Democracy

REPERTORIO AMERICANO 131 minoria de gente blanca, la isla tropical na el pueblo se iria contagiando de democracia, turalmente rica y dotada hoy de magnificas ese veneno de Occidente. Querria votar. Soconstrucciones y modernas vias de comuni naria con un Parlamento. Haría política, cación, goza tranquilamente de todos los como en el Japón. si se metia a razobeneficios de la actual civilización mecánica nar acerca de sus viejas divinidades? Peliy utilitaria.
grarían los ritos primitivos, la ley de los Pero lo particular del caso es que la masa antepasados. Esa moral de la igualdad hudel país, en medio de este enorme avance mana y de la fraternidad espiritual que material, nada ha avanzado espiritualmente. predica el Evangelio, es buena sólo para Viven como hace siglos, con sus fetiches y los hombres blancos, y aun con cautas resu ignorancia. No tienen problemas sociales servas, hábiles apostillas.
y políticos. Los dueños blancos de Java. Verdad, señor mío, que es mejor que guardándose muy bien de emancipar inte Java siga como ahora? Hoy es la insula felectualmente al pueblo por la escuela, por liz. Fácil manera de gobernar y mantener la cultura, por las ideas, lo mantienen en la paz. como dice Altamirano. Dejaría de una plácida sumisión. Esos millones de se ser, para usted, un trasunto del paraíso el res humanos, observa Altamirano y Viera, día en que un soplo maléfico echara en ella como no saben nada, como no tienen luz las semillas del árbol de la ciencia del bien alguna en sus obscuras mentes, nada piden y del mal.
ni reclaman, y hasta aparecen felices en su. No exageremos. Yo no soy enemigo de deformidad. la ciencia ni de la ilustración del pueblo. Alabad el progreso material concluye el Mal camino, mal camino. Ahora viven publicista centroamericano, el volumen del tan contentos nuestros javaneses porque comercio, los ferrocarriles, las carreteras. no tienen luz alguna en sus obscuras menlos palacios. Pero sabed que, si a la vez no tes. Pero la luz es como la razón. Se les se disminuye por igual el número de anal puede cerrar herméticamente la puerta; mas, fabetos miserables y deformes, el caso de en cuanto se les deja pasar por una rendija, la bella isla holandesa no estará solo en la llenan y esclarecen toda la estancia.
Historia. Los pueblos no saben usar bien de la razón. Que le falta a ese paraíso de Java? Fál Sólo ejercitándola podrán aprender. Sus tale. ay. el árbol de la ciencia del bien y propios errores, sus mismos tropiezos, les del mal. El amor a la libertad, el espiritu irán poco a poco mostrando la ruta. La vicritico, la sed de justicia, el anhelo de una da humana está hecha de dudas, de provida mejor, mejor siempre; la divina inquieblemas, de rectificaciones, de ansiedades, tud del pensar y del desear. He ahí los de esperanzas. la larga, la libertad es frutos ambiguos del árbol de la ciencia.
siempre un bien, y la esclavitud, un mal. Mas, La posibilidad del bien no se da sin el en todo caso, preferiria los males de la riesgo del mal. Tal es el sino de la Natulibertad a los bienes de la esclavitud. En raleza humana. Si los javaneses se instruun proceso de emancipación las mismas criyen, tendrán opiniones; unas, acertadas; sis son fecundas. La modorra del siervo, erróneas otras. Compararán, juzgarán, reclapor el contrario, es muerte espiritual. Por marán, protestarán. Harán surgir los partidos, lo común, y los ejemplos abundan, son los las divergencias. Sufrirán por sus aspiraciopueblos con más inquietudes ideales aquenes no satisfechas. Sufrirán quizás por as llos en que luego, por añadidura, es mayor piraciones imposibles de satisfacer.
el bienestar material, la prosperidad econóQuerrán gobernarse por si mismos. Habrá mica. Pero, si hubiera que elegir. renuncio en el curso de esta evolución, momentos al paraiso de Java. difíciles, horas turbulentas. Acaso llegue un día en que, recordando a Pio Cid en su reiLas islas sin dueño no de Maya, piense alguien que ya los que eran felices como bestias empiezan a ser ¿Por qué no he podido leer sin una cierta desdichados como hombres.
melancolía absurda la noticia de que, al ¿Y si un agitador chino discipulo de Sun cabo, el pabellón de Noruega se izaba soYat Sen, desembarcara entonces en el puerto bre las islas del archipiélago de Spitzberg?
le Batavia. Comenzarían los javaneses a Un poco difícil me sería explicarlo. Nada tenfener Sindicatos agrarios y Asociaciones de go que decir contra la nación ocupante, una esistencia. Exigirian aumentos de jornal. de las más cultas y avanzadas del mundo, No subiría el precio del maíz. No merma y nada podria tampoco objetar, pobre de mí, ia la producción de manufacturas. No se contra el reciente Tratado de Paris, que omprometeria el negocio del café. Luego, Francia ha aprobado en Septiembre último, por el que las Potencias convienen en colocar esas remotas islas del mar Glacial bajo la plena y entera soberania del reino de Noruega. Pero.
Pero es el caso que ese helado archipiélago, perdido entre las brumas árticas, era quizás, el último pedazo de suelo europeo que no tenia dueño. Era una tierra de nadie; una tierra absolutamente libre; una tierra sin derecho de propiedad, ni régimen politico, sin aduanas ni contribuciones, sin Registro civil ni Ordenanzas municipales. Deteníanse allí a su antojo los barcos pesqueros; los cazadores, fusil al brazo, recorrían el pais a su albeldrio, sin tropezar con una cerca o con un guarda rural; los mineros que habían comenzado a explotar las riquezas subterráneas, hacianlo por su cuenta y riesgo, sin concesión oficial ni inscripción en registro alguno.
No; no me parece que éste sea un tipo de vida deseable. Ya sé que, de esta suerte, retrocederíamos a los orígenes de la sociedad humana. Sin embargo. qué diablo.
Bien está, sin duda, que el territorio europeo, se halle repartido entre Estados debidamente regidos, con su organización jurídica, su orden legal y administrativo, sus tribunales, sus notarías, sus escuelas, sus garantías de seguridad y sus instituciones de beneficencia. Mas una vez bien distribuido el suelo de Europa. no tenían su atractivo romántico esos postreros pedazos de tierra franca, esas lejanas regiones sin señor, donde, sin licencias, ni pasaportes, cualquiera podía poner libremente la planta?
Los utopistas, los refractarios, los perseguidos o inadaptados de todos los países tenían, allá entre nieblas, unas islas de ensueño de las que nunca serían rechazados. Que esta eventualidad no pasaba de la fantasía? Seguramente Pero, en fin, las islas alli estaban, con siis extraños nombres: la isla de Barentz, la de Edge, las Wiche, la Tierra del Nordeste, la isla de Esper con la Tierra del Principe Carlos. Allí estaban, abiertas a todos, campo sin vallas, donde el aventurero o el soñador hubieran podido acogerse para vivir a su modo, intentando, si así les placía, los más opuestos y atrevidos ensayos sociales.
No me digas, lector sensato, que, después de todo, esas islas de nadie a nosotros de nada nos servían. Tendrías razón. Pero después de haber acotado según la razón todo el mapa de Europa. por qué no dar su parte a la locura dejándole esos pobres islotes polares? Un grano de insensatez sitzona los sólidos manjares del espíritu. Harto se me ocurre que nunca pondríamos hacia Spitzberg la proa de nuestra nave. Digo, no obstante, como el campesino de La abadesa de Jouarre, al oir tocar de nuevo las campanas de su iglesia, después de las jornadas revolucionarias. Aunque yo no vaya a misa me gusta que la digan. Quién sabe si en Spitzberg hubiera encontrado un hogar ese Samuel Daushersky, a quien veo que los periódicos norteamericanos llaman el «hombre sin patria. Su caso es verdaderamente singular. Trátase de un ruso, más o menos revolucionario, que se pasa la vida en el mar viajando gratis de Nueva York a Liverpool, y de Liverpool a Nueva York, en un trasatlántico de la White Star Line. Por qué? Porque en Rusia, su patria, el Gobierno de los Soviets no lo quiere, no sé si por radical en exceso o por poco radical. De Inglaterra lo expulsan, embarcándolo para los Estados Unidos, y en los Estados Unidos lo rechazan, reembarcándolo para Inglaterra. De esta suerte, indeseable en todas partes, lleva hechos seis viajes seguidos entre Europa y América, sin que le permitan pisar el muelle ni en Nueva York ni en Liverpool. Se ha acostumbrado ya a vivir a bordo, en su camarote de segunda, satisfecho de su situación, según declaraba a un redactor de la UniQUIEN HABLA DE LA Cervecería TRAUBE se refiere a una empresa en su género, singular en Costa Rica. Su larga experiencia la coloca al nivel de las fábricas análogas más adelantadas del mundo.
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