Violence

REPERTORIO AMERICANO a una pelicu decir nada. no ser que ofro la laguna orgia de en diosamiento, más dañino aún que sus crueldades, nuestro te rrible antiviviseccionista se convierte en espectador que aplaude con entusiasmo. Así ha sido tan bien recibido en Italia y festejado en las soleadas calles, mientras otros intelectuales menos afortunados han sido some tidos, a la callada, a a ignominiosa muerte. Qué le le importa a Bernard Shaw que la sombra de la destrucción se se cierna cada vez más densa en torno de un hom.
bre tan grande como Ferrero. Qué le importa que el espiritu de toda una nación sea desdoblegarse? Para él esto no tiene importancia, porque su cio es tan frivolo, que no llega a darse cuenta de la amenaza que este triunfo de infame violencia constituye para toda la humanidad. Bernard Shaw es conquistado y subyugado por actitudes y posturas que exceden la suya y a su modo de pensar en politica, del mismo modo que su juicio acerca de la vida y de la medicina le han arrastrado a no mejor fin que a la defensa de una imprudente Pavloff ha descubierto y sabe charlataneria si leemos lo necesario para en Bernard Shaw es vacuo como terarnos de lo que ha hecho; pocos de sus de sus contemporáneos lo pero dentro de cien años sus son; pero actúa como un eco, conocimientos quedarán incorrepitiendo con gran sono sonoridad porados al acerbo común, y de sonidos ajenos en su propia vaél no se dirá nada. En cambio, cuidad catedralesca. el efecto culdad catedralesca.
puede que muchos hombres esde este eco al exterior es extratudiosos estén aún discutiendo ordinario y entretenido, no sólo si Bernard Shaw quiso decir para él mismo, sino para todos esto o lo otro o si no quiso nosotros.
Asemejaa la irisada extendida sobre la Bernard Shaw, más vacuo aún superficie liquida de la que el actual, pero todavía más de la vida, mientras que Pavloff resonante y más descabellado, es una gran roca asentada en orba por completo la atenel fondo de la laguna, y sobre ción de sus contemporáneos y la cual se asentarán a su vez oscurezca por completo al de cosas, de tal modo nuestro tiempo.
quedará inadvertida; y Pero, vacuo y todo, y alguasí que de la obra constructiva nas veces muy enojoso, creo de Pavloff puede que para las que Bernard Shaw, al igual de generaciones venideras apenas Belloc, está desempeñando un quede un nombre, fácil de olpapel muy necesario en el munvidar. En cambio, Bernard Shaw do intelectual. Los hombres de no habrá contribuido con nada ciencia están muy inclinados a para el servicio del mundo y, olvidar sus obligaciones con ressin embargo, será más dificil pecto a la inteligencia general que se le olvide.
de la Humanidad. Aunque nadie Podemos saber ahora lo que lo haya hecho notar, Belloc ha sido quien más que nadie ha obligado a los biólogos, en la última reunión de la Asociación Británica para el Progreso de las Ciencias, a exponer con más claridad que hasta ahora qué es lo que piensan actualmente acerca de la selección natural, de Darwin y del origen del hombre Leer a Shaw es tan deleitoso como pasear en barca en día de sol; en cambio, leer a Pavloff, traducido por Anrep, es trabajo penoso. Mucho me alegraria que los hombres de ciencia se expresaran mejor. Las investigaciones científicas llevan a los que a ellas se dedican a lugares remotos y solitarios, donde utilizan poco la facultad de expresarse. Nuestro interés en la labor científica y en el sólido pensar puede desaparecer por completo si la excitación mental de esos otros hombres locuaces y de fácil expresión no mantuviera viva nuestra atencióm. con estas observaciones, que espero resulten útiles, entrego en manos del lector el cinto salvavidas y renuncio a aceptar responsabilidad alguna en el asunto.
honrado y vea obligado a otras exterior que al su juiH. Wells (El Sol. Madrid)
MAR ORABA la bella Lelia en aquel huerto escondido que se llamaba El Jardin de las Azucenas. Alli había nacido, alli habia jugado de pequeña, persiguiendo a los camaleones y a las mariposas, ambicionando en las claras noches de primavera apresar las estrellas con las manos. Allí había cantado después, las más bellas canciones, mientras sus ojos grises contemplaban la marcha de la luna por los campos del cielo.
Alli habia peinado sus hermosas trenzas rubias, junto a la fuente cantadora, que reflejaba con orgullo la imagen esbelta y alada de la joven, haciendo recordar, por la pureza de las lineas que copiaba, las ánforas de Sajonia.
En aquelinmenso huerto donde se veía desde la más pequena pervinca morada, semioculta entre el fino césped, hasta la más hermosa magnolia blanca, que se abria ostentosamente en la altisima copa de un gante cuyas ramas parecian toarecian to el cielo; allí en ese escondido y apartado, Lelia pasaba su juventud dichosamente, ya tejiendo guirnaldas de hojas, ya tejiendo versos, ya danzando como una hada en rededor de los gruesos troncos, ya corLa leyenda de Yolozóchitl Soledad, únicamente soledad, y silencio, sólo silencio. De El Universal. México Lelia, bajó del banco angustiada. Nunca, antes de entontando flores, ya regándolas, ya los pájaros, las mariposas, las ces, había deseado comunicarse corriendo ligera, como una ma abejas, los camaleones, no po con el resto del mundo. Vagas riposa, o ya tendida silenciosa dia encontrar quién le prestase noticias le habían llegado de él mente junto al claro manantia ayuda en semejante trance. Qué por un viajero que, en cierta lito, forjando ensueños, mecida hacer entonces. quién reocasión, detuvo su caballo a la por los blancos rumores del currir. De quién aconsejarse?
entrada del jardin. Aquel viaagua, de la brisa de los pá Miró en rededor buscando jaros. Esa era la vida de Lelia.
jero, que sólo pudo tomar un instintivamente algún ser fuerte descanso breve, porque llevaba Pero un día porque siempre a quien comunicar su gran su una misión de tras de la luz viene la sombra frimiento; pero el jardin estaba le habló muy poco de los homgran urgencia, a entristecerlo todo. la bella solo. Por primera vez en su moradora de El Jardin de las bres, pero más bien se refirió vida esta soledad hizo temblar a sus odios, a sus rencores, a Azucenas, estando quietamente a Lelia. Sus ojos, ensombreci sus maldades. Por eso Lelia se sentada en el borde de la fuen dos repentinamente por la in alegraba de te, sintió de pronto que un quietud. y de vivir lejos de todo y acaso por el dolor agudo le clavaba las ga examinaron los rincones del ser humano; más he ahi llegar la hora del sufrir, su rras en el pecho huerto; y y como el silencio más pensamiento ambicionaba Lelia se llevó las manos ha profundo lo llenase todo, se ella un compañero de su cia el corazón, para apretárselo dirigió hacia el banco de piedra cie, una amiga o amigo que la fuertemente, porque le dolia, le que recostaba su respaldo en dolia hasta querer estallar.
ayudase en esos momentos, que la tapia del del fondo, colocó so la confortase, que le dijese ¿Qué era aquello. Qué po bre el asiento algunas piedras cuál podia ser el remedio para dia ser semejante desazón. Qué que alcance, y des ese terrible mal que la estaba significaba esa punzada horri pués de subir hasta lo último torturando, como podia ponerle ble que le le causaba tanto daño?
de aquel parapeto, se estiró fin, como recuperaria de nuevo Lelia, que aún no se había cuanto pudo sobre el asomo la paz deliciosa en que habia visto nunca frente a frente con la cabeza por lo alto de la pa vivido siempre.
el Dolor, se encontró ese dia red. Un extenso valle, de ho Mas era preciso renunciar a con él, sin saber cómo debia rizontes lejanísimos, rodeaba toda ayuda humana. No le quecombatirlo, cuál era la manera por todos lados El Jardin de daba sino aceptar lo que tenía de alejarlo, cómo podía ven las Azucenas. Ni un camino, ni en rededor: los pájaros, los gricerlo y aniquilarlo. Ella, que una choza a la distancia, ni un llos, las hormigas, las abejas.
no tenia más compañeros que hombre, ni un mulo, ni un perro.
Lelia, desesperada, sintiendo el miedo, que, al aba para su espehalló a su árbol gi Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica