REPERTORIO AMERICANO 363 Aquí tus celestes lirios virginales escuché del bosque leve voceria, que protegería la escala de seda serán funerales.
y una cabalgata llegó veraniega; pregunté a la niña por el aposento Son lindas las flores de los ventanales: con sus algazaras, donde oyó bandurrias, de alucinamiento.
dijo, y ocultando su faz pesarosa en la fuga puso los llantos, las murrias, Ella apesarada, con suave desvio, de pálida rosa, y en estas mansiones dormidas y raras, respondió. tu lado fué donde se erguian los alcanforeros sonaron festivas las dulces bandurrias; murmura vacio.
como una parada de antiguos lanceros: y fué como sueño, como una balata. Tus ledos amigos de la noche artera, por las rinconeras de buhos castaños sali de paseo en la cabalgata.
dónde están ahora?
que en guardia silente. ciño tu mente pasión importuna. Les tocó la muerte la reveladora, volvían de frente en esos dormidos senderos distantes?
la piedad postrera.
como pensativos sus ojos extraños. Con las bellas voces de los paseantes. Oh, tú que me hablas de triste manera: por museo en ruinas, las niñas tocaban el Claro de Luna.
dla pálida noche nunca has revelado?
con los patinosos apuntes de Goya. De la turba aislada. Ay, no me preguntes su sueño enlutado!
con las golondrinas de amor prisionera en la sombra fuiste?
Hace.
pálida noche sabrá la marquesa?
en la claraboya. Sali de paseo en noche lunada, con mi colorado farol mortecino tal vez mi recuerdo será vago y triste. En estas mansiones lentas y remotas ví, cual de viñeta camarin hialino; Dijo; y, encendiendo claros lamparines será tu alba mustia, tu dicha precaria mis ojos despiertos brilló nacarina como la azucena; como la estelaria.
se abrían con ansia de ver a los muertos: el estanque enviaba desde los jardines Quien sabe si miro las sendas ignotas, parecióme, entonces, que en arias y duos, de fervidas notas.
los arpegios suaves de su cantilena; a mi guiadora Tan sólo esta noche de Enero, serena del huerto subían hablaron los buhos y se desparcian llegué a esta morada del dintel derruido; indianos efluvios, por sentir la pena y ella indagadora en el pardo kiosco de hechura grotesca de una remota, azul temporada: mi pensar leyendo, dijo en són dormido: vagaban las luces cual danza arabesca por ver las esquivas y mudas estanzas Cuentan maravillas de los duendes rubios.
do vive la sombra de mis añoranzas: de esta casa añosa de mustias señales: La contemplé muda y te hallé en la noche, como un bien perdido mil pavores cuentan las gentes sencillas, en mistica niebla.
las gentes banales.
como la esperanza; Tu secreto dime, de dulce tiniebla. En la alcoba siento pasos desiguales: la mente en la duda o en la remembranza. Siempre para tu alma será incomprendido.
clas ayas vigilan?
Dijo en la inclemente noche nebulosa, y siempre delante. Son unas lejanas pendulas que oscilan: de mi se ocultaba con triste semblante; la campiña estaba como negra fosa; nos miden las horas.
en la lejania Dulces a tu lado seran voladoras.
y busqué las flores que en su celestia, un sauce moria me hubo ofrecido. En estos lugares no fueron injustas.
cual gigante armado. Ahora olvidemos las cosas vetustas; y este don había de sombrio yelmo desde la persiana se ve la glorieta desaparecido; donde se extinguia con sus amorcillos color de violeta: pensé que la noche un fuego morado sería precaria: alli, la dulzura sabré de tu sueño: cual luz de santelmo; porque tus miradas serán más azules.
lo que dura el broche en monte distante. Mi alma es secreta.
de la pasionaria: en huerto lindante. Volverá a tus ojos el brillo risueño; que al llegar el dia, del ave agorera temblo el alarido la flor se abriria tus ojos cansados de mirar los gules; por vallas, taludes: a nuevos amores: volverá a tus ojos cuando picaflores tocaban los sauces sus tristes laudes, la dulce gacela besen la azucena.
y en quinta desierta, seria mañana Yo adoro la obscura mansión de mi pena, junto a la fontana de llorosas voces, de los cazadores Hoy mis vespertinos y dulces vagares me dió la adorable niña sus adioses, y al ver la ventana callados de muerta.
trajo mi esperanza a estos lugares; senti a mi llegada, rubia sinfonia, junto a la arboleda Enero 1922 y ya en la penumbra teme el alma mia.
Eres una aurora que soñares mustios no ha despejado. Yo soy un recuerdo de un ayer rosado. Abrirás tus ojos, al amor, despiertos. Cuán honda seria Por su hijo tu melancolia si los vieras muertos.
JAMES BARRIE Tú, juncal preludio de la primavera feliz, no respondas de triste manera; Trad. de Ernesto Montenegro fulges como un lampo de la cordillera en esta sombría estancia agorera.
CAPÍTULO VI. La ilusión aleja la quinta piadosa. Constante la ansio porque es vagarosa Un sirviente para todo como los perfumes. En vano consumes veces me tocaba a mi servir para todo. De veras? me dice entusiasmada. Es tu llama en espera Muy de mañana, mi madre llega sin ruido a lo que ha venido, precisamente; pero no de rosa quimera.
hasta mi cuarto. La reconozco a pesar de puede dejar de reflexionar. Es una lásti Amo las festivas canciones sonadas que mis ojos siguen cerrados y no estoy ma hacerte levantar.
de quintas rosadas más que a medias despierto. Puede que es. me voy a encargar de la casa por do bailan las niñas tuviese soñando con ella, pues su presen hoy; voy a hacer fuego y a lavar la vajilla.
de ojos azules, cia me resulta muy natural, como si al des. No digas. cómo habia de pedirte eso el baile de tules.
pertar no hiciera más que verla salir por a ti, un autor de libros. Yo sé las baladas bellas ilusorias, una puerta y entrar por la otra. Ella está No será esta la primera vez, madre, desde la gracia indolente absorta en un monologo: que soy autor.
que llenan la mente Me cuesta resolverme a despertarle. Más bien di la cincuentena dice casi de tristes memorias: no seria raro que hubiese estado escribiendo alegre.
sonata ninguna hasta tarde. Oh esa mania de escribir. He comenzado con suerte, pues lo prinhabrá que al ensueño del amor no impulse: No, mejor que no le despierte.
cipal hoy día es mantener su ánimo.
aqui de Beethoven el Claro de Luna Me incorporo de golpe. Ella se retuerce Golpean a la puerta de calle. Es el paamor encendia en la noche dulce.
los brazos.
nadero. Recibo el pati, mirando al hombre De enero en la noche romántica una. Qué pasa? exclamo. pero sé de an con tal seriedad que no se atreve a sonsenda vaporosa su rumbo torcia, temano lo que va a decirme. Mi hermana ha reirme.
el aire sereno, caido con una de esas jaquecas a que ni ella Vuelta a golpear la puerta. Es el cartero.
perfume de rosas del campo traia, misma puede sobreponerse, y mi madre que (Espero que no haya visto que tenía la tapa daban su veneno sonríe al dolor como a un amigo, está afli de la tetera en la otra mano)
las adormideras de la cercania, gidisima por el sufrimiento de su hija. se Un ruido furioso en otra parte de la casa.
bajo guarangales dispone a ir a la cocina a prepararle una taza Esto quiere decir que el autor está en la iba el ave ciega de te.
carbonera.
con sus caprichosos vuelos desiguales. En un momento hago yo el té, madre. poco llego arriba en triunfo con mis dos Margarita Ogilvy Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica