Imperialism

72 REPERTORIO AMERICANO Invitación a la a la lectura de Rainer Maria Rilke De El Mercurio. Santiago de Chile cer mudanza evidente de elementos. Sin didáctica, purificaba al amigo, por simple contacto.
Semejante amistad no puede volverse democrática. Rodin, hombre que gozó de muchas dichas, la tuvo también; Jaloux supo merecerla por su mente aseada de envidia y aludirá siempre a esta fortuna como quien voltea un diamante para sacarle luces inéditas cada vez.
Rainer Maria Rilke YA se cerró el ojo amante de lo sobrenatural en lo natural de Rainer Maria Rilke. Su muerte ha desatado su traducciou al francés, y mes a mes entregan las editoriales algún libro suyo. Más le hubiera valido darle antes la alegría de esta expansión en la lengua que él amó sobre la suya: la francesa. El no leyó en francés sino una selección de Les Cahiers de Malte Laurids Brigge.
Aunque le importaba poco a este ultra aristócrata, amador de todas las tierras por donde ambuló, y desdeñador de las camarillas que hacen la fama como un objeto de caucho químico en cualquier tierra, él no habría mirado con indiferencia su mediana gloria francesa de 1927.
Todavia asoman, de tarde en tarde, en el mundo fétido de la literatura, algunos casos de amistad literaria genuina que se sitúan bajo el signo de las amistades próceres Carlyle Emerson o Goethe. Eckermann. Su encuentro da un goce de planta rezagada de su estación. Porque eso también se va.
Rilke supo hacer en Francia dos amigos cabales en Edmond Jaloux y Paul Valery. Jaloux pasa por desdeñador de la literatura francesa, a fuerza de ser el mejor critico de las literaturas extranjeras; empieza a sufrir ataques de los «imperialistas de la lengua francesa. Lleva diez años de señalar con cita insistente a Rilke como el primer escritor de raza alemana de su tiempo, y acaba de publicar un folleto sobre él. Valery ha correspondido a Rilke con admiración de sus traducciones al alemán.
Todavía huelen a gases asfixiantes los ambientes literarios francés y alemán, y los nuevos valores del otro lado de Rhin tienen que repechar, caminando hacia Francia, y no digo los franceses, para alcanzar Berlin.
Yo me quedo sin creer en el monopolio latino de la obra maestra, según el canon de Daudet. El Espiritu Santo ha tenido el buen gusto de no levantar residencia visible en ninguna de las capitales intelectuales de Europa xenófoba, y se muda en brinco desconcertante de Rusia a la India, a Inglaterra, a Francia y. a Estados Unidos.
sa, y esto lo libro de la monstruosidad que es ser adulto entero, hombre o mujer absoluto, sin la franja de oro de ninguna puerilidad, sin una arenilla extraviada de los cinco años, en el corazón viejo.
dan un hombre enjuto, delgada flecha de la vida, de frente amplia, ceja dura que el párpado bajo suaviza, mejilla casi seca; boca viril, algo gruesa; el bigote mongólico, de no ser rubio. El ojo, dicen, era claro y muy dulce. El quiso dejarnos también, como La Rochefoucauld, su medalla un poco menos complacida, por cierto, que la del francés. En el arco de los ojos, la persistencia de la antigua nobleza. En la mirada, todavía, el miedo y el azul de la infancia; la humildad aquí y allá, no la del lacayo, sino la del servidor y la de la mujer. La boca, en la forma grande y precisa de boca, no persuasiva, pero expresando la rectitud. La frente, sin maldad y voluntariosa, en la sombra de una cara inclinada en silencio Como de la mujer. dice Rilke, sin temor de que la comparación le disminuya. Se le ha llamado el poeta del niño y de la mujer.
Mejor que los sensuales nos entendió: ya se dijo que el que mucho se aproxima a un objeto deja de verlo. Para amar al niño le ayudó la memoria de su infancia. No viene del olvido de ella el endurecimiento en que acabamos? Rilke se recuerda niño con una ternura maravilloMás de diez años vivió en París. Gustaba de la gran ciudad como del lugar del mundo en que es posible encontrar por las calles fisonomías de aquellas que sólo dan los sueños; y la amaba asi, a la manera de Baudelaire, como productora de larvas que en otra parte cuesta cuajar. De su paso por España no se sabe nada. En el hombre reservado el sol no fundió nada.
Hombre de casta dirigente, debia optar por almirantazgo, capitania magistratura o cardenalato. Lo pusieron. pues, en una escuela de cadetes, de la que dijo palabras que convienen a la imbecilidad de muchas escuelas. Este sabotage que se llama educación y que despoja al niño de sus propias riquezas para substituirselas con lugares comunes. Dejó un buen día a sus compañeros de uniforme y se fue a hacer estudios más propios de hombre en Alemania. Tuvo la flaqueza del libro de versos prematuro, de los 18 años, que recogió poco después honestamente. Comienza enseguida su pasión de viajar que le gastará la vida. Dónde no estuvo Rilke?
En Italia, en España, en Egipto y Marruecos, en Escandinavia, en Rusia, en París? El viaje, que generalmente barbariza, no le interrumpia ni le desordenaba la vida interior, que en en cualquier tierra es la única realidad.
Si se queda clavado en la casa de sus mayores, hombre de semejante tortura interna, entregado a las fieras de la imaginación, habría caido en la amargura morbosa de Andreieff, del que algo tiene en la pasión del misterio angustioso. La cretona violenta del mundo, que él cortaba en sus trenes y sus barcos, mudándole imágenes, le libraba siquiera a medias de los demonios del cuarto cerrado.
Los pocos escritores a quienes se acercó y dejó que se le acercaran en París, recuerdan a un hombre de una distinción extraordinaria, con maneras de rey (si los reyes las tuvieran a su medida. con el espiritu verdaderamente derramado en su cuerpo y su gesto. Su amistad fué superior, difícil, como que en ella gastaba él la misma materia preciosa que en un capítulo o en una estrofa. Lo que significa una hora pasada con Rilke, como antes una pasada con Proust, no se parece a ninguna hora pasada con otro hombre, ni aún de igual talento. dice Jaloux.
Se cuenta como la poesía no fué en él la hora urgente en que el verso (o la prosa tensa como el verso) saltan del hombre como la chispa de la rueda, sino el día, la estación y el año.
Vivió dentro de la nube eléctrica de su poesia; y acercarse a él significaba efectivamente salir de una atmósfera y conoRilke nació de familia noble en Praga, hacia 1875. Sus retratos y un buen busto suyo, nos (Pasa a la página 76)
II Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica