186 REPERTORIO AMERICANO herido y de sus perseguidores y de la mujer que lo esperó en vano, viene el estribillo melódico: Verde que te quiero verde, verde viento, verdes ramas, cómo, suscitadas por el verde el viento y las frondas, prorrumpen y dan cima al romance estas dos imágenes pueriles e inconexas. El barco sobre la mar, y el caballo en la montaña!
Alviertase ahora la grandeza primitiva, el horizonte de epopeya que tienen versos como éstos: La noche busca llanuras porque quiere arrodillarse.
o bien: Sus ojos en las umbrías se empañan de inmensa noche. entre los versos arbitrarios y modernos, en que se reconoce la nueva poesia (que cuando es de esta calidad va de la mano de la de todos los tiempos. pueden saborearse: La tarde, loca de higueras y de rumores calientes, cae desmayada en los muslos heridos de los jinetes. de contemplación cubista diríase: Fachadas de cal ponían cuadrada y blanca la noche.
o bien, materializando la sensación del viento, al que en otro verso admirable se le llama Sátiro de estrellas bajas: Precioso tira el pandero y corre sin detenerse.
El viento hombrón la persigue con una espada caliente. concretando la contemplación de unos guardias civiles que cruzan la noche: y no entre los menos eficaces. Véase contemporánea, por regla general tan todo el romance del Emplazado, y desjugada de emoción y de trazo tan préstese el oído a versos como éstos: intelectualista. Por fortuna, henos aquí frente a. y un horizonte de perros una auténtica sensibilidad ladra muy lejos del río.
poética, que no ha menester de esfuerzo para aparecer emocionada, y a Un vuelo de gritos largos la que basta el abandonarse al caprise levantó en las veletas.
cho de su inspiración creadora. el cielo daba portazos Pero, aparte de sus valores propiaal brusco rumor del bosque, mente líricos (los esenciales, en fin mientras clamaban las luces de cuentas, en toda poesía. la noveen los altos corredores.
dad literaria capital de estos romances Pero los mejores momentos de esta nos la ofrece su interpretación del vena arbitraria son quizá aquellos de gitanismo, tema que, hasta ahora, sirpuro canto, de arrebato lírico, en que viera accidentalmente de motivos deel poeta se encara directamente con corativos a muchos poetas, pero que las cosas y se deja arrastrar por la nunca antes de García Lorca fuera sugestión melódica, al compás de viejos enfrontado íntegramente. Requeríase, estribillos populares. Tal, por ejemplo, sin duda, para ello, el ser andaluz, y en ese extraordinario Romance de la más aún, granadino, con ese mismo Guardia civil, cuando, evocando la paisaje hermanador en torno, y la ciudad de los gitanos, canta: mocedad, seguramente indispensable para la adivinación de una raza que ¡Oh ciudad de los gitanos!
diríase vive en perpetua adolescencia. Quién te vió y no te recuerda? ni niño ni hombre.
Ciudad de dolor y almizcle, Adviértese en todo el libro de García con las torres de canela.
Cuando llegaba la noche, Lorca la contemplación acendrada y noche que noche nochera, un profundo amor, único instrumento los gitanos en sus fraguas capaz de lograr estos milagros de inforjaban soles y flechas.
tuición, y de cantar así: Un caballo malherido llamaba a todas las puertas.
Gallos de vidrio cantaban ¡Oh pena de los gitanos!
por Jerez de la Frontera.
Pena limpia y siempre sola.
El viento vuelve desnudo ¡Oh pena de cauce oculto la esquina de la sorpresa y madrugada remota!
en la noche platinoche, noche que noche nochera.
Pero, en fin, conseguida de un modo u otro, el caso es que toda la tragiPero ¿a qué seguir citando? El libro comedia gitana, en lo que tiene de entero pasaría. aun hay que decir más esencial y más puro, despojada bastante de él y aspectos nuevos que de su anecdotario de feria, se encierra examinar, como el de su gitanismo, en estas páginas. Toda el alma gitana, que nos ofrece en cifra, junto a otras con su dramático garbo, su lirismo, figuras secundarias, la ya inmortal su marchosidad, sus supersticiones y silueta de Antoñito el Camborio. su misterio canta aquí con voz abrasada. Véase, por ejemplo, con su pasmosa diversidad de timbres, esa in Pero ninguna cita aislada podría hacer justicia a los romances gitanos comparable fantasia de gitanismo que es el Romance de la Guardia civil.
de Federico García Lorca, en los que donde se finge el ataque de la benetodas las voces y todos los elementos mérita. la obsesión y el ángel malo se hallan tan intimamente tramados.
del buen gitano, a una quimérica Como, al fin y al cabo, cumple en una ciudad de los gitanos.
obra dramática. Pues cada uno de estos romances (como todo verdadero Los caballos negros son.
Las herraduras son negras.
romance, por otra parte) es un drama Sobre las capas relucen en compendio, donde todo vive, alienta manchas de tinta y de cera.
y se corresponde, y en el que hasta Tienen, por eso no lloran, las cosas aparentemente inanimadas de plomo las calaveras.
participan de la acción. Véase, por Con el alma de charol ejemplo: vienen por la carretera.
La higuera frota su viento Pero, aunque pasan por el libro con la lija de sus ramas, varias figuras concretas de gitanos, eriza sus pitas agrias, ninguna encarna esta tragicomedia y el monte, gato parduño, gitana como la ya la inolvidable de Este dramatismo integral, que pal Antoñito el Camborio, por obra y pita en todos los romances de García gracia de Federico García Lorca, ya Lorca, con un matizado diversisimo, incorporado al santoral de los héroes que llega de la nota más trágica a la de poesía. tan bello y total, dentro más humorística, es una de las virtu de su brevedad; es este romance del des mayores de su poesía, y de las Prendimiento de Antoñito el Camborio que más contribuyen a colocarla al en el camino de Sevilia, que no resisto margen de toda nuestra producción a la tentación de citarlo integro, a fin El cielo se les antoja una vitrina de espuelas. no hay que decir que esta arbitrariedad es sólo aparente, y en realidad la imagen o la palabra. arbitrariamente lanzada, no hace sino caracterizar, por decirlo así, la anécdota; tal, por ejemplo, cuando al comienzo del romance de Thamar y Amnón se dice: La luna gira en el cielo sobre las tierras sin agua, mientras el verano siembra rumores de tigre y llama.
en que todo concurre a la sensación general del poema; pero nada mejor que ese tigre, que califica ya en el umbral el drama ferino del estupro y el incesto.
Los versos de puro misterio, sin orden ni explicación lógica, cuya sugestión poética se halla confiada precisamente a este efecto espectral, abundan. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica