Omar DengoVíctor Raúl Haya de la Torre

306 REPERTORIO AMERICANO suprema abnegación: anidate en nosotros, haznos ver como veias, haznos sentir como sentias. que el extraño milagro se realice, por el favor que te imploramos, y para la glorificación que te debemos!
En la Iglesia de Heredia ardia en los pebeteros el fuego purificador, que en su simbolismo crematorio consume el despojo mortal y contribuye a la purificación del espiritu. Las naves del templo, atestadas del doliente gentio, guardaban sin embargo su aspecto adormecido, silenciario, como si parecieran ignorar, en su manera grave, la infinita congoja de las almas, por lo muda que era esta congoja, por la forma callada y sobrecogida en que oprimió los corazones.
En los cirios y velas que rodeaban el túmulo mortuorio, se percibia el perenne chisporroteo de la llama que devora la esencia y el pabilo, como la llama de la vida, cuánto más ardorosa, más pronto funde y anonada la naturaleza de los hombres.
Cuando el cántico fúnebre, evocativo, rompió en salmodias el misterio de aquel silencio absorto, a compás de la nota que jumbrosa que parece lacerarnos la garganta, se vió por fin clarear en las pupilas el anuncio luminoso de las represas lágrimas, ya listas a escapar del antro de la pena.
Luego vino el compungido llanto a pecho abierto, el retorcido espasmo de dolor, o el tenue sollozo de las pobres mujeres.
Entre éstas, nada tan conmovedor como las primicias de aflicción de las niñas que habian encontrado en el Maestro, como Marta en Jesús, un padre espiritual imponderable, como Telémaco en Mentor, un refugio de paz y de sabiduría. en nuestras almas se filtró, gota por gota, el amargor de aquel viacrucis. ceros. Sus años de trabajo silencioso en la Ya lo he dicho: murió poco después de Escuela Normal de Costa Rica son años de media noche, pero su muerte como que adesiembra. Siembra ganada que florecerá en lanto a la aurora.
centenares de nuevas maestras y maestros que mucho han de llevar del espiritu luminoso y director de quien supo infundirles Haya de la Torre fervor y conciencia misionera.
De mis horas de charla con este hombre San José de Costa Rica generoso, guardaré siempre recuerdo vivo.
noviembre de 1928 Era religioso sin ser sectario, pero como que equilibraba su fe en los poderes superiores con una serenidad pagana irónica y dulce que algo tenia del frescor de Grecia.
La enseñanza del Maestro Gran orador según testimonio unánime.
Orador de oratoria auténtica, que ilumina, Fue la vida de Omar Dengo una vida feguia y enseña y no atolondra con el reso cunda. Se cultivo para no quedarse vacio, nar de metáforas excesivas. alguna vez me seguro de que la fuente de su Ser necesidefinió su concepto de la elocuencia y coin taba para vivir de toda la luz posible.
cidimos. Mas yo no le oi sino en su último Educó su ánimo para poseer, en la esfera discurso. Aquel luminoso y postrero, lleno de lo habitual, una fuerza constante que de socrática serenidad, dicho a sus discipu centrara su vida y la alejara de una actitud los y a sus amigos veinte minutos antes de de pórtico.
expirar, cuando la agonía ya cortaba sus La meditación le dio la visión de que el palabras y daba a su rostro lividez impo hombre tiene dos reinos bien delimitados: el nente. De aquel discurso máximo, sumario de la inteligencia o entendimiento y el de de vida, testamento glorioso, surgió su más bella y profunda lección. Lección de paz y la moral o voluntad. De aqui parte la importancia de su vigorosa enseñanza que en fortaleza dicha tranquilamente frente a la muerte que él miraba llegar con la misma los tiempos presentes de duda y de vacilay peculiar sonrisa que marcó en sus labios viene analizar a fin de que la juventud busun gesto perenne en la vida y los sello de que las sabias orientaciones y los ejemplos ironía en la hora del total silencio.
de su enseñanza socrática. Qué dificil es saber morir! pensaba yo El Maestro supo que el afán de estudio o ante aquel agonizante engrandecido por el la lectura asidua de un Baghavad Gita valor supremo. pesar de que la muerte seria incapaz de convertirnos en Arjunas.
rompia casi insolitamente un ideal de vida Que todo un bagaje de tesis humanas en esperanzada, una jornada de eficacias, una Ciencia y Arte, seria inútil para el propójuventud victoriosa circundada de admiración sito de allegarnos felicidad; que existiendo y proselitismo eminentes, Omar Dengo se hombres entendidos o sabios, son, 110 obsadueño gloriosamente del momento como un tante, seres absolutamente desgraciados y, joven héroe. Se revistió de fortaleza, de entonces fué, seguro que pensara con Sweuna extraña fortaleza plena de conciencia demborg que llamó a esto fe espúrea en vidente y quiso enseñar que no es sólo de construirse su propia filosofia y asi ponerse leyenda el ejemplo de los moribundos que a salvo de la aberración de la época, seludan sonrientes a la vida desde el porEn este proceso mental debió iniciarse el tico de las sombras.
éxito de su personalidad, de su estilo y la De la interesante personalidad de este sustancia de sus pensamientos, que originahombre atrae su rebeldia generosa. Por les y claros como las linfas que cruzan el que no fué un conformista. Anhelo ser justo valle soleado, iban a llenar de entusiasmos y buscó armonizar la severidad con la dulgenerosos las aulas de la Escuela, de la zura. Quizá si por eso halló que ninguna Logia o de la tribuna popular.
forma fué mejor para mantenerse en un Tenemos, pues, que el Maestro, una vez equilibrio sereno que la de la verdadera cultivado su Espiritu y hecho revisión de ironia. La usó consigo mismo y la usó con los sus conocimientos, lo siguiera lleno de austedemás, pero, todos coinciden la usó consridad y de Fe, encontrando así su propia tructivamente. Así en la vida, así en la muerte.
salvación, que fué para él lo más esencial.
Asi Sócrates.
Fueron sus palabras postreras para la juvenPor eso desde su lecho de muerte, exaltó tud de Costa Rica y con ella para la juventud las virtudes del ciudadano y entró confiado de América Latina. Toda, puede recoger ese en la vida de ultratumba.
llamamiento a la nueva generación para que se El admirado Maestro, como Plotino, desincorpore y se defina en la lucha y para que tocuidó la salud de su cuerpo. Como Plotino me el puesto de los viejos. Vencido ya por la festejó a sus amigos, a quienes instruia con muerte, las últimas palabras de Omar Den la seguridad de una lógica granitica.
go son un cálido llamado a la conciencia Conservó como su digno émulo la amisjuvenil para que trabaje, para que no des tad de un médico ilustre que permaneció maye, para que viva, en el óptimo sentido con él hasta su muerte. Se alistó en las filas del vocablo. Pide a la generación moza del ejército como Plotino en su expedición que se renueve y que sea fuerte, dinámica contra los persas.
y sincera. Le pide que se dé a las grandes Anheló, como el Filósofo, que sus discípucausas y que conserve la riqueza nacional los llegaran por la fuerza de sus argumenpara el surgimiento de una gran cultura. tos a convertirse en la luz de los hombres, en estas palabras breves fue su queja y debió su enorme popularidad a la lucidez recóndita por esa riqueza que se va a otras de sus enseñanzas. De Plotino se dijo que manus. Riqueza que es cadena de esclavitud el entusiasmo, igual que a Plotino, lo empara nuestros pobres pueblos, que tra bellecia, y entonces veiamos correr sobre bajan servidumbre para que surjan otras su frente un rocío ligero. Su rostro brillaba culturas, se afirmen otros poderes y para de dulzura. Respondia con bondad, pero al que el fruto de su angustia sea el refluir mismo tiempo con énfasis. asi vimos al Maestro dar su lección luminosa.
amenazante del poder imperioso y agresivo Vivió, en fin, como el célebre autor de que ellos mismos contribuyen a engrandecer, Las Eneadas, que compuso sus obras conAsi se fue el hombre que supo morir. Asi templando a Dios y gozando de su visión.
se fué dejando en torno suyo como un rasY esto era lo que tenía que decir acerca tro de luz. No hubo lágrimas al final de de la fecunda enseñanza del Maestro.
aquel discurso hondo y bello, porque la fortaleza del moribundo lo innundo todo de rara serenidad.
Jorge Cardona Llorad, dulces mujeres, en Omar Dengo, al maestro, al consejero y al amigo que mitigaba penas, que estimulaba el buen afán, que prendía la luz en las conciencias y fortalecía los corazones. Lloradlo, como bien único, perdido por el inexorable decreto del Arcano. Vivid de su recuerdo y su ensenanza!
Pero vosotros, hombres que os ufanáis de reprimir los desbordes del dolor, decid si también no sufristeis el ímpetu del llanto, allá en el templo, bajo la solemne y mistica revelación del incensario y la fúnebre campana, cuando pudisteis realizar, frente al sarcofago del prócer, toda la magnitud de esta irreparable pérdida de la Nación.
Llorad a Omar Dengo, vosotras las piadosas mujeres: santificado sea en vuestra memoria!
Nosotros los hombres, que le vimos morir como Dios manda a sus elegidos, que le vimos apurar la cicuta de Sócrates en la diamantina copa de Platón, si hemos de llorar, que sea por Costa Rica.
Victor Guardia Quirós El hombre que supo morir (Para Rep. Am. popular en Nuestra América, porque su obra fué casi toda oral. Poco queda escrito de su pensamiento y ha de ser frecuente que su apostolado no sea aún por muchos conocido.
Mas la obra de este joven maestro queda en sus discípulos, queda en su vida, queda en su muerte. Estoy seguro que en pocos años más Omar Dengo ha de ser nombre familiar para los latinoamericanos ansiosos de ejemplos vividos y de grandes guías sin Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica