324 REPERTORIO AMERICANO discípulo de Gorgias, y dirige la discusión a su capri Este natural también se inclina a la honradez, y tan cho, cual si fuera él maestro de su interlocutor. pronto como se la muestran, por sí mismo a ella se El retrato de Alcibíades está hecho con más cuidado entrega con entusiasmo: que los otros. En él da Platón un ejemplo del natural ¿Cuando llegará ese tiempo, Sócrates. Quién me más excelente pervertido por la educación. Qué de do instruirá. Con qué regocijo veré al hombre que lo haga!
nes espirituales y corporales reunidos en un solo hombre! Que disipe mis tinieblas y todo cuanto quiera, puesto ¡Qué belleza. qué esperanzas de virtud! Jamás ha habido que estoy pronto a no rehuir nada de lo que me presen nación alguna de la tierra un hombre con quien la quiba, sea quien fuere ese hombre, con tal que me haga naturaleza haya sido más pródiga, ni en quien haya nejbr. derramado tan felices cualidades.
Una señal más segura de un carácter verdaderamente bueno, es que confiese por sí mismo su ignorancia y «Tú crees, Alcibiades, no necesitar de nada; tan generosa y liberal ha sido contigo la naturaleza, comenzando por el cuerpo sus defectos, sin franqueza calculada, sin artificio de y concluyendo por el alma. En primer lugar te crees el más herorgullo, como se hace casi siempre a fin de obtener moso y más bien formado de todos los hombres (y en este punto, gloria de su confesión: basta verte para decir que no engañas. luego eres también de «Te juro, Sócrates, por los dioses, que yo mismo una de las más ilustres familias de Atenas, la ciudad de mayor consideración entre las demás ciudades griegas. Por tu padre no se lo que me digo, y que corro gran riesgo de hacuentas con numerosos y poderosos amigos, que te apoyarán en llarme dentro de algún tiempo en muy mal estado, sin cualquier lance, y no los tienes menos numerosos por tu madre.
echarlo de ver. Pero a tus ojos el principal apoyo es Pericles, hijo de Xantippo, No se irrita con quien lo instruye; al contrario, agraque tu padre dió por tutor a tu hermano y a ti, y cuya autoridad es tan grande que hace todo lo que quiere no sólo en esta ciudece a Sócrates sus reproches, y, en acción de gracias, dad, sino en toda la Grecia y en las demás naciones extranjeras.
le coloca su corona en la cabeza. Es religioso y cuanPodria hablar también de tus riquezas, si no supiera que en este do Sócrates se lo encontró, iba para el templo, con punto no eres orgulloso. aire recogido, los ojos inclinados, en la actitud de quien venera. Aquella piedad de la antigua Grecia aun sobreEs indudable que Alcibíades está orgulloso de tan vivía en la juventud ignorante y respetuosa, encantador tas ventajas; pero no es insolente en su vanidad; uno recuerdo del pasado, que no era sino una gracia más sonríe al escucharlo, no se irrita contra él. Son sus sentimientos tan naturales, y tan sinceras sus palabras, que para aquella hermosa frente.
Niño aún, ya tiene el gusto más sensible y delicado. Coresulta siempre amable. Escuchad al joven noble que se mo verdadero ateniense no puede soportar los términos sabe la lista de sus abuelos. Cuando Sócrates le recuerbajos y vulgares: quiere que el discurso sea abundante y da que los reyes de Persia y de Lacedemonia nacieron selecto. Ya es penetrante, y cuando obtiene la verdad, de Júpiter: la estrecha con fuerza, y no hay artificio que le haga mi familia, Sócrates, remonta hasta Eurisaces, y desviarse de su asunto. Es divertido ver a Protágoras la de Eurisaces a Júpiter.
Ya revela aquellas pasiones profundas, aquel gran que se agita y suda, y, con el auxilio de los demás sofistas, trata de eludir las preguntas de Sócrates, pero corazón, aquella audacia en los anhelos, que, como la Alcibíades sin cesar lo conduce al terreno para derrollama, al punto se enhiestan. Se reconoce al hombre tarlo y confundirlo.
que arrastrará a su país a la guerra de Sicilia, que abar«Si Protágoras, dice, confiesa que es más débil que cará en sus esperanzas Cartago, el Egipto, toda la mar, Sócrates en la discusión, esto bastará a Sócrates, si no, a quien el pueblo ateniense, su émulo y su imitador, adorará como un idolo; el más brillante, el más temerario, que Protágoras discuta interrogando y respondiendo, y el más dichoso de los generales y de los oradores, que a cada pregunta no exhiba una larga arenga, defraudando el discurso y rehuyendo dar sus razones, victorioso alternativamente en los dos partidos contrarios, destruyendo sus victorias con sus victorias, y a hasta que la mayoría de los oyentes hayan olvidado lo que se pregunta. Un poco más adelante, cuando otro quien no le faltó más que haber tenido a Sócrates siemsofista, Hipias, quiere intervenir, lo detiene y desde ese pre a su lado para ser el hombre más grande de la momento dirige toda la discusión como capitán hábil e Grecia.
imperioso.
Si alguno de los dioses te dijera. Oh Alcibiades. qué queCon todas esas ventajas corporales, espirituales, de rrias más, morir en el acto, o vivir contento con las perfecciones corazón, de riqueza, de familia. cómo cayó en los peo»que ahora posees, renunciando para siempre a otras mayores res vicios, alternativamente adulador, enemigo, tirano »ventajas. se me figura que querrías más morir. He aquí la del pueblo, él, que había nacido para la filosofía, y esperanza que te hace amar la vida: estás persuadido de que apenas hayas arengado a los atenienses. cosa que va a suceder cuyo maestro y amigo fué Sócrates? Todo esto provino bien pronto. les harás sentir que mereces ser honrado más que de la mala educación y de las costumbres de Atenas.
Pericles y más que ninguno de los ciudadanos que hayan ilustra La causa que arruinó al Estado corrompió al joven. Había do la república, que te harás dueño de la ciudad, que tu poder aprendido a luchar, a tocar la citara, a cantar las versos se extenderá a todas las ciudades griegas y hasta las naciones bárbaras que habitan nuestro continente. Si, en este momento, de los poetas, pero nada más. Su pedagogo fué Zopiro, ese mismo dios te dijera que serás el primero en Europa pero viejo esclavo de Pericles, la escoria de la casa. Más que no se te permitirá pasar al Asia y adueñarte de ella, no tarde, cuando entró a los años fogosos de la juventud, querrías vivir bajo tal condición, yo creo, salvo que tu nombre y cayó entre los aduladores y las seducciones de la plapoderío resonaran en toda la humanidad. creo también que, excepto Ciro y Jerges, no hay un hombre a quien quieras conceza pública; asi educado por el pueblo, que es el mader la superioridad. yor de los sofistas, olvidó la filosofía, pasó la noche en el libertinaje y el día, en intrigas, y concluyó por no Este ambicioso corazón no desea menos la virtud desear más que el poderío y el placer. Describiendo tal que el imperio. La juventud llena de savia y de fuerza estado del alma, Platón se eleva hasta las metáforas aspira a todo y, en el vasto campo de la belleza, quiere más poéticas y audaces. Habla, como procedía Alcibíarecoger todas las cosas bellas.
des: compara aquel loco deseo del poder a un gran. Qué piensas tú del valor. qué precio consen abejorro alado, en torno del cual las pasiones coronatirias verte privado de él. precio de la vida, si era das de flores, perfumadas de esencias, ebrias de vino cosa de vivir con nota de cobarde y de todos los placeres desenfrenados que en pos de él caminan, vienen a zumbar, nutriéndole, educándole. 1) Véase el diálogo Menon o De La Virtud.
armándole en fin con el aguijón del deseo. Entonces Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica