REPERTORIO AMERICANO 277 con naco Es mozo vivo y capaz de ayudarla. Oh, yo. dijo la gringa suspirando. ya no pienso en eso.
Se me ha ido la idea. No importa le dije, me quedaré a esperar a los de Torres. Y, de mientras, sírvanos dos vasos de vino que sea bueno, que estoy galgueando de sed, y este compañero no le digo nada.
Tomamos el vino, que era bastante rico, y el repartidor se despidió porque tenía apuro de llegar al pueblo. Yo me que: dé a la espera, mirando la casa, para matar el tiempo. El almacén estaba regularcito de surtido, con muchas bebidas, latas de conservas en un estante, salchichones y tocino colgados del techo, queso y dulce de membrillo en una vidriera, junto con masas de facturería, caramelos largos, pan viejo y galleta.
Había también cosas de ferretería, frenos, facones, cuchiHos, tijeras de esquilar, hachas, Tebrillos y cacerolas y una punta de chirimbolos, pero del otro lado de la reja, lo mismo que las cosas de tienda, bramante, zaraza, coleta, ponchos, camisetas, pañoletas, alzoncillos, chiripás, hilo, canutillo, pañuelos de seda celestes y colorados, y qué sé yo qué más.
La casa era un galpón grande con techo de fierro, y al fondo tenía un cuartito que me pareció el dormitorio de doña Carolina. Afuera, a unas diez varas y como cuadrando la especie de patio de tierra pisoteada, que quedaba entre la ramada y el palenque, había otro galpón más chico, pelado, sin otra cosa que un fogón en el medio, hecho con una llanta de carro, y lleno de ceniza: no había cama, ni en qué sentarse, pero era la comodidad de los forasteros que se quedaban a dormir en el negocio. Eso no es nada para cualquier hombre de campo, que arma cama con el recado; pero yo, sin más que lo puesto, ni una pilcha para abrigo, lo iba a pasar muy mal si no llegaban a tiempo los de Torres.
Me llamó muchísimo la atención no ver a nadie más que a doña Carolina, ni en las casas, ni en el galpón, ni por ahí cerca. Los animales que andaban en un pastizal medio alambrado, eran cinco o seis guachitos y un overo rosado que, por la pinta, debía ser viejo y manso y de la silla de doña Carolina.
Afuera de la ramada habia colgado un cuarto de carne, y una nube de moscas revoloteaban alrededor, mientras que otras, paradas, estaban acresándolo. Pero de balde miré a todos lados a ver si había gente: no vi a nadie. Cómo puede vivir esta pobre mujer, en esta soledad. pensé. Los perros no bastan para cuidarla, porque cualquier malevo los achura, y después a ella, y le roba hasta la última hilacha. Se necesita ser guapa. Sólo que la gente haya ido al pueblo.
Ya me empezaba a interesar después anduve por las prola gringa, así es que me volví vincias del interior, corriendo a las casas y le pregunté: tierras y buscando la suerte. Perdone, misia Carolina; pe pero que todo me salió mal ro custed está sola aquí, en esta hasta que tuve que volverme casa?
una mano atrás y otra Si, me contesto no somos adelante. En fin, le hice un más que yo, y un viejito que cuento de los que no se emestá ahí, en el bajo del arroyo, pardan y ella me escuchaba con cuidando los chanchos. Es el mucho interés y atención: hasta que me ayuda un poco.
me parece que lagrimeó un. Caramba, señora. no poco.
tiene miedo de vivir tan retira1 En esto entraron unos carreda del pueblo, en esta soledad?
ros a tomar la copa y yo me Porque el viejo poco ha de sersali para el patio vir para compaña.
Los carreros andaban apura. Así es, el pobre ya está dos y se fueron en seguida.
muy viejo. aunque yo tengo Doña Carolina me chistó: una escopeta y soy capaz de Bueno me dijo si quiere, usarla, a veces me da miedo.
quédese aquí unos dias para Por eso pensaba tomar alguno probar.
para que me acompañara y me. Qué probar ni que probar!
ayudara a despachar. pero, Si me quedo aquí, será para qué quiere. toda la vida! dije entusiasmado.
Al decir esto, me miró muy. Quién sabe. En fin, le paseria, muy atenta, y después se garé por ahora los quince pequedó callada.
sos, y después. si los negocios. por qué no lo ha hecho? andan bien, veremos. Le daré le pregunté por fin.
un poco de ropa, tiene la comi ¡Eh. por qué. por qué. da asegurada, y puede dormir Porque los que querían concha en el galpón, que yo le prestaré barse no me convenían. y co unas jergas para blandura y un mo no puedo pagar más de ponchito para que se tape.
quince pesos al mes. Por ese Ahí no más cepillé un gato sueldo hoy no se acomodan de puro contento más que los que no sirven, aunque se les dé la casa y la comida.
Yo, entonces, medio serio, CUANDO volví a salir al patio. ya era casi de noche, y me. yo también soy de los encontré al viejo de los chanque no sirven?
chos que había vuelto al entrar ¡Oh. justed no. me contes se el sol. Estaba pitando un to mirándome a los ojos.
cigarro negro, sentado en una. entonces. no le dijo cabeza de vaca, a la puerta del mi amigo el repartidor. galpón, por la que se veían las Si, son cosas que se dicen, llamaradas de una fogata de y después.
leña y un humazo terrible que Pues mire, señora, lo que no dejaba divisar las paredes.
es yo, trabajaría con usted, no. Tomando el fresco, paisadigo por esa plata. hasta por no? le pregunté, para entrar mucho menos. Estoy cansado de en conversación.
andar rodando. Lo que tiene. Ansina mismo es, don me que no traigo recomendaciones. contesto. demientras se calienni tengo en el Pago más cono ta agua y medio si asa el cido que el repartidor.
churrasco. Quiere dentrar y Doña Carolina me volvió a prenderle a un verde?
mirar un rato, sin abrir la boca. Con mucho gusto, amigo como para verme las intencio don.
nes en la cara. Yo no soy un Cipriano, a servirlo. añabuen mozo, ya lo sé, pero tengo dió el viejo, que se sacó el algo, algo que me hace simpápucho negro de la boca, mirántico, sobre todo a las mujeres. dolo y remirándolo, como con ¿Se rien. Oh. pues si yo les pena de que se le acabara tan contara. El caso es que a dona pronto.
Carolina le debí parecer buen Entramos en el galpón. Al muchacho, porque en seguida lado del fuego, que ardía con me dijo: grandes llamas y chisporroteo Si fuera sólo por eso de de leña verde, echando un hulas recomendaciones, no impor mo espeso y agrio que hacia taria, porque usted no tiene lagrimear, hervía una inmensa laya de ser mala persona, al pava, negra de ollin; al lado contrario. Pero. qué ha de estaba la enorme yerbera cuaquerer una colocación así, cuan drada, de palo, mediada de do hasta de peón puede ganar yerba parnanguá, entre la que dos o tres pesos diarios, cuando se asentaba el mate, una gamenos!
lleta muy bien retobada con Le conté entonces que yo era vejiga. Al calor de la llama se más pueblero que hombre de iba asando un pedazo de carne campo, y que no me gustaba de la que vi colgada, y ahí no trabajar al viento y al sol, co más, cerquita, el porrón de la mo tenía que hacerlo para no salmuera. El viejo era amigo morirme de hambre desde que de su comodidad. Entró la caprincipié a andar en la mala y beza de vaca, yo me senté en perdi lo poco mío que tenia. Le otra, y comenzamos a matear y dije que me quitaron un ema menearle taba.
pleito en Buenos Aires, por ¿pande va, amigo? me intrigas de un compañero trai preguntó don Cipriano, brindor que me queria sustituir; que dándome un amargo. Porque usted no es del Pago. no?
No; no soy del Pago, pero voy a ser le dije. Ajá, está bueno. ande piensa trabajar. si me permite la pregunta. Aquí mismo. Me quedo a ayudar a la patrona. Bien haiga! Falta le hacia a la pobrecita, dende que murió el finao, aura hará un año a la yerra. La mujer no ha di andar sola, dispués de haber tirao en yunta. Solita, se hace manera, y no irve ni a noria.
Al principio no entendi bien lo que me quería decir el viejo, pero la agachada era demasiado clara, para que al fin no cayese en cuenta. Refregándome los ojos que me ardían con el humo, le dije con retintin. Sola. tan sola no vivia.
desde que estaba con usted. Se mi hace que incomoda la humadera, amigo, y que ya no ve lo maceta que mi han puesto los años. cómo será cuando tuavia no gastábamos más leña que la de oveja, ni pitábamos más que cuerda, y yo era viejón y duro de coyunturas. No friegue, pues, mocito.
Yo me eché a reir. El viejo, después de estarse callado un rato, siguió con los cuentos de la patrona Dende que murió el finau, que Dios tenga en gloria, doña Carolina anda como pan que no se vende. esa moza porqu es moza tuavia. le falta algo, claro está! la verdá que anqu es trabajadora y se levanta al alba, la esquina suele ser de mucho trajín a ella sola, pobrecita.
Chupó tranquilamente el mate, y después siguió. es buenaza la patroncita.
Cuando vivía el finau, todo era mimos y comiditas. Aura, rejunta cuanto guacho encuentra y los trata como a hijos. mi, a su lau no me falta nada, y eso que soy un viejo deslomao que no vale ni una sé di agua. hace mucha carida, y no hay rancho de pobre por ahi cerca, en que no la quieran como al pan bendito. Me alegro de tener una patrona así. le dije de ese modo me voy a quedar aquí toda la vida.
Me miró con una risita fregona, y después de un rato agregó, mientras encendia un candil de sebo de carnero. Mire!. usté, lo que debe hacer, mocito, es indilgársele derecho viejo, y ronciarla de lo lindo, pero sin faltarle, eso si.
Usté no me parece lerdo, más que para lo que sea cosa e sudar, y ella, la pobre, necesita compaña. Oigale a este viejo que no ha visto al nudo tanta madrugada, y siga su mal consejo, que le ha ir bien. aura, vamos a tender el asador y a echarle la salmuera a que acabe de asarse al rescoldito. Ya verá qué churrasco! También ya no sirvo a otra cosa.
Saqué el cuchillo y busqué donde afilarlo, pensando en lo que me había dicho el viejo no Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica