Sandino

Tomo XVI REPERTORIO AMERICANO Núm. 14 San José, Costa Rica 1928 Sábado 14 de Abril SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA Ibsen o el carácter.
Con Diego Rivera, ante los muros de la Secre.
taria de Educación (1)
Fidelidad Tarjeta Noticia de libros SUMARIO Sanin Cano Carta de Sandino Demolición constructiva; limpieza Rafael Estrada En la playa Arturo Capdevila Drake, mi perro Esteban Pavletich El testimonio de Ibsen (1) Henriquez Ureña, Justi La niña violenta ciero, y Moisés Vincenei Tablero (1928)
Gabriela Mistral La Edad de Oro Luis Araquistain Eugenio Ors Mariblanca Sabas Aloma Moreno Villa Salas Pérez Ezequiel Martinez Estrada Moreno Villa Sandino El esteta ante la Historia Maria Guerrero Poema de la mujer aviadora. Garcia Calderón, Luis Franco y Fernán Silva Valdes EVENDO con voz tímida y expresión candorosa, en 1887, un joven de provincias recién llegado a la capital, ante un concurso benévolo de obreros e industriales, una conferencia sobre cierto libro de viajes muy interesante relativo a Colombia, escrito en bella prosa, de sabor clásico y sensiblemente moderno, por un capitán de la marina sueca en 1827, citaba el conferenciante el nombre de Ibsen, como para dar idea de un escandinavo que, como el autor del libro, era desconocido entre nosotros inmerecidamente.
En esos dias la figura intelectual, austera y rebelde del autor de Espectros no había llegado todavía a la cumbre luminosa en que le colocaron a la postre su vida de solitario intelectual y sus obras de innovación dramática y reforma social a un mismo tiempo.
Treinta y siete años más tarde asistía en Londres el conferenciante de 1887, por una feliz coincidencia provocada por las alternativas de su equivoco destino, a una fastuosa representación de la Dama del mar, en la cual desempeñaba el papel más importante de ese drama Eleonora Duse. La grande artista italiana, después de un largo eclipse, había reaparecido en los teatros de Londres y despertaba una curiosidad casi malsana en la «Inteligentzia» de la Isla. Un auditorio formado de intelectuales y de gente a la moda pendia espiritualmente del gesto elocuentísimo, de la voz fascinadora, semejante por momentos al sonido que emiten en su choque la plata el cristal, y de los silencios avasalladores con los cuales rodeaba sus palabras aquella profetisa de un arte nuevo. En los entreactos Bernard Shaw, conspicuo y desafiador, se ponía de pies, al lado de su butaca, y leia la versión italiana del drama de Ibsen, como para enterar al público de su escaso conocimiento del italiano. En verdad no era necesario comprender la lengua materna de la Duse para apreciar el mérito de su arte y para Ibsen o el carácter cuya interpretación habia consagrado su vida, habia de ponerle fin a su existencia, no De El Espectador. Bogotá entre flores y bajo las sonrisas divinas del cielo de Italia sino en medio del ruido torturante de una ciudad que se viste de hollin como timbre de gloria.
Esa representación de la Dama del mar tenia para el momento una doble significación moral y artistica. Importa recordar el argumento de aquel simbolo poderoso. Una mujer ha conocido antes de casarse a un extranjero bajo cuyo influjo quedaron sus sentimientos en el resto de su vida. Separándose de ella el extranjero prometió volver y obtuvo de ella la promesa de que habria de esperarlo. La mujer, dominada siempre por la fascinación del extranjero que no volvia a presentarse, aceptó el amor de otro hombre y se unió con el en matrimonio, sin ocultarle el episodio extraño que llenaba su vida sentimental. Mirando hacia el mar esta mujer esperaba siempre la llegada del hombre fatal, convencida de que a pesar de los años, a pesar del afecto que tenía por su esposo y del amor entrañable que la ligaba a sus hijas, ya en edad de casarse, le seria imposible resistir al conjuro del extranjero si llegaba a presentarse. Un dia, mientras el marido paseaba con su esposa por las riberas entrecortadas del fjord, llegó el hombre esperado, y el esposo, midiendo la grandeza irresistible Enrique Ibsen del sentimiento que parecia ligar a su esposa con el desconocido, la declaro libre de sus obligaciones conyugales y concomprender el sentido del dra la suya delante de gentiles y sintió en que lo dejase y siguiera ma interpretado por sus ade neófitos, pero era tal su con al desconocido. Su amor, decia manes y por las inflexiones de vicción interna, tan sincera la el marido, era tan hondo, tan su voz de sirena. Eleonora in expresión, tan cándido el gesto puro y desinteresado, que no terpretaba a Ibsen, a Dumas hi con que la acompañaban y tan podía negarle a su mujer la jo, a Alfieri, a Sudermann, con viva la caridad inspiradora de ventura de su vida, la satisfacsus recursos de artista de la sus palabras, que la emoción se ción de un anhelo acariciado palabra y del gesto, y lo mismo trasportaba no por el discurso con vehemencia durante largos arrebataba sus auditorios en sino a pesar del discurso. años. Al verse libre la mujer Viena y en San Petesburgo que La Duse aparecia en Londres dejó de ser víctima de la fasen Milán y en Londres. Eleo por última vez, antes de su via cinación que había dominado nora Duse repitió el milagro del je a América, a donde un des su vida, haciendo de ella un Pentecostés. Acaso los apósto tino inexorable como el que paso intermedio entre la dicha les no hablaron más lengua que preside en las obras de arte a suprema y las miserias de la AIXENCL Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica