Extremist

132 REPERTORIO AMERICANO ted Press antes de zarpar en el Celtic en su tercer viaje de retorno a Europa. Por qué no dejar en el planeta algún rincón exento, alguna libre insula a la que pudieran acogerse, cuando bien les pluguiese, los indeseables de todas las naciones, los extremistas de todas las doctrinas, los ciudadanos de todas las Utopías? Es lo menos que éstos podrían pedir. Me diréis que acaso con tales elementos, la vida colectiva se haría dificil y la isla seria un ejemplo de discordia o de miseria. No habrían de quejarse entonces los conservadores de los varios países, cuando a tan poca costa se les ofrecía tan cómodo argumento. Quizás, por el contrario, la nueva tierra, tras de las inevitables experiencias, acabase por engendrar un tipo distinto, tal vez un tipo mejor, de sociedad humana. nadie perjudicaria, de cierto, semejante resultado.
Pero también pudiera ocurrir que, poco a poco, fuese, en la isla, surgiendo un nuevo Estado, una organización social como la de todos los demás Estados, ni peor ni mejor. aun podría acontencer que transcurriendo los años, hallaran los futuros inmigrantes que itambién allí. se les cerraban los puertos por efecto de una severa ley de indeseables que les compelia a volverse a embarcar para sus puntos de origen. Por algo Utopía quiere decir el pais sin tierra. Los enamorados de Utopía retornarían entonces con una desilusión más, pensando que su ideal República existe sólo en lo intimo del corazón. En lo intimo del corazón. por qué no también en la realidad del paciente esfuerzo con que se procura, dia tras dia, que brille un poco más de justicia, un poco inas de belleza moral, en todos los pueblos de la tierra. Luis de Zulueta Qué hora es. Lecturas para maestros: Nuevos hechos, nuevas ideas, sugestiones, ejemplos, incitaciones, perspectivas, noticias, revisiones.
amorosa, la suspicacia a la generosidad (5)
Cuanta atención se preste a estas dos formas de pulso vital será escasa. De que dominen la una o la otra entre los hombres de una época depende todo, la ciencia como el arte, la moral como la política. En un caso, la historia asciende, la energía y el amor, la nobleza y la liberalidad, la idea clara y el buen donaire se elevan dondequiera sobre el haz planetario como espléndidos surtidores de vital dinamismo. En el caso opuesto, la historia declina, la humanidad se contrae estremecida por convulsiones de rencor, el intelecto se detiene, el arte se congela en las academias y los corazones se arrastran tullidos y decrépitos.
Del mismo modo, a poco que tratemos un individuo percibimos inequívocamente a qué tipo de pulsación vital pertenece. Si es de tonalidad ascendente nos sentimos al apartarnos de él como contagiados de su plenitud y mejorados por una inefable corroboración vital. Si es de tonalidad descendente, notamos que, sin saber por qué, se nos han cegado de pronto fuentes de interna actividad, que trozos de nuestra alma han caído en parálisis, que su periferia experimenta una rara contracción y encogimiento, en fin, que en nuestra atmósfera intima soplan insólitas ráfagas de acritud.
No hay que esperar a la valoración ética de estos dos tipos de pulso vital. Antes que hable la ética tiene derecho a hablar la pura biologia. Sin salir de ella, desde un punto de vista estrictamente vital, nos parece el uno como un valor biológico positivo, como vitalmente bueno; el otro como un valor biológico negativo, como vitalmente malo. Luego vendrá la ética y habrá lugar para discutir si lo moralmente bueno y lo moralmente malo coinciden o no con esos otros valores vitales.
Por lo pronto tenemos que asegurar la salud vital, supuesto de toda otra salud. el sentido de este ensayo, suponiendo que lo tenga, no es otro que inducir a la pedagogia para que someta toda la primera etapa de la educación al imperativo de la vitalidad. La enseñanza elemental debe ir gobernada por el propósito último de producir el mayor número de hombres vitalmente perfectos. Lo demás, la bondad moral, la destreza técnica, el sabio y el «buen ciudadano. serán atendidos después. Antes de poner la turbina necesitamos alumbrar el salto de agua.
La pedagogia al uso se ocupa en adaptar nuestra vitalidad al medio, es decir, no se ocupa de nuestra vitalidad. Para cultivar ésta tendría que cambiar por completo de principios y de hábitos, resolverse a lo que aún hoy se escuchará como una paradoja, a saber: la educación, sobre todo en su primera etapa, en vez de adaptar el hombre al medio tiene que adaptar el medio al homOXNIKIO Pedagogía de secreciones internas De El Sol. Madrid y Véase la entrega anterior.
Más a la intemperie que el cuerpo presenta la psique su actuación como un todo solidario, como una unidad funcional. Nuestros pensamientos y apetitos singulares no aparecen juntos merced a un zurcido sino que se les siente nacer de cierta raíz intima y como manar de cierto hontanar profundo y único.
Para que se entienda lo que pretendo decir, atendamos, por lo pronto, no al conjunto sino sólo a un menudo trozo de nuestra vida psíquica: los pensamientos o intenciones que sobre una persona tenenos y los actos que hacia ella ejecutamos se revelan, si miramos bien, como concreciones particulares de un sentimiento inicial previa actitud de simpatia o antipatia que desde luego surgió en nosotros respecto a ella. Lo mismo que las flores, hojas y frutas van saliendo del árbol según la ocasión de las estaciones y los cambios del clima, así de aquella emoción primera brotan nuestras opiniones, propósitos y actos hacia el prójimo. Todos ellos, sea cualquiera su contenido particular, van tenidos de aquel sentimiento inicial favorable o adverso. Un mismo juicio sobre dos personas distintas aparece a lo mejor ante nuestra visión intima como cargado de electricidades contrarias. La censura que a alguien hacemos nace acaso en nosotros de un sentimiento de amor mientras esa misma censura dirigida a otro sale envenenada de una fuente rencorosa.
Pues esas emociones matrices de nuestras ideas y actos se originan a su vez de una radical fluencia psiquica que lleva sobre si toda nuestra fauna intima, más aún, que la suscita o anula, la alimenta o deprime, la dirige y regula. Llamarla sentimiento es impropio porque de ella nacen los sentimientos mismos y es menos concreta, más recisa que éstos. Es más bien como el pulso de vitalidad propio a cada alma, manantial que luego se deshace en los mil arroyos de nuestro pensar, sentir y querer, y que deshecho en ellos, adopta las formas más claras pero también más mecanizadas de los cauces por donde fluye.
Alguna claridad obtendremos si decimos que ese pulso psíquico, o llamándolo impropiamente, ese sentimiento de vitalidad es en unos hombres de tonalidad ascendente; en otros, de tonalidad descendente. Hay quien siente brotar su actuación espiritual de un torrente pleno de energia, que no percibe su propia limitación, que parece saturado de sí mismo. Todo esto nace en almas de este tipo con la plenitud magnánima de un lujo, como un rebosamiento de la interna abundancia. En este clima vital no se dan, por lo menos con carácter normal, las envidias, los pequeños rencores y resentimientos. Hay, por el contrario, en otros hombres un pulso vital descendente, una constante impresión de debilidad constitutiva, de insuficiencia, de desconfianza en sí mismos. No necesitan temperamentos tales compararse con otros individuos para encontrarse menguados. Lo típico de este fenómeno es que el sujeto siente su vivir como inferior a sí mismo, como falto de propia saturación. La fauna y la flora internas de este clima vital decadente llevan el estigma de su origen: todo en ellas será pequeño, canijo, reptante, temblon, torvo.
Es la atmósfera en que la envidia fructifica y el resentimiento sustituye a la actitud (2) En los psicólogos alemanes se habla muy frecuentemente de un «sentimiento vital, Lebensgefühl.
Con este nombre se alude, sin embargo, a un fenómeno muy distinto del que arriba menciono. Por «sentimiento vital. entienden ellos exclusivamente la suma o resultante de nuestras sensaciones orgánicas o intracorporales (sensaciones de tensión muscular, vasculares, vago simpáticas, algedónicas etc. en que se funda esa impresión que solemos expresar diciendo. Ahora me siento bien, o mejor o mal. Excluye, pues, ese sentimiento del estado carnal la vida propiamente psíquica. Además es como un balance de innumerables sensaciones pre viamente dadas, no su fuente. Sea dicho de paso que aun en este sentimiento y por razones que no son del momento, me parece erróneo este concepto tan usado en la psicologia contemporánea. 3) Este seria el lugar para mostrar que ningun de esas calidades es posible normalmente sino como una emanación de una sana vitalidad. Pero las pro porciones de estos artículos lo impiden.
a (1) Han de entenderse estas palabras como refiriéndose exclusivamente a nuestra personalidad psíquica, aparte de nuestro bienestar o malestar corporales, cualquiera que sea la influencia de estos sobre aquella. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica