súbito giraron y se perdieron cetas empezaron entonces a remontar el río en grandes monarca que entra en su capital bajo empavesados volando río abajo. allí pasó como un proyectil, junto arcos, y que estaban alli todos los músicos del mundo a noso nosotros, el trullo, de forma de flecha; y oímos los tañendo melodiosamente sus instrumentos, pero sin na graznidos de los bandos de die que le aclamase.
patos, que los marineros me dijeron habían llegado cruzando las cordilleras la. el. tre al capitán ajustándose a cimitarras que se había que pasa junto al pico de Miana, dejándolo a la izquier. desceñido para descansar.
da; las águilas de la montaña saben el camino que En aquel momento nos aproximamos al amplio faro traen, y al decir de los hombres, hasta la hora, y todos de Astahahn, que se abre sobre el río. Extrañas barcas los años los esperan en el mismo camino en cuanto las de antiguo corte estaban amarradas a los peldaños. Al nieves han caido sobre los llanos del Norte.
acercarnos vimos el abierto recinto marmoreo, en cuyos Mas pronto avanzó la noche de tal manera, que ya tres lados levantábanse las columnatas del frente de la no vimos los pájaros, y sólo oíamos el zumbido de sus ciudad. en la plaza y a lo largo de las columnatas alas, y de otros innumerables también, hasta que todos paseaba la gente de aquella ciudad con la solemnidad se posaron a lo largo de las márgenes del río, y entonces y el cuidado gesto que corresponde a los ritos del an fue cuando salieron las aves de la noche. En aquel motiguo ceremonial. Todo en aquella ciudad era de estilo mento encendieron los marineros las linternas la antiguo; la decoración de las casas, que, destruida noche, y enormes alevillas aparecieron aleteando en torel tiempo, no había sido reparada, era de las épocas no del barco, y por momentos sus colores suntuosos más remotas; y por todas partes estaban representados hacíanse visibles a la luz de las linternas, pero al punto en piedra los animales que han desaparecido dioda riferry Oraron de nuevo los marineros, y después cenamos y entraban otra vez en la noche, donde todo era negro.
las varias especies de gárgola. Nada se encontraba, ni nos tendimos, y el timonel tomó nuestas vidas a su en los objetos ni en los usos, que fuera nuevo en Ascuidado tahahn. Nadie reparó en nosotros cuando entramos, sino que continuaron sus procesiones y ceremonias en la anLord Dunsany tigua ciudad, y los marineros, que conocían sus costumbres, tampoco pusieron mayor atención en ellos. Pero yo, así que estuvimos cerca, pregunté a uno de ellos que estaba al borde del agua qué hacían los hombres en Astahahn, y cuál era su comercio y con quien traficaban. Dijo: Aquí hemos encadenado y maniatado al Tiempo, que, de otra suerte, hubiera matado a los dioses.
Le pregunté entonces que dioses adoraban en aquela ciudad, y respondió: todos los dioses a quienes el Tiempo no ha matado todavía. Me volvió la espalda y no dijo más y se compuso de nuevo el prop de la antigua usanza. así, según la voluntad del derivamos y abandonamos Astahahn. El río ensanchábase por bajo de Astahahn; allí encontramos mayores cantidades de los pájaros que hacen presa en los peces. eran de plumaje maravilloso, y no salian de la selva, sino que, con sus largos cuellos estirados y con sus patas tendidas hacia atrás en el viento, volaban rectos por el centro del rio.
Entonces empezó a condensarse el anochecer. Una espesa niebla blanca había aparecido sobre el río y calladamente se extendía. Asíase a los árboles con largos brazos impalpables, y ascendia sin cesar, helando el aire; y blancas formas huían a la selva, como si los especPropietane tros de los marineros naufragados estuviesen buscando furtivamente en la sombra los espíritus malignos que tiempo atrás habíanles hecho naufragar en el Yann.
Cuando el sol comenzó a hundirse tras el campo de orquídeas que descollaban en la alfombrada ladera de la selva, los monstruos del rio salieron chapoteando del cieño en que se habían acostado durante el calor del día, y los grandes animales de la selva salian a beber.
Las mariposas habíanse ido a descansar poco antes. En los angostos afluentes que cruzábamos, la noche parecia (Continuará en la próxima entrega AMERICANA SASTRERIA gesto Sanlou Costa Rosa NUESTROS TRABAJOS SON GARANTIZADOS LARGA PRACTICA EN NUEVA YORK Ladies and Hes Gentlemen Taylor Juan Piedra Lado Oeste Foto Hernández Imprenta y Libreria Alsina San José de Costa Rica Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica