354 REPERTORIO AMERICANO un estado puede también, dejando de lado algunos escrúpulos, engrandecerse a la sombra de la civilización.
Libertad y justicia no son paJabras que puedan contener a una nación que quiere enriquecerse a ultranza. Pero cuando durante la gran guerra nos uniamos todos para recordarlas al imperio germano, que en aquellos momentos las olvidaba, estábamos lejos de pensar entonces que trece años más tarde debiamos prohijar para nuestro pueblo la misma vanidad guerrera y la misma locura imperial que cómodamente restábamos a aquel país.
En vano hemos cantado a algún inerme pequeño pueblo de la historia antigua, cuna de la civilización, y renegado de los grandes imperios bárbaros de todas las edades. La fuerza necesaria, pero modesta; la cultura superior, pero honrada, no parecen bastar para el engrandecimiento de una nación, sino para amenazar su libertad. El viejo germanismo, tantas veces vilipendiado, se enciende ahora con nosotros en esta antorcha clavada en las fronteras: La libertad no es un derecho ¡Cuidado!
Si; es cierto. Los hombres y los pueblos tienen la libertad que pueden; nada más cierto.
Pero yo sé, a la par de muchos, que existe en el alma humana un sentimiento de justicia sostenido por la generosidad, y no por la fuerza. Que la libertad es un privilegio sagrado. que quien la desea para sí y la desdeña para los otros es libre sólo por casualidad.
Sé también que este nacionalismo no es casi nunca el soplo de un alma helada, sino una posición dialéctica. Pero subleva el alma que sea a veces un alto intelectual un amigo quien se expresa de esta atroz manera.
Anotamos una vez que los caracteres definitivos del alma argentina no estaban aún delineados. Posee, sin embargo, la naciente civilización argentina un carácter estadual, fijado ya a través de cuatro generaciones y el más puro que se pueda conceder a una nación: el de su generosidad internacional. Pudo la Argentina en más de una ocasión engrandecer su erario y su territorio. No lo hizo. Es posible, pues, de un estado exigir una moral inteligible para el corazón de sus hijos.
Horacio Quiroga Cancionero de la mal a a da Del tomo, ya pronto a publicarse, Canciones y Ensayos.
Para Repertorio Americano ¿Que dónde puestos mis amores he. Pues no se lo dire!
Que los tengo y los guardo y los quiero cual ni tiene ni guarda ni quiere Ud. vente, que te adoro, ya lo vas a ver!
vas a suplicarme, ya lo vas a ver. Que mis miradas pobres lo ponen tristón. Pues tiene razón!
Que mis ojos bien miran, y miran lo que miran mirando en mi corazón!
Ay, si yo supiera que en el paseo estás, ay, mi miradita, iriame a pasear. Que mi boca loca no sabe decir. Pues le valga el sufrir!
Que esta mi boca loca sólo de amores habla, desde la tarde que lo conoci! si yo supiera que en la cogida estás té juro que yo seria un cafetito más. Ay, pobre! Mis amores he do no se lo diré.
Si dó se guardan quiere saber es en mi pecho, sépalo bien! si yo supiera que hacia el campo vas yo sería un paisaje de los que verás! 單車 Ay, vida mia!
Qué mal te estarás!
Vente conmigo, compararás!
Ay, morenita mia, si supiera yo que estás regando el huerto, yo me haria un terrón para que me regaras y me golpearas sin conmiseración!
Vente y me dices si es lo mismo estar palpando al amado, soñando un soñar!
Ay, ay, ay que bien quiero yo ser algo a tus ojos y a tu corazón!
Ay, vida mía, qué mal te estarás temiendo al amado que deseando estás!
Vente conmigo ya me dirás si es la dulzura lo que te tengo o es la dulzura ese soñar Tanto era el fuego, tanto el querer, nue todo nos fue como el todo volvernos a ver!
Tanto era el fuego de aquel querer!
Vente, que te quiero, yo bien sé de amor!
Vente, que te adoro, ya lo vas a ver! si logro todo lo que yo me sé. Vente, que te quiero, yo bien sé de amor!
Tanto era el delirio por vernos que todo fue estar uno frente a otro para re comenzar!
Tanto era el delirio por recomenzar. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica