KropotkinMarxRosa LuxemburgSocialism

REPERTORIO AMERICANO 373 To scalp De Caras y Caretas. Bs. Aires con ello acentuar un sexo cuyo exterior se desvanece; llegando asi la mujer supercivilizada a constituir un ser hibrido, que de la mujer no ofrece sino la presunción, y del hombre, el equívoco. Pero no son ustedes acasoobjetábanos otra dama quienes fomentan, aceptándolas como dulces corderos, esta moda que tanto les disgusta. Dónde ha observado usted variación alguna en las maneras y proceder del hombre respecto de la mujer; un cambio en sus palabras, en sus deseos. En qué ojos de varón ha notado usted ese casto disgusto por la melena, a que hace usted referencia. Ah, señor! La juventud tiene privilegios, y se necesita ser también joven para apreciarlos. Ah, señora. hemos pensado nosotros. No es su juventud lo que está en juego, sino algo más eterno: la eterna y dulce silueta femenina cuya visión hemos heredado y llevamos en la sangre desde la infancia del mundo. Los sexos tienen distintivos también eternos, y no es posible trastrocarlos sin herir el sexo mismo. En la mujer, la cabellera constituyó siempre el encanto más exaltado, besado, llorado. Si se borra de la poesia humana cuanto concierne al cabello de la mujer, no nos quedará de todo el pasado amor sino cabezas semi rapadas, semi peladas como las que actualmente distinguimos a diario.
Dia llegará, señora mía, en que un hombre sediento de amor se alce en vano sobre sus pies buscando desesperadamente algo que recuerde a una mujer, y no lo hallara. Así y todo seguiremos amando, porque el instinto fatal de los sexos nos hace adivinar una mujer, allí donde la misma ilusión naufragó. Pero esté usted segura, señora, de que todo hombre al cual la dialéctica seductora o violenta de su esposa escalpelada no ha tornado mudo y ciego, sentirá siempre ante la modesta chica de grandes trenzas que viaja en el tranvía, a la entera y completa mujer. CONTECE a veces que un hombre perfectamente fresco de cuerpo sube al tranvia para hacer tres cuadras, porque lleva el alma muerta de fatiga. Podría marchar largas horas sin cansarse, pero no tiene ánimo para desearlo. Sabe que su punto de destino está a sólo cuatrocientos metros y ha tomado el tranvía.
No ha sufrido nuestro hombre en ese día disgustos mayores que los que depara el comercio de los hombres. Ni su labor habitual, ni las contrariedades, ni los desencuentros, ni las citas falsas, ni cada uno de los mil pequeños desengaños del hombre contemporáneo al concluir su diario aporte a la vida, han colmado su alma más de lo preciso Está enfermo tan sólo del momento actual. Sufre la profunda fatiga del hombre que afiliado a una carrera diaria que exigiera cuanto es y hay en él, hallara en la meta por constante y estéril premio a su esfuerzo, esta sola palabra: Civilización.
Nuestro hombre logra apartar de la ventanilla su frente cruzada de arrugas, y vuelve los ojos al interior del tranvia. No es él sólo quien lo ha hecho.
Otros hombres, posiblemente cansados como él, fijan a su vez la mirada en una joven que acaba de subir al coche y de sentarse con extrema modestia en los primeros asientos. No se le ve el rostro; acaso no sea bella. Esa criatura, sin embargo, sobre cuyas espaldas las miradas masculinas se detienen, se suavizan, se aplacan, ha realizado ese milagro merced a la modestia, tan tímida como su actitud, de ostentar una antigua, larga y pura cabellera.
Para los hombres fatigados de ese tranvía, aquella criatura representa lo contrario de la civilización.
Horacio Quiroga a él las madres puedan parecer tan jóvenes como sus hijas, las ancianas tan adorables como las niñas. Melena y pollera corta son factores de la misma coquetería, de la misma esperanza y del mismo monumental engaño.
Una cabeza muy joven puede verse desprovista de cabello, y ofrecer todavía algún encanto; pero no son las adolescentes quienes se desviven por esa masculinización del rostro, sino las damas maduras. solteras, casadas o abuelas.
La melena favorece el yerro sobre la edad, conturba el golpe de vista masculino, aureola de juventud a decrépitas damas; y éstas son, ágiles aun por su flacura, ligeras por la falda, infantiles por la cabeza, quienes propalan, sostienen y defienden este mortuorio símil de juventud.
Una dama nos ha dicho al respecto. Se equivocan ustedes al juzgarnos así. La melena no es sino una de las expresiones de simplificación que caracterizan la vida moderna. Literatura, música, mobiliario, todo tiende a lo simple y estricto. Basta observar el traje femenino, reducido a las más simples lineas, para juzgar por él esta ansia de depurarnos de todo lo incómodo y excesivo. No tenemos tiempo para peinarnos. De esta prisa para vivir, para leer, para desembarazarnos de las cargas de la familia, si usted quiere, ha nacido la melena, que todas las mujeres deberíamos eregir en símbolo de una nueva existencia, y de individualidad y frescura reconquistadas.
Bien. Quien asi nos hablaba desde lo alto de su prisa liberadora, era una ya anciana señora de vestido a la rodilla y de melena, pero cuyos negros párpados al ko y cuyos rojos labios en cupido, habian requerido más tiempo ante el espejo que el que perdieron estérilmente sus cuatro hijas, sin lograr igual seducción.
Pues por ley de compensación, la flapper de este instante recarga de rojo batallante un rostro al cual la cabellera no presta ya suficiente femenilidad. Cuanto más corto es el pelo y más hombruna la cabeza, más oscuras son las bocas y más turbadora es la expresión. Lógrase Ta blero 1928 Kropotkin: Ética 00 Referencias. Jorge Simmel ha escrito una página certera acerca de esto en su Filosofia de la coqueteria. La capacidad de entregarse en el acto amoroso dice Simmel es en la mujer tan profunda y entera, y expresa de modo tan completo su esencia, que acaso no pueda el hombre, en este sentido, igualarla jamás. Cita de Gustavo Pittaluga.
Ella (Rosa Luxemburg. que había dado al socialismo «la obra más genial y profunda después de El Capital, de Marx. según apreciación del historiador Franz Mehring, La acumulación del capital, sabía descender al terreno de la controversia popular y ponerse al nivel de cualquier compañero albañil o mecánico a quien le interesase convencer. Cita de Julio Alvarez del Vayo.
La melena marca en nuestra época el indice exacto a que puede llegar la rebelión de la mujer para no envejecer. Nadie puede engañarse con la argumentación femenina sobre el tópico: comodidad, facilidad, etc.
La razón pura y exclusiva de su imperio radica en que gracias Cortesía de los autores: Las siguientes obras, que recomendamos efusivamente: Sady Sañartu. Teatinos 666.
Santiago de Chile. La sombra del corregidor. Novela de los tiempos coloniales. Prefacio de Martín Noel. Editorial NASCIMENTO. Santiago de Chile, 1927.
Julio Alvarez del Vayo: La senda roja. Espasa Calpe, Madrid. 1928.
Luis López de Mesa: lola.
De estos finos poemas en prosa, editamos en 1922, en las ediciones del Convivio, cuatro: lola, Sonia, Nike, Elena. Esta nueva edición, muy elegante, contiene además: Beatriz, Nove, Maya, Sulamita, Marta, Iselioa, Euritmia.
Luis López de Mesa: La tragedia de Nilse. Editorial Cromos.
Bogotá. 1928.
Pusimos este precioso libro en manos de una amiga predilecta.
Ahora nos lo devuelve y nos dice entre otras cosas: Estoy encantada con el libro de López de Mesa. Es fino, lleno de espiritualidad, encantador. Léalo, vale la pena. La tragedia de Nilse es la eterna tragedia humana, pero humanizada en el libro con una gran delicadeza.
María Enriqueta: Lo irremediable. Novelas. Colección contemporánea. Espasa Calpe, Antonio Mediz Bolio: La Casa del Pueblo del Mayab. Poema.
Mérida. Yucatán. México. 1929.
Armando Godoy. 43, rue Raffet. París XVI. Hosanna sur SASTRERIA LA COLOMBIANA Francisco Gómez TELEFONO 1283 Sucursal en Cartago: Esquina del Teatro Apolo Aviso a mi numerosa clientela que acabo de recibir un surtido de casimires ingleses en todos los estilos modernos, cuento con los mejores operarios del país, también les ofrezco vestidos en abonos de 3. 50 semanales, haced una visita y quedáis convencidos.
El editor Gleizer, de Buenos Aires, nos ha remitido para la venta las siguientes obras: Leopoldo Lugones: Las fuerzas extrañas. 65. 00 Lunario sentimental. 00 El libro de los paisajes. 00 El ángel de la sombra. 00 Luis Franco: Nuevo Mundo 00 Alberto Gerchunoff: La asamblea de la bohardilla 00 Pequeñas prosas. 00 El hombre que habló en la Sorbona. 00 Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica