260 REPERTORIO AMERICANO metoen Don es probable lo la guia imposible pollerin.
garon teque om más profunda influencia en la lite ta de repente y tomar a las seis por de mis escritos. Pues cuando uno miratura. Ellos han puesto la psicolo sorpresa. Creo recordar que en este raba los ojos de mi madre, uno comgia en el primer plano de los recur momento se le echó un rebozo sobre prendia como si El lo hubiese revelado, sos de la novela contemporánea. los hombros (me resulta extraño pen qué la envió Dios al mundo: a dessin embargo, ni Marcel Proust, ni sar que no fuera yo quien le trajera pertar la mente de todos los que conJames Joyce han inventado el do introspectivo, que ya encontramos camente a la cama, recordándole que chal) y que se la condujo energi templan bellos pensamientos. este principio y el fin de la Literaen Hamlet aun Quijote. La prometido no no moverse; a lo cual tura. Esos ojos que no recuerdo hasta lógica de la mente es acaso un insque respondiera que que tuve seis años, me han guiado trumento demasiado fino en nuestras habia sido sólo por un momento, con a través de la vida, ojalá Dios permanos criollas. Nos avendríamos me que queria dar a entender que no mita que sigan siendo mi único juez jor a mi ver con lógica de la habia salido en absoluto. Asi se re en la tierra hasta lo último. Nunca experiencia propia, la lógica inglesa veló desde el comienzo un pequeño me sirvieron tan bien de como y universal que ha producido un Sarmiento entre nuestros pensadores, y rasgo de ella, y quién sabe si pude cuando ayudé a ponerla bajo tierra, advertirlo.
un Horacio Quiroga, todo un escri Las vecinas vinieron a ver al niño quitado a mi madre tras sus setenta for entre nuestros literatos. Si no, y las sillas. Me dejaría yo engañar seis gloriosos años de vida, sino veamos cómo tantos de entre nues cuando ella daba a entender que el orgulloso de ella aun en la tumba.
tros refinados poetas y novelistas a uno y las otras nos pareciamos a los Tuvo ella un hijo que seguía estula siga de los franceses, se han esdemás, o adiviné en el primer mo dios de interno en una escuela lejana.
terilizado temprano.
mento lo que pasaba por su mente, Muy poco recuerdo de él, excepto Pero esto me apartu un poco de ya que era tan fácil penetrar su pen que era un muchacho de cara sonmi objetivo, y hace del predicador samiento? Cuando ella parecia conun pecador más entre los feligreses.
riente, que trepaba como una ardilla venir con los demás en que seria por el tronco de los árboles y saentusiasmo apostólico de Garcia Monge, los lectores podrán enviarme a la Universidad, cudía las cerezas de las ramas hastrabar conocimiento con James ta hacerlas caer sobre mi cal yo también en la Cuando el tenia trece años Barrie. la gracia del arte es tanta, el primer momento las yo la que las lágrimas han de anegar los semblante? Cuando se hizo referencia mitad de su edad, malas nuevas lleambiciones que ardían tras su amado de él, y me han contado ojos bajo la luz del Trópico al igual a las sillas como a una suprema amel semblante de mi madre era terrique lo han hecho veces innumerables entre la niebla de su nativa Escocia.
bición pronto satisfecha, cera yo tan ble en su calma al u hii poco experimentado que habría de y Ernesto Montenegro esperar que sus tímidos labios dijeran Raic en tropel hasta la estación. eso no es más que un comienzo y tengo idea pensado con antes de oir las palabras? cuando envidia en el viaje que ella CAPÍTULO esca se nos dejó solos, no sé si rei al sor cer en los misteriosos vagones; sé De cómo se enterneció prender las grandes cosas que estaban que hacíamos cabriolas a su derredor, el semblante de mi madre en su mente, o si ella hubo de se por mostrar que éramos relaciones de creteármelas no lo para que yo le porque El dia en que naci compramos seis echara los brazos al cuello y le pro lo recuerde, sino porque lo he oido.
sillas con asientos de crin, y en nuesmetiera mi ayuda. Así había de ser Después de entregarle su boleto, ella tra casita fué esto un acontecimiento, por años y años, y me parece extraño nos había dicho adiós con esa exprela primera gran victoria en la porfiada figurarme que no fuera así desde aquel sión resuelta que yo no alcance a brega de una mujer. Cuánto se había primer dia.
trabajado para reunir el billete de a Mis seis primeros años se me apa Pacacerle, y, apenas habia partido, mi salió de la oficina del telégralibra y los treinta y tres peniques en recen de una vaguedad enigmática, acaból. Nos volvimos a casa lentaexclamando con bronca voz: Se moneda suelta que costaron; las agi y la imagen que los ocupa es la de taciones de la compra; la engreida la mujer que se me mostró en plena mente, repechando el angosto valle.
apariencia de los muebles al tomar luz al fin de esa época. He hablado De ahí en adelante ya no necesito posesión de la sala; la calma poco de sus tímidos labios, pero entonces recurrir a otros para recordar a mi mi padre al no eran tímidos todavia, y sólo cuando madre; la conozco desde entonces.
Asi fué como mi madre adquirió descolorida. tantas entro (bien que su cara estuviera la reconoci sus labios habían adquihe oído rido su timidez. Su tierno semblante. su tierna fisonomía, sus maneras enla historia más tarde, y compartido dicenme que su cara no era entonces ternecedoras y su inagotable caridad, como muchacho y como hombre tan tan tierna. El chal que le echábamos y por esto es que otras madres acutos otros triunfos semejantes, que la a los hombros. aun no comenzábamos dían a ella al perder un hijo.
llegada de las sillas me parece algo a perseguirla con el chal, ni a poner. No llores, mi pobre Juanita les que yo recordara, cual si aquel mi nos como defensas entre ella decia.
las corrientes de aire, ni a lo que las otras tenían que ressaltado de la cama y corrido derechito veinte veces cada noche a su cuarto ponder. Pero do echarles un vistazo!
a a vigilar su sueño. Todavia no Margarita, si tú misma esEstoy cierto de que a mi madre le hormigueaban los pies por llevarla dose, ni evitábamos sus empequeñecién tás Margarita Ogilvy habia sido su hasta allá aun antes de estar seguros do la oamos extrañarse de cómo nombre de soltera, y, de acuerdo con de sus fuerzas, y que apenas la de adelgazaban sus brazos. En sus mo la costumbre escocesa, seguía siendo jaron a solas conmigo, la sorprenderias hubo mujer más alegre. su boca no mentos de mayor alegria y jamás Margarita Ogilvy para sus viejos conocidos. Yo gozaba con llamarla Marguño (que ella había sido la primera se recogía de repente, ni las lágrimas garita Ogilvy. menudo corría cuanen ver) en una de las sillas: repan cuajaban en el mudo azul de sus ojos, do niño al pie de la escalera a gritar: tigándose en ellas como una reina, o en los cuales he leído todo lo que sé. Margarita Ogilvy, cqué haces?
retirándose para volver a abrir la puer y lo que puede importarme como tema Desde aquel dia siempre estuvo entre la Muerte para interhaber iba a ha.
primero, afirmo natural de veces subir con viento Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica