296 REPERTORIO AMERICANO Epigramas americanos (Versos de Díez Canedo)
CONSIDERO los Epigramas americanos, de Enrique Diez Canedo, como una demostración. Profundamente cauta, sensible a las miradas más lejanas, pero segura de su línea, la musa va descubriéndose, nunca de una vez, y velándose, nunca con demasiada severidad. Esa demostración poética, cuyo lirismo contenido, frenado, cae siempre bajo la temible sonrisa crítica del autor, es quizá uno de los ejemplos más expresivos del momento literario. Está en el lindo, breve y claro volumen de Epigramas todo el viaje a América de Diez Canedo. Está siquiera lo más intenso de su viaje?
Diez Canedo es nadie lo ignora espíritu de grandes, casi ilimitadas fronteras. Sólida cultura. Preparación lenta, dia por dia. Voracidad y retentiva pasmosas, proverbiales, y comprobadas cien veces por cuantos lo tratan. Esta amplitud de horizontes y esta seguridad de clasificación, aptitud más útil que todos los ficheros, indispensable para manejar tal cúmulo de informaciones; es decir, estas cualidades de Diez Canedo critico han de vigilar estrechamente la marcha de Diez Canedo poeta. Un género de poesia puramente intelectualista hubiera unido todas las virtudes dispersas; pero lo curioso es que entonces hubiera quedado fuera Diez Canedo.
Lo prueba el final. el regreso de su viaje a América: Ni Ulises ni Jason. Toda mi ciencia consista en ser más claro, mas sereno, más rico, pero sólo de experiencia, tal vez más útil y ojalá más bueno.
Deseo y resumen tan helénicos de estirpe como el género elegido para expresar. Las sensaciones. Las emociones ¿Las observaciones? Digase en la mejor forma, porque el nombre obedece a moda pasajera; la observación es fria, la sensación, brutal; la emoción, romántica y anacrónica; me refiero a los motivos más sonoros, más intensamente coloreados de su diario de viaje.
Pero aquí está ya la primera ampulosidad, que en ningún modo puede reprocharse a Canedo, sino a mí. El diario de viaje no existe, y si existe, no es para los demás, sino para el viajero. Existen y aparecen unidos esos trazos rápidos, como anotaciones, al pasar ante los más vastos o los más pobres temas el Paso de los Andes o Puerto Colombia dibujos de un instante, cuya gracia radica en que luego quedan trabajados a buril, con la técnica rigurosa y firme del epigrama Demostración interesante, expresiva de la hora que viven nuestras letras, he dicho que es el libro de Canedo. Véase quién lo hace.
Conciencia escrupulosa, idea siempre viva y presente de la responsabilidad. Ingenio henchido de lógica. Trabazón rigurosa del pensamiento y de la clausula. En realidad, un clásico. nos trae, como en una caja de filigrana con secreto, este libro, de apariencia ligero, vuelo de golondrina, vuelo de hay kay, que en algunas páginas desnivela el peso con líneas graves pocas, pero graves. dignas de ser escritas con letras romanas, votivas. Imagen del Mapocho, Lluvia en Gatun, maravillosas concentraciones de alma y naturaleza, siluetas, madrigales, juego de fantasía. No ha querido pensar no ha querido dejarnos pensar que lo piensa en el poema del viaje ni en el poema de América. Nada de liricas arrebatadas por pegasos intercontinentales con sus precedentes históricos. Nada de corresponder a las viejas efusiones de metro largo con otras elocuencias! El más agudo talento de EnriEl epigrama venia de la epigrafía.
Fue una forma de poesia menor propia de pueblos como el griego y el romano, amigos de lápidas y de inscripciones conmemorativas y votivas. De la inscripción se derivó el epigrama poético, que abarcó todos los asuntos, desde el tema heroico, como en el epigrama o epitafio poético (una variedad de poesia epigráfica) de Simonides de Cos a los héroes de las Termópilas, a los versos que celebran los juegos de Venus, madre de los placeres breves y de los dolores largos, como se ha dicho, haciendo así un epigrama.
Con razón se ha comparado el papel del epigrama en la literatura griega al del soneto en las literaturas modernas. El epigrama, en su sentido clásico, es un pensamiento fino y delicado, expresado sintética y sencillamente. Por eso es la forma propia para el cuaderno de viaje de un poeta que va pasando rápidainente por muchas ciudades y lugares exóticos. Viene a ser en este caso como la chispa que aquellas representaciones intuitivas que se van sucediendo rápidamente arrancan a la sensibilidad del poeta.
Hoy no se estilan los poemas largos; pero, aunque estuvieran más de moda, no se podría pretender del poeta viajero que trajese un cargamento de poemas. Puede, si, traer en una cajita de sándalo o sencillamente en la cartera un ramillete de epigramas.
Cada lugar, cada figura, ciudad, monumento, paisaje, escena o tipo humano que se ha ofrecido a la visión del viajero con la lozania virginal de lo nuevo ha arrancado a su fantasía y a su sensibilidad un reflejo, una imagen, un centelleo rápido: la primera materia del epigrama. Si el viajero carece del don de la expresión poética aquella impresión quedará inédita y se irá borrando con el tiempo. Un poeta como Enrique Diez Canedo la esculpe (bien puede decirse, siguiendo la etimologia) en el epigrama.
Enrique Diez Canedo (Caricatura de Bagaria)
que Diez Canedo poeta, critico, profesores el de hacerse cargo. su libro, tan breve, es una lección más.
Resbalar sobre el peligro en que cayeron otros demasiado ingenuos. Vestir hábilmente la fuerza. Fuerza oculta, fuerza doblada. Como los libros tienen su sino, y no es difícil advertir en éste cierto gracioso sortilegio, puede ocurrir que lleguen más allá y den más en el blanco los Epigramas americanos que obras de más balumba. Los poetas mayores por otra parte se han complacido en gravar medallas que alguna vez logran la inmortalidad, precisamente por ser fáciles y ligeras. Ultima observación: en el libro de Canedo, de gracia y espíritu muy modernos, no hay concesiones al llamado arte nuevo.
Luis Bello (El Sol, Madrid. La variedad de formas de esta breve antologia (compuesta de treinta y ocho poesías)
se corresponde con la diversidad de tonos y de matices del epigrama antiguo. Algunos de los de Diez Canedo tienen una bella pompa poética propia del asunto tropical. Así, la entrada en el puerto de Riojaneiro de noche: La noche, reina negra, desciende hasta sus mares, Para el baño la ornaron sus doncelias.
En sus pechos de sombra luminosos collares.
En sus crespos cabellos un enjambre de estrellas.
Otros, en vez de esa amplitud y riqueza huguesca, tienen la brevedad de un grafito, como el Hay Kay de Buenos Aires, o una concisión, intensa y penetrante, como la de Un tango. De qué sima extraña sales, viento que brisa pareces y al pasar los arrabales de las almas estremeces?
Es ésta una poesia eminentemente culta.
Cualquier forma de literatura de viajes, desde esta tan leve y rápida de estrofas que parecen mariposas poéticas hasta las descripciones en prosa literaria y lirica, lo son fatalmente. No hay mundos nuevos. América sólo lo es de nombre. Todos los lugares de la tierra están abrumados de historia, de leyenda, de literatura. El día que se pueda ir con alguna facilidad al Polo Norte, el poeta que emprenda el viaje llevará consigo sus clásicos, sus mitos, sus reminiscencias poé(Pasa a la pagina 301. Los Epigramas americanos, de Díez Canedo De su viaje a América nos ha traido Enrique Díez Canedo una linda antologia: los Epigramas americanos. Los epigramas son materia de antologia. Díez Canedo, tan letrado, tan culto, devuelve a la palabra epigrama su amplio sentido antiguo, cercenado bárbara o, por lo menos, mezquinamente, en el uso vulgar moderno, que reduce el nombre de epigrama a la variedad satírica. Ni siquiera fué ésta su forma original, sino una manifestación que no se generalizó hasta los poetas alejandrinos. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica