Violence

REPERTORIO AMERICANO 133 ambición, el rencor, la simpatia y otras innumerables fuerzas del sentimiento tienen este mismo carácter de flujo humoral, que en el. cuerpo caracteriza a las secreciones internas. La termilogia más antigua indica ya la percepción de que los sentimientos tienen una consistencia flúida en comparación, por ejemplo, con los conceptos que son contenidos psiquicos de contornos precisos y que pulidos por la ciencia adquieren rigorosas aristas hasta parecer geométricos diamantes. Así melancolía significa propiamente «flujo negro y nuestro idioma habla aún de buen humor y mal humor para denominar nuestro estado emocional. Derramósele la melancolía por el corazón» dice Cervantes de Don Quijote en aquellos últimos capítulos tan delicadamente tristes.
Mediante reacciones sentimentales podemos, pues, favorecer o corregir el pulso radical de la vida psíquica. La técnica de estos influjos, la proporción o combinación en que deben suministrarse las corrientes emotivas es, sin duda, bastante complicada.
Sin embargo, la importancia pedagógica de ciertas emociones corroborantes no ofrece lugar a duda. El niño debe ser envuelto en una atmósfera de sentimientos audaces y magnánimos, ambiciosos y entusiastas. Un poco de violencia y un poco de dureza convendría también fomentar en él. Por el contrario, deberá apartarse de su derredot cuanto pueda deprimir su confianza en sí mismo y en la vida cósmica, cuanto siembre en su interior suspicacia y le haga presentir lo equivoco de la existencia.
Por esto yo creo que imágenes como la de Hércules y Ulises serán eternamente escolares. Gozan de una irradiación inmarcesible generatriz de inagotables entusiasmos (1. Un pedagogo practicista despreciará estos mitos y en lugar de tales imágenes (Pasa a la página 135. 6) Zoología y botánica han llegado a describir, diferenciar y clasificar minuciosamente hasta dos millones de especies animales y vegetales, sin que nadie las tache de bizantinismo. En cambio, la psicología sale al frente de la fauna y la flora psíquica, tal vez no menos ricas que las otras, con tres o cuatro docenas de conceptos y aun esos toscos y mal diferenciados. Esto es imperdonable. La psique es infinitamente más ingeniosa que nuestra psicologia. Yo espero que se nos deje a los psicólogos un amplio margen para más sutiles distinciones y clasificaciones.
bre. en lugar de apresurarse a convertirnos en instrumentos eficaces para tales o cuales formas transitorias de la civilización debe fomentar con desinterés y sin prejuicios el tono vital primigenio de nuestra personalidad.
Para ello necesita aprender el tratamiento de las funciones psíquicas internas.
Entre éstas las más profundas y eficaces son los sentimientos. Seria interesante, si el espacio no lo vedara, desarrollar con alguna minucia el paralelismo entre sentimientos y emociones de un lado y las secreciones internas de otro. Sabido es que la actividad sentimental constituye una de las grandes objeciones contra el darwinismo y, a la par, uno de los problemas más difíciles en biologia. El sentimiento, por lo menos primariamente, carece de utilidad externa.
Que al tocar con el dedo una llama experimente el sujeto una sensación de dolor es útil, porque provoca el movimiento de retirar la mano. Pero que esa sensación de dolor suscite además un sentimiento de desagrado a veces tan vivo que lleva a contraer los músculos de la cara y a verter lágrimas no parece de provecho alguno. veces el perjuicio es evidente. El miedo que la percepción de un peligro origina produce en ocasiones la paralización de la motilidad impidiendo la huida oportuna.
Pero no voy ahora a perderme en esta sugestiva ruta de la biologia del sentimiento y de los gestos expresivos que de él se disparan. Me basta hacer notar al lector la superfluidad del sentimiento mirado desde el punto de vista de las actividades externas. La alegría o la tristeza son funciones internas, inútiles si se las refiere a la periferia de la vida, a la adaptación exterior, pero de clara eficacia si se mira hacia el centro intimo de la vida. Porque, en resolución, ese pulso vital de que antes hablaba se nutre, potencia y regula a sí mismo por medio de emanaciones sentimentales.
Cuando en una corriente eléctrica se abre o cierra un circuito prodúcense corrientes inducidas que reobran sobre la corriente primaria de donde nacieron. Muy semejante a este fenómeno físico es la fisonomía de los sentimientos. Presentad al niño la imagen de Hércules echándose al hombro el toro de Creta o a Ulises sonriendo desde la marina mientras el ciclope aúlla de dolor con el asta astuta clavada en la frente: en la fontana vital del niño se producirá un estremecimiento y de él brotará a poco una fluida oleada de cálida irreal materia que inundará el volumen entero de su alma. Es el entusiasmo, ardiente ráfaga intima que cruza nuestro paisaje psíquico con todo el dinamismo exaltador de una primavera momentánea. Las porciones de la psique que acaso estaban entumecidas y como solidificadas vuelven a licuarse y fluir bajo el nuevo calor. Nos parece haber perdido de peso, nos sentimos capaces de todo e inertes un momento antes, advertimos con sorpresa en nosotros una súbita posibilidad de heroísmo.
La alegria, la tristeza, la esperanza, la melancolía, la compasión, la vergüenza, la (7) Lo que hoy son para nosotros fueron a la hora de su nacimiento. En el libro que sobre Platón acaba de publicar Willamowitz Moellendorf, el mejor conocedor de Grecia entre los vivientes, leo esto. Has nacido bueno y puedes obrar certeramente cca sólo querer. De tu propio esfuerzo depende todo y ni hombres ni dioses te estorbarán para que hagas lo que tienes que hacer. Para vencer, te basta con tu vigor, si sabes emplearlo. En estas palabras formularía yo lo que la leyenda de Hércules queria decir a los griegos. Platón: su vida y sus obras, 1919 José Eguren: Sus mejores poesías (Véase la entrega anterior. Tomadas del Boletin Bibliográfico de la Biblioteca de la Universidad Mayor de San Marcos. Lima. Entrega correspondiente a diciembre de 1924. De Simbólicas. Lima, 1911 La comparsa Los reyes rojos Desde la aurora combaten dos reyes rojos, con lanza de oro.
Por verde bosque y en los purpurinos cerros vibra su ceno.
Falcones reyes batallan en lejanías de oro azulinas.
Por la luz cadmio, airadas se ven pequeñas sus formas negras.
Viene la noche y firmes combaten foscos los reyes rojos.
Alli van sobre el hielo las figurantas sepultando en la bruma su paranieve, y el automóvil rueda con finas llantas, y los ojos se exponen al viento aleve.
Allí están con la risa multicolora cascabeles felices de la locura, y al poniente fluctúa luz incolora, y los méganos ciñe la nieve obscura.
Asi pasan los bellos, claros semblantes a la luna del alma, la luna muerta; las que vimos festivas formas galantes se pierden en las luces del alba incierta.
La amarilla corneja Hora en la nieve y en un sueño fenece su grito alado; hoy seguir la comparsa nadie se atreve; porque aquella alegría no ha regresado.
Lis (4) Nada más caracterisrico de la inversión a que se van sometiendo las ideas biológicas en nuestros dias que los admirables ensayos de von Uxkull para estudiar la vida como una adaptación del medio al organismo. Ideas del siglo xx. 5) El atraso en que la pscicologia actual se encuentra respecto a los fenómenos sentimentales es sencillamente escandaloso y un síntoma inequívoco de lo que fué el alma de estos últimos ochenta años afortunadamente transcurridos ya. Mis oyentes universitarios pudieron advertir la incalculable ampliación que cabe dar al estudio de los sentimientos en las seis lecciones sobre el amor y el odio que inclui en mi curso del año pasado. Pero jay! el público no se da cuenta de que trabajar en nuestra universidad es escribir sobre arena o esculpir el mar.
Las torres Brunas lejanías.
batallan las torres presentando siluetas enormes.
Aureas lejanías. las torres monarcas se confunden en sus iras llamas.
Rojas lejanías. se hieren las torres; purpurados se oyen sus clamores.
Negras lejanías.
horas cenicientas se obscurecen jay, las torres muertas!
Con dulces begonias danzaban las mimas, con las ceremonias de las pantomimas.
Azul, amarillo el rostro pintado, y al talle el cintillo celeste dorado. luego ampulosas con sus crinolinas, se pierden graciosas en las bambalinas. cien figurones adornan el traje, y sus pantalones de nítido encaje. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica