REPERTORIO AMERICANO 301 gros corceles, y al volver la primera esqui reado resonaba en su cabeza, y le consu gó a ser el mío, de que me dejara salir na una dama que vendia berros.
mia el ansia de lanzarse a la aventura de con mi gusto. pero ¡ah! los escaños de hieAl llegar a los doce años, o cosa así, deje las letras; pero le sobrecogió el miedo, y rro de aquel parque londinense tristemente mi carrera literaria en el desván, visto que vino la vejez antes de que se hubiera de famoso como hospedaje de literatos fracaen la escuela donde me habían puesto los cidido a hacerlo, y pronto la muerte llegó a sados, y aquel cuarto desnudo en lo más deportes eran ejercicio mucho más estimado; sorprenderlo inclinado sobre la tabla de alto de interminables escaleras! Mientras pero el año anterior al de mi entrada en la aplanchar.
yo terminaba mis estudios en el colegio, Universidad tuve una recaida y me escribi Corri a casa llevando los versos en la ella recorria las bibliotecas en busca de la mayor parte de una novela en tres punta de la lengua, pero había visitas, y lo libros que hablaran de cómo lo pasaban los volúmenes. Un editor me contestó que im que tenía que decir era para sus oidos so que iban a Londres a vivir de su pluma, y primiria mi obra por cien libras esterlinas, lamente; de consiguiente, la llamé a la es todos contaban la misma escalofriante hisy por más que el dinero no fuera el obstá calera y le dije con imperio: toria. Londres, nunca visto por ella, se le culo primordial (tenía seis centavos de aho¿Cómo grabar mi nombre en el bronce inmortal, aparecia como un monstruo que devoraba rro) el golpe más rudo que recibimos fué haciendo de los tiempos mi propio pedestal? a los jóvenes provincianos tan pronto como al ver que en su carta me decía que me bajaban del tren; veia patentes las buhardiconsideraba como una brillante señorita. Era una extraña cuestión para venir a llas donde yacian en el abandono, y los Repliqué con altaneria que yo era un cabaproponérsela a una persona a quien se obliescaños del parque donde pasaban la noche.
llero, y desde entonces oculté el manuscrito. gaba a dejar su taza de té, y me figuro que Esos asientos del parque eran para ella como La malignidad de los editores no podia debió de extrañarle; pero creo que ella no los resplandecientes ojos del monstruo, y obligarme a renunciar, sin embargo. Desde se rió, y años más tarde repetia los versos cuando ahora paso junto a ellos la siento el dia de mi nacimiento a la literatura allá con apasionamiento que le hacia subir la más cerca de mi que cuando estoy en cualen el desván, mi resolución quedo hecha: no sangre a sus mejillas. Eso es lo que hubiequiera otra parte de Londres. Es posible habia de ser yo uno de esos que se apoli se querido ser usted misma soliamos decirque este Hyde Park, tan alegre de dia, al llan en una profesión; la literatura era mi le en broma, a lo que ella respondía casi llegar la noche sea recorrido por las ánimas campo de combate. Las personas que se con vehemencia. No, pero me sentiría muy de muchas madres, que con ojos alocados interesaban por mí no tenian en mucho la ufana de ser su madre! Es posible que corren de un escaño a otro tratando de coprofesión literaria. Me acuerdo que dos dahubiera podido serlo, a haber vivido aquel nocer a su hijo.
mas solteronas me preguntaron allá por el otro hijo cuyo amor por ella pudo haberlo tiempo Previsto a que pudiéramos librarnos de que iba a salir de la Universidad llevado a realizar los más locos sueños, peesos temibles escaños, ella deseaba tanto qué me proponia ser, y cuando repliqué ro por mi parte ya puedo reirme de una de desvergonzadamente: un escritor, ellas al las dos figuras que estaban en la escalera como yo que fuera a probar mi suerte, y se zaron las manos al cielo, mientras una exen esa ocasior, ya que desde hace mucho me ocurrió la idea de que, dejando sin seclamaba en son de reproche: todo un tiempo he renunciado a la ilusión de llegar nalar el sitio de Hyde Park en los mapas licenciado. El modo de pensar de mi madre a ser famoso alguna vez, y más bien imade Londres que me entretenia dibujando, la al respecto no era muy desemejante, y por gino para mí un destino semejante al de posibilidad de ir a ocuparlo quedaba también excluida. Londres me era tan desconomucho tiempo tomó a broma mi vocación, mi amigo sastre; y asi como élvió llegar pensando que pronto desecharia tales ideas, su fin en el obrador, asi espero yo que se cido como a ella, pero mucho antes de y más tarde la mortificaban tanto, que trame ha de encontrar en mi pequeño telar, lanzarme en él ya le conocía por los mapas, té de renunciar a ellas. Ser pastor de una haciendo a conciencia la obra que está más y podia dibujarlos con más exactitud de lo iglesia: eso le parecia una de las más ha a mi medida. Quién sabrá mejor que yo que podria hacerlo ahora. Muchas veces ella lagüeñas expectativas, pero como era una que lo que manejo es apenas un telarcillo y yo nos ibamos de excursión por el mapa, mujer muy ambiciosa, en ocasiones solía comparado con las lumbreras del arte que y nos divertiamos deteniendo el dedo en añadir como asustándome de sus aspiracio han de reverberar a través de las edades las oficinas del telégrafo para prevenir a mi nes, que habia pastores que habian llegado venideras? Pero la persona que estaba conpadre y hermana que no estariamos de rea una cátedra de profesor en un seminario, migo en la escalera ese dia era una mujer greso hasta tarde; hacíamos señales amisde gustos muy sencillos, acostumbrada toda tosas a mis libros que se mostraban en los «pero no era discreto pensar en tales cosas.
No tenia más que una persona en mi fa su vida a dar valor a las cosas más pequeescaparates más elegantes; ibamos a almorvor, un viejo sastre, el hombre más hombre nas, y mi obra estaba lo suficienteinente zar a los restaurantes (sin olvidar que no debíamos decir «comida por el almuerzo. que haya conocido, y un conversador de lo bien hecha para agradarle, lo cual ha sido más granado. Era solterón (de él he apren mi ambición fija desde que era niño.
soltando al pasar un accomo vax? a Mr.
dido todo lo que se puede saber respecto Al fin logré convencerla, y su deseo lleAlfredo Tennyson al encontrarle en Regent Street. Al presentarnos en las oficinas de de la mujer. un hombre enjuto, de cara palida, que andaba con las piernas encogidas los editores en busca de mi cheque, e inte rrogarla alegremente. Se lo entrego a como si llevara algo afirmado en los mus. Epigramas americanos.
los. Todas sus andanzas se reducían a ir a usted o me quedo yo con él. ella no falla(Viene de la página 996. la mesa de trabajo hasta que llegaba la ba de replicar: hora de irse a la cama. Tal vez hubiera saticas. Sólo mi homónimo, el hombre de la Se me ocurre que será mejor llevarlo lido a la calle de ocurrirsele tal idea, pero Naturaleza, al que Gracián, siguiendo las al Banco y cobrar el dinero.
en los años que le conocí, los últimos de huellas de los autores árabes, puso en com Pues ella estaba siempre más segura del su honesta vida, creo que no estuvo más pañia y conversación con Critilo, veria al dinero contante que de los cheques. Nos de dos veces al aire libre, en las ocasiones mundo desnudo de literatura, de mitos y de ibamos, pues, al Banco (dos billetes de a en que cambió de domicilio unas cuantas sombras historicas.
diez libras y el resto en oro) y de alli sapuertas más allá de su vivienda anterior.
La poesía culta no es necesariamente líamos derecho (en carruaje) para una de No tuve oportunidad de verle en ninguna de amanerada ni fria. Es una poesia que está esas tiendas que venden abrigos de piel de estas salidas, pero me parece verlo ahora, enterada de los antecedentes y que sabe foca para las señoras de cierta edad. Pero como si lo agitara el vértigo de una atmósque no estrena los asuntos; que en el mundo antes de que la risa se extinguiera, el parfera electrificada; en una mano lleva una hay muy pocas cosas por estrenar, pero tamque se nos presentaba como un borron en plancha económica, mientras levanta la otra bién que cada emoción personal nueva ante el mapa.
para tocar algo extraño que siente en su las cosas es un estreno. Siquiera pudieras contar con lo necesacabeza: el sombrero. Una ligera emanación Los Epigramas americanos de Díez Canedo rio para no morirte de hambre, decia mi de ropa chamuscada va quedando a su paso. abundan en pormenores delicados, en exac madre con un suspiro.
Este hombre ha oido hablar de mi colección tas imágenes, como la ciudad de cuadras Con algo más, madre, para enviarte de fotografias de los poetas y me pide que regulares comparada a los poemas en octa a ti.
le deje echarles una ojeada, con cuyo mo vas reales; en graciosos rasgos descriptivos, No debes esperar eso en un printivo le hice mi primera visita. Recuerdo co alguno un poco hermetico, como el verbo cipio mo las esparció sobre su tabla de planchar irregular que le enseñó Colombia. Compo La dama que yo debía comenzar por cory tras contemplarlas largamente, se volvió nen un libro fino que no puede escribir cual tejar era el periodismo, esa griseta de la a mirarme y me dijo con solemnidad: quier poeta, porque se necesita un gusto literatura que ofrece su mano y su sonrisa muy depurado y un don singular de con a todo principiante, dándole la bienvenida What can do to be for ever known, centración, de síntesis, pero que no es un en el umbral, enseñándole tantas cosas útiles, And make the age to come my own?
libro fundamental en la obra de un poeta presentándole a la otra dama que ha estado como Diez Canedo, sino un bello episodio, adorando de lejos, aun instruyéndole en Estos versos de Cowley eran desconoci que cierra el autor galana y noblemente con cómo ha de ganarsela, para luego dejarles dos para mí, pero el sentimiento que los esta glosa de Joachim du Bellay: en el camino con los mejores votos por su inspiraba no me era extraño, y me maravi Ni Ulises ni Jason. Toda mi ciencia Ilo que el viejo sastre pudiera adivinar tamfortuna; seria un ingrato el que, después de consista en ser más claro, más sereno haber gozado de su alegre compania no le bién lo que pasaba por mi. Me contrario más rico, pero sólo de experiencia, por eso descubrir más tarde que él no pental vez más útil y ojalá más bueno.
tirara un beso al pasar. Pero si bien ella no guarda rencor cuando se la abandona, saba en mi para nada, sino en su propia Andrenio hay que servirla asiduamente mientras se mocedad, en aquel tiempo en que este pa(La Voz. Madrid) esté entregado a ella, colmándola de aten Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica