REPERTORIO AMERICANO 227 El batallón en que le tocó salir tuvo la suerte de ser colocado en un puesto de poco peligro para los niños de ese contingente, formado por ciudadanos recién recibidos de bachilleres colegiales entusiastas.
valientes y sin reflexión.
a Pasó un mes. Elena había tenido noticias del militar, buemas noticias, recibidas en una cartita corta en que Miguel le contaba su vida de campaña, muy accidentada en cuanto a trabajos en las trincheras, pero todavia sin peligros a la vista.
Corrió otro mes y medio más, sin cartas ni noticias; la tía se desvelaba y empezó a preguntar a las personas más destacadas del pueblo «si algo nuevo se sabías; pero no le decian nada.
El Cura le predicaba paciencia, fe y, por último, resignación.
Una vecina le relató casos de madres que habían llorado por muertos a sus hijos los cuales, de manera sobrenatural, aparecieron vivos.
Con todo esto, ella pensaba en desastres y quería hacer el ánimo a todo.
Una tarde, la jefe del telégrafo mandó con su chico un papel doblado para la señorita Elena y se quedó pensando. Ya le llegó el turno a la pobre tía!
Elena estaba lavando los vidrios cuando recibió el telegrama en que le anunciaban. Una granada al estallar en las trincheras, había ocasionado en el batallón de los 33 varias pérdidas. Algunos soldados desaparecidos. Desde entonces su vida no tuvo otro objeto que averiguar, por todos los medios a su alcance, si su sobrino se contaria entre los desaparecidos. No se daba reposo; escribía, preguntaba, telegrafiaba. Cuando las fuerzas la iban abandonando, le llegó un despacho militar del cuerpo de ejército en que su sobrino se enrolara. Decia, sin piedad. De orden del Comandante del batallón 33; a Elena Turrel, como próximo pariente del fallecido alférez Miguel Turrel. Ha sido identificado, y sus restos sepultados en el Cementerio Militar de Hagenzeele. este documento acompanaba su carnet, una hoja de libreta escrita con lápiz indeleble y su reloj de plata. Indicaba también el número de la tumba y la fila en donde estaba.
Ahora debía encontrar ese pedazo de tierra que guardaba el cuerpo de Miguel.
Al principio le pareció muy sencillo ir adonde el papel le señalaba.
Resuelta ya a emprender su peregrinación, pudo sacar en limpio que, para llegar a Hagenzeele, debia tomar el tren, después el bote y con unas dos horas de navegación, arribaria al puerto donde podria pasar la noche en confortable hotel, y a la mañana temprano, caminando hoy varias comisiones. Mi sis fue. y es aún! por esto a pie una distancia de pocas tema es juntar algunas de la vengo y tomo las comisiones.
cuadras, llegaria hasta la tumba. misma fila, tomar bien la orien. Por pisar esta tierra; por ron. Sabe Ud. bien cuál es la tación y en seguida me embarco dar estos sitios!
tumba? preguntó a Elena un con mi Kodac. Qué consuelo. por qué tiene Ud. esta vecino que la despedia.
para los deudos. No?
expansión conmigo? preguntó. Oh! si, gracias respon. Sin duda, ya lo creo! Elena.
dió.
contestó la tia estremeciéndose. Porque estoy cansada de Al mismo tiempo le mostraba. Si no fuera asi, me parece mentir, de fingir y de inventar!
la hoja de papel con las señas. que no tendría yo tantos y tan por eso. Cuando no estoy diEn la primera oficina por la tos pedidos. Quince nombres ciendo alguna mentira, la estoy cual tuvo que pasar, para lle llevo aquí agregó con cierta pensando. Ah. señora, Ud. no nar las formalidades del caso, sabe mi martirio. Es una de complacencia, acariciando su se encontro con un cuadro triste: máquina fotográfica.
aquellas cosas que se quisieran una pobre mujer alta, dema Después: borrar. He de seguir viviendo crada y con semblante de dolor a pesar de todo. Mañana voy Esta noche debo sortearlos.
rabioso, hablaba sollozando: por la novena vez y quiero. Ah. me olvidaba: y Ud. por antes de ir, haberlo confesado. Tengo que encontrarlo. Se quién viene?
llamaba Anderson. Me le matacon alguien, porque es indigno Por un sobrino.
ron en Dickesbusk. Tenía 15 llegar otra vez manchada, enaños. Si no lo encuentro me La otra continuó reflexio negrecida por la mentira de volveré loca.
nando en alta voz: tantos años. Quiero pronunciar Yo pienso siempre sobre siquiera una vez la palabra que Asi dijo y se desplomó sobre el «más allá y lo que veremos ha pugnado por salir de mi el escritorio del Oficial.
después de la muerte. Qué boca y que la vergüenza me La esposa de este salió incree Ud?
ha obligado a cambiar por una mediatamente, la tomó y la llevó Nada me atrevo a pensar cobarde negativa. Soy madre!
a su cama.
ni quiero suponer. Soy madre. Oh! tumba más Todos los días se ven esfeliz que yo. tas cosas aqui dijo. Esta in Tal vez tenga razón; es Elena callaba, respetando ese feliz tiene la cabeza mala; ayer preferible no escudriñar. Bas dolor. La señorita Scarworth aseguró que habían asesinado tante hay con lo que vemos y se despidió con un abrazo, muy sufrimos. Bueno. ya no la atorsu hijo en Hooge. Ud.
emocionada mentaré más. tiene seguridad de dar con «su» sepultura? No lo crea tan Sin embargo, comió en la sencillo agregó dirigiéndose misma mesa y Elena tuvo que la mañana siguiente, la tia a Elena oírle una larga retahila de nomde Miguel se dirigió al campo Si, la tengo; gracias. bres y señas de las 15 comisanto. La senda era derecha y respondió ella alejándose desiones. Por fin, a las 9, se pudo plana; el tránsito habia suaviallí por temor de la pobre mujer.
retirar a su habitación. Pero zado de tal manera el pavi: casi inmediatamente le golpeamento, que parecia de una susron la puerta: la señorita Scartancia metálica. Allí en el worth (así se llamaba) venia Cementerio estaban 21 mil solEntre la multitud que pechaba con su lista en la mano.
dados, un inmenso mar de crucerca de la boleteria para tomar Si. exclamo comprendo ces negras, cada una con su sus pasajes, una inglesa de reque la tengo aburrida, enferma, número en un latón colgado.
gular edad, sencilla en su veshostigada ipero debo decirle El terreno presentaba hacia el tir y de figura corriente, le algo! Supongo que. Ud. es poniente otro mar de lápidas sonrió con modo amistoso, dissoltera. No ha querido ca blancas. Elena consultó su papuesta a entablar conversación. sarse? En fin, no importa. Debo pel, miró en una y otra direc Yo también voy por el decirle a alguien, no puedo ya ción, fue hacia arriba y hacia camino de Ud. a Hagenzeelesoportar más!
abajo; pero para confundirse. Por favor. escúcheme. todavía más. Nada había que le dijo. aunque no precisamente allá mismo sino a la La señorita Scarworth se había coincidiera con la dirección de «Rosiére, un poco al sur, cerca apoyado contra la puerta cesu tumba. Volvió por otra calle de la refineria de azúcar. Jus rrada y gesticulaba de un modo donde encontró algunas recién cerradas.
tamente deslinda con Hagenextraño.
zeele Tercero. Tiene pedido. Hace un momento continuo Un hombre arrodillado junto su cuarto al hotel. que le he revelado el objeto a una lápida plantaba flores y recortaba los bordes de «boj. Si, ya lo he solicitado por de mi viaje: mis tumbas, mi esElena se dirigió a él con su telégrafo. Gracias.
píritu de llevar consuelo a los papel en la mano. Muy bien hecho! porque que perdieron sus deudos. Es. quién busca Ud, señora?
a veces es verdad que no hay asi realmente; traigo «comisioni una alma y otras está eso nes» que cumplir; pero no to Al teniente Miguel Turrel, das, no todas lo son.
mi sobrino y repitió lo que lleno de pasajeros. Se llama El Leon de Oro, y tiene ahora Sus ojos vagaban con extrahabía dicho ya mil veces.
hasta sus baños tibios, como viada expresión El hombre, levantándose del que es frecuentado por la me Mire ¡qué raros son los papesuelo, la miró con profunda jor gente.
les de la pared! Como le iba compasión. Luego dirigiéndose Todo esto es nuevo para diciendo: le juro que son encara ese mar de cruces desnudas, le dijo: mi dijo Elena. Vengo por pri gos; pero. también he de demera vez.
cirle que «Una» hay para mí Venga, yo le mostraré la tumba de su hijo. Es posible? Yo hago ahora que me importa más que todo mi noveno viaje, desde el Ar lo del mundo entero. Me ha misticio, no por mi, a Dios gra comprendido?
cias, pues no he perdido a nin Elena movió la cabeza en Cuando Elena se retiraba, gún pariente; pero no faltan señal de haber entendido. vió hacia el fondo del Campopersonas amigas a quienes ha Más, mucho más que todo; santo al Jardinero que seguia cerles el favor de venir a ver, y a pesar de eso, no debiera plantando flores y con la brisa a buscar la tumba del ser que confesarlo! no debiera hablarlo! de la tarde que soplaba, pudo rido y hasta tomar la fotografia Esa tumba, ese recuerdo es de escuchar su canto monótono: para consuelo de muchos. Llevo algo que debo olvidar. Aquello Yo sé que tengo una tumba pero no sé cuál será: Rudyard Kipling Dios del cielo que me mira.
fsabra muy bien donde esta. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica 11