134 REPERTORIO AMERICANO Arráncalos de la oscuridad y del vacio, no esperes el ruego de mi palabra.
Es el grito de mis hijos que añoran el calor de nuestro lecho tibio y el rededor de nuestra mesa clara.
Amada: arráncalos ya de tus entrañas, no permitas que en ella de tristeza se sequen, que sin su amor, amada, quién nos guardaria de la nieve en la invernada y en el invierno de la vida de la nieve.
iCaballo blanco. Caballo loco. Caballo mio. Dónde estás, que no veo la nube de fuego que te defendia?
Todo arraiga y florece y se seca bajo el cielo mío.
Caballo de anhelos, caballo de Dios, rodéame de fuego, que aqui me pudriria. Ginete blanco. Ginete loco. Glnete mío. Dónde estoy? Me detuvo el relincho de este otro hermano que (aquí se moría.
El Caballo de las Rosas domando ya el brio ha oido el supremo silbido de Dios, deja pues que le acompañe en la agonía.
Florezca ya el bordón en nuestros dedos y suenen nuestras venas como flautas, que en el fondo del pecho noventa y nueve sentidos acaban de nacernos y hemos visto una luz nueva brillar en la montaña. Ginete blanco. Ginete loco. Ginete mio!
Ni la carcoma, ni el sueño, ni los gusanos de la muerte ya temeria que al perfume de las rosas de su flanco bravio, Ginete de anhelos, Ginete de Dios, sólo para vivir eternamente se moriría.
El velo de la melancolía Lleváis sobre la faz velo tan fino que no se quién ni cómo os lo tejia.
Toda la luz del cielo no daria para tejer el velo leve y fino de vuestra melancolía. Caballo blanco! Caballo loco! Caballo mío!
Que la suerte del Caballo de las Rosas los celos levanta en el alma mía.
Todo se seca y se aduerme y se pudre dentro de mí. Caballo mio, si tú también oyeras el supremo silbido de Dios, con qué explosión de gozo os gritaria. Up. Up. Up. Up. Es ancho el camino y el cielo es azul!
Bruxelles. 1927.
Preguntadme. con qué os queréis cubrir para guardaros de la luz del día, de los ojos inios diestros al herir?
y os dire: Con el velo fino de vuestra melancolia.
Pesadilla Esta péndola intranquila que cual martillo me golpea la sien el sueño me hace huir de la pupila, sentir la noche cual anillo, que zumba y rueda y se lleva el tiempo en él.
Preguntadme. con qué velo velada quisierais la tortura desbordada que desde el corazón os subiria a los ojos en una luz morada?
y os dire: Con el velo fino de vuestra melancolía Alta es la noche; pero inútilmente acercaré la oreja a mi cojin, que el ritmo de mi pulso, intermitente, a sacudidas, lo hace percutir y más que un caracol rumora asi.
Preguntadme. con qué me cubriría para salvar a mis amigos de los celos, cuando la caricia mía os tuviera más cerca? y os dire: Con el velo fino de vuestra melancolía.
Cual cuerpo muerto, la mirada abierta a la luz que no acaba de llegar. un velo tenue por mi cara yerta del espacio el halago siento ya, con un poco de gozo y de ansiedad. si me preguntáis, cuando del día la luz me deje ya para morir. qué vestido de muerte he de vestir?
Ponedme, amiga, os diré el velo fino de vuestra melancolía. Haz la tiniebla ante mis ojos clara, oh, Señor de la noche y del albor!
Este espacio que ahora lleno, para quién se abrirá cuando me muera yo. Quién sabe antes de mi quién lo lleno!
Bruxelles, 20 de julio de 1927.
Los dos caballos En este punto y este mismo lecho con un dulce terror recuerdo, que mis padres muertos envolviera, estrecho el espacio en que está mi desnudez, y ahora aqui, cara a cara, a todos tres. Emilia Bernal ¡Caballo blanco. Caballo loco. Caballo mío!
Este viento, este cielo, estas nubes, que celos levantan en el alma mía.
Que todo corre, todo zumba, todo vuela sobre mi. Caballo mio, caballo de anhelos, caballo de Dios, llévame contigo a volar, que aqui me secaría. Oh la caricia del difunto amado qué tibiecita y llena de dulzor!
mas, la del muerto ajeno, que ignorado viene a acostarse a nuestro lado, no. Cómo es fría y es honda de pavor. Caballo blanco. Caballo loco. Caballo mío. Dónde estás, que no se oye aquel pifano que siempre se oia?
Que todo canta y acaricia y languidece en torno mio.
Caballo de anhelos, caballo de Dios, relincha fuerte, que aquí me secaría.
Por eso ahora cuando pienso en tanto espacio como tengo en derredor con el padre y la madre quedo, por no tocar con este cruel espanto de otro muerto que el tiempo ya heló. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica