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258 REPERTORIO AMERICANO literaturas o filosofias nuevas; ahora es a guerreras, de modo que el culto de la violas alianzas victoriosas con la materia a las lencia es otra de sus características esenque se acude. Favorecido por los elementos ciales, como lo prueban las juventudes coque humillan a la sabiduria humana y sobre munistas y fascistas, que buscan por medios excitado por instituciones que le quitan al militares, la realización de sus doctrinas.
pensamiento, su responsabilidad y su ini Ellas han conocido demasiadas desilusiones, ciativa, ese progreso de nuevo género, se para no tener el corazón lleno de cólera, ha convertido en la voz de orden, en el lo que las hace, no ya tratar de imponer simbolo, en el credo de una época que no sus ideas (a la vez reparadoras y destrucquiere soportar la humillación de creer, ni el dolor de dudar. Así, no encontrando camtoras) en nombre de sus conquistas y de sus sueños, sino en nombre de sus deceppos suficientes para desarrollar su acción, ciones y de sus caidas. Afortunadamente, las juventudes intelectuales se sienten des como aun están revestidas de toda su fiebre orientadas, porque lo que la juventud teme y ha temido siempre, no es la hostilidad, guerrera lo que hace imposible mitigar su fuga juvenil todavia es tiempo de dirigirni la lucha, sino la inercia.
las, haciéndoles pensar que la libertad es puede darse nada más inerte que nuesel más precioso, pero el más frágil de los tras democracias materializadas, en donde bienes de esta tierra y que generalmente ninguna idea consigue remover las masas, en donde las coaliciones de intereses, paraesas pasiones y esas revueltas humanas que lizan todo esfuerzo honrado o generoso y militan en su nombre, no hacen sino consen donde las grandes causas abortan en pirar contra ella. Libertad. qué de crimepequeños efectos; los grandes programas, nes se cometen en tu nombre! fué la queja, se convierten en pequeñas obras; las granel grito de Mad. Roland. es que, sólo cuando la libertad ha sido templada en el des esperanzas se transforman en pequeñas cóleras y las grandes ilusiones adquieren agua viva del amor, adquiere la dureza sin la forma de pequeñas pasiones? Como una tacha del acero. La última caracteristica que resalta en el espíritu de las nuevas genepremisa segura puede, pues, establecerse, que ese imperialismo desorganizador que raciones, es la contradicción. No la contrase llama politica está casi totalmente desdicción entre grupos opuestos, sino en un cartado del pensamiento de la juventud acmismo espíritu, en un mismo individuo.
tual, convencida, como se halla, no sólo de ¿Qué conclusión sacar de todo esto, sino la imposibilidad, sino de la inutilidad de que las juventudes de hoy día no son felices?
hacerle inyecciones de inteligencia.
Ellas pagan los errores de dos siglos de esa es la razón también, por la que generaciones, lo que debe obligar a todo los jóvenes se inclinan, cada dia más, hacia hombre, no sólo a tener simpatia por ellas, el deporte, que no es sólo una manifesta sino a tratar de comprenderlas, sobre todo, ción negativa, pero constante de la indi si se tiene la ambición de conquistarlas.
ferencia, cuando no de la hostilidad, hacia Porque, no hay que olvidar que, si las ideas un mundo en donde la acción no es la her se falsean, a veces, en la juventud, los senmana del ensueño, sino también el deriva timientos permanecen siempre justos y que, si a tivo en donde gastan sus excesos de energia veces, se cierra el espíritu en ella, en cambio, y su necesidad de combate. Porque, no hay el corazón queda siempre abierto. es que, que olvidar que las nuevas generaciones, en definitiva, la desgracia y la excusa de educadas por la guerra, la que les ha in los jóvenes, es de vivir, poseyendo la juculcado el hábito de la organización, del ventud y el entusiasmo, en un mundo agarango y de la ofensiva, son esencialmente rrotado por la inercia y la vejez.
Leonardo Репа la que aplauden o quisieran aplaudir ahora.
El arte del romanticismo habia cometido la asimilación de manjares demasiado cuantiosos. La anécdota lo invadia todo: la poesia y la moral, la critica y el teatro. De aqui que el tono de la literatura romántica sea, en total, el de la novela: un lento ritmo descriptivo, con pausas de meditación filosófica y precipitadas caidas en la melancolia de René o en la misantropía socialista de Juan Valjean.
Pero no hay critica verdaderamente útil sin injusticia. Hace falta siempre, al que apunta a la verdad, un poco de error para acertarla, acaso el temblor conmovido que dió a la flecha de Guillermo Tell la precisión de la leyenda. Asi, en el juicio de los valores románticos, fué necesario aprontar todos los testimonios: aún los más inciertos, aún los falsos. Especialmente, los más falsos. la apologia del amplio panorama humano de Hugo se opuso la pequena veta preciosa de Mallarmé. la novela copiosa de Dickens, la angulosa psicologia, la delgada médula emocional de Constant. Impacientes de preferir, los hombres de nuestro siglo no se han dado el tiempo de juzgar.
Por eso aceptan en conjunto a Proust, sin inquietarse que debe el mismo a Chateaubriand que ellos denigran y se apasionan por Góngora, juzgándolo un precursor, en contra de lo que tan atinadamente señala Dámaso Alonso en el estudio que sirve de prólogo a su nueva edición de las Soledades. es que ni Proust, ni Góngora, son los primeros escritores de este siglo, sino los últimos de otros, desaparecidos. En Proust se congregan a veces con desorden admirablemente metódico las cualidades y los defectos de los maestros de la novela romántica francesa, desde Balzac hasta Barbey Aurevilly, reuniendo al autor del Ultimo Abencerraje con el de la Educación Sentimental. Para castigo de los que juzgan de prisa, la obra del siglo xix a la que se parece menos la de Proust es precisamente la de Stendahl, el menos romántico de los románticos.
El centenario del romanticismo Vivimos en una edad de aniversarios: el tener. De la de los hombres célebres, entre de Beethoven, el de Góngora, el de las más útiles de reseñar. Veriamos entonces Goya. Dentro de muy pronto cpor qué no cómo las vidas más lúcidas han sido, a ya? el del Romanticismo. Esta coincidencia menudo, aquellas que, sobre la solidez de de fechas no significa nada en si, pero, para cada periodo definitivamente edificado, es la época que las reune, es un estimulo. decir, definitivamente apaciguado, levanta¿Contiene un reproche? Convengamos, al ron un nuevo piso a la curiosidad.
menos, en que insinúa una invitación. Re En los pueblos, coino en los hombres (y cordar lo que otros realizaron, elogiar lo en la historia de las ideas como en la de que otras generaciones cumplieron no es los pueblos. el ojo menos educado descubre, una actividad inutil sino para los impoten con un poco de paciencia, ese ritmo de tes. Tal vez ni para ellos. De otro modo pausas y de acción que cambia los gustos. qué harian las Academias?
las preferencias y las doctrinas, señalándo Una conseja muy generalizada quiere que les un limite, un período de duración. Por los gustos, las cualidades y los deseos de desgracia, como las ideas son menos numecada quien se renueven en periodos de siete rosas que el tiempo, lo que da al espectador años precisos, desprendiendo la duración de una primera impresión errónea de unidad estas pausas de una verdad relativamente sucesiva es el procedimiento de tesis y anexacta en fisiologia. los siete años con titesis fluentes que la humanidad adopta para cluyen en los sujetos normales las pri pensar. Lo que amó hace un siglo, le desmeras tinieblas de la niñez. los catorce, agrada hoy. La volverá a seducir mañana, se inicia la pubertad. los veintiuno se pero para no atreverse jamás a proponer alcanza, en la mayor parte de las repúbli la sintesis que, en materia de ideas, no es cas modernas, los derechos del ciudadano. ya un principio, sino la definición misma Con ellos, esa terrible responsabilidad de de la muerte.
elegir que las democracias disimulan a fuerza Al romanticismo que exaltó las cualidade mentida improvisación.
des humanas, que se gozó en describirlas, Hasta aquí los períodos, bien definidos que hizo de ellas su mundo, su tema, su por la evolución natural del hombre, mar inspiración, ha sucedido un período de crican fronteras muy claras en su pensamiento tica, por el intento y el dibujo de las priy en sus gustos. Sería más difícil pero más meras realizaciones, clásico. la música agradable precisar los cambios que siguen de Beethoven, se ha vuelto a preferir la estos durante el curso de cada existencia.
de Mozart. En ella buscan los contemporáDe la nuestra, entre las más fáciles de con neos una resonancia, un anticipado eco de Aquietadas las querellas ¿qué mejor homenaje al clasicismo, en este aniversario romántico, que reconocer honradamente lo que el arte y especialmente la literaturay especialmente la literatura nueva deben al romanticismo odiado?
Desde luego, el color. El color, que es una orgía en Delacroix, una conciencia en Wagner y, más que una cualidad, una condición, una necesidad de la poesia de Hugo y de Espronceda, de Byron y de Musset. propósito de esta herencia romántica del color en la literatura dice Ortega y Gasset en una de las páginas justas de El Espectador. Con divinas excepciones, todo verso, toda prosa prerromántica nos parecen hoy cuerpos, materia exánime de lividas as formas y venas sin licor ni latido. Un párrafo latino o griego es, al tacto, frigido como el bronce o el mármol. Sí y esto es cierto aún tratándose de los más puros, de los más queridos de los clásicos. Hay que buscar una página de color en Racine por ejemplo el relato de la muerte de Hipólito, en Fedra para obtener una noción precisa de lo poco que interesó a los clásicos una de las bellezas que más impresionaron la retina del hombre moderno: el color. Las otras conquistas del Romanticismo son C) En este punto, los clásicos españoles están aparte de los franceses, En Cervantes, algo apunta ya de la riqueza del colorido románticos en el Qui Mucho menos en su teatro (El Trato de jote y, más que en el Quijote, en alguna de las Nopelas Ejemplares. Américo Castro ha hecho observar el sentido pintoresco que encierra la descripción del patio de Monipodio en Rinconete sentido pintoresco implica a la amargura de las conclusiones de la novela picaresca auténtica: Lazarillo de Tormes, El Buscón, Guzmán de Alfarache. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica