REPERTORIO AMERICANO 183 No volveré La ofrenda del incienso! Interrogante místico grito del alma humana a la Verdad distante que piensa y obra desde lo Infinito.
No volveré a soñar haber bajado hasta el fondo de un alma, nunca más.
Ni volveré a decir: yo que he sembrado luz sobre luz, espero claridad!
Lluvia Sobre todo deseo primará el de ser lluvia fresca lluvia ligera y caeré una hermosa tarde de primavera a humedecer los trigos de tu pradera rubia Porque en la noche recogí el rocio en mis vasos de bronce y lo entregue al labio del sediento cuando el mio ya blanqueaba en la sed.
Gota a gota cantando me hundiré en los trigales, me absorberá la tierra de tu predio con ansia y en alas de los vientos se alzará mi fragancia y bulliciosa y clara tocaré tus cristales.
No volveré a decir que con el lodo se amasan lámparas de claridad. Se es puro o no se es puro. en el Todo hay que evolucionar!
Amigo, amigo!
Sal y ven y contempla como el Amor no acaba mira cómo se yergue el oro de tu trigo y cómo la esmeralda de tu avena se lava.
No volveré a decir: la tierra entera es de Cristo y de Ormuz, porque Ariman sigue nevando en nuestra Primavera y es levadura falsa en nuestro pan.
Tú, acaso digas dulce, mirándome caer: Llueve. qué buena lluvia!
Pensarás en las veces que hemos visto llover mientras moje los rizos de tu cabeza rubia.
Pero en días y noches siempre intensa mi fe sobre la tierra ha de cantar: los campos brotan. Por la noche inmensa y por el alba de oro y la Bondad que se oculta en la altura donde piensa la Eternidad, sea una enredadera de luces nuestra intensa Piedad!
Como cien dedos frescos, cristalinas, inquietas, se prenderán mis gotas a tus rizos dorados, te ungiré con perfumes de nardos y violetas con todos los aromas que alzaré de los prados!
Canción de los sembradores Tú dirás: llueve, llueve. extenderás las manos a mi caricia leve.
Yo adormeci mi inquietud larga cerré mi templo y fui a sembrar.
Sembrar es bueno. Hasta en la onda móvil y amarga hay qué sembrar! antes de irme del todo concentraré mi anhelo en la gota más pura que ha caido del cielo, y dulcemente loca he de rodar como una lágrima hasta tu boca.
Tras el arado van las aves, agua y sol velan por mi afán, mi copa amaso con mi greda, yo sembré el trigo de mi pan.
Inconstancia Siembro y sembrando por las sendas alzo en el viento mi cantar: vivir es dulce; a mucha sombra gran claridad.
Veramente siam noi polvere et ombra.
Tu mano se hizo sombra entre mi mano pero el campo revive en su fragancia mientras mi juventud despierta a su ansia de color y de luz, porque es verano.
Trigos dorados en la tierra, trigos azules en el mar!
No hay sed sin agua si se siembra hay que sembrar!
Danzo en los bosques, aunque estás lejano. somos polvo y el polvo es inconstanciaCreamos el anhelo y la distancia.
Nuestro árbol de humo da su fruto vano.
Tejamos coro de entusiasmo, lazos de hiedra y de arrayán a las estatuas coronemos, y las estatuas danzarán.
Yo elevo el canto y al cantar olvido, joh, mi sabio, mi grave bien perdido, como estás lejos, ya olvidé tu ejemplo!
Bajo la luz del dia de oro bajo la noche toda paz, vaya a las tierras y a los cielos y al largo límite del Mar, Ni la primer columna edificamos ni en la piedra angular nos apoyamos, al prometernos sostener un Templo!
nuestra canción de sembradores, cuyo alfoli es la Eternidad: la Vida es dulce a aquel que siembra, hay que sembrar. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica