Omar Dengo

308 REPERTORIO AMERICANO arrestos nobles, aunque el medio recibiera friamente lo quijoteos que seDalaban una virtud encendida.
En La Obra, Renovacióu, La Republica, Vida y Verdad, Repertorio Americano y en Escuela Costarricense, colaboró prestigiando esas columnas con sustanciosos articulos, esmaltados de energia o llameados de profundidad.
Más adelante La Información, El Diario de Costa Rica y La Tribuna, recogieron sus razonamientos, exteriorizados siempre con valor, amoroso con la patria, amplio con la juventud, inflamado en las gallardías de sus honradas afirmaciones.
Un movimiento de belleza artistica, patrocinado por personalidades conspicuas, traía a la Nación el nombre de pensadores de nota, que buscaban ensueños aurorales y sacras incitaciones. Se divulgaban los libros de León Tolstoi, se difundian las prosas de Ernesto Renán, y una juventud ansiosa de cultura, ofició bajo las tiendas tolstoianas y renanianas. Omar Dengo conoció la sabiduría que sora estos maestros, y supo comprenderlos y exaltarlos, admirando el desprendimiento del Profeta de la Vida Sencilla y el plácido discurrir del autor de la Vida de Jesús. luego Bolivar, genio de los delirios y de las realizaciones; y luego Sarmiento, en su apostolado de civilización; y luego Marti, con sus anhelos gloriosos. le señalaron senderos superiores, sueños constelados, verdades edificantesque el aprendió y encarnó.
Poco después de inaugurada la Escuela Normal de Heredia, en el año de 1915, ocupó el señor Dengo la Dirección de este establecimiento, aportando su contingente a la formación de maestros. En 1917, el Profesor Dengo abandonó su posición por no gustar de los actos atrabiliarios del gobierno de ese año, y se retiró a la vida privada, ejerciendo el cargo de maestro rural, en una escuelita humilde que en la hacienda La Caja mantenía su dueño señor Peters, para instrucción de hijos de labradores.
Tal el hombre, que enseñaba con el ejemplo, que alegre modelaba mentes campesinas, que modestamente ganaba el pan cuotidiano, lejos del ruido urbano, franciscanamente recogido ante el candor de los niños y ante la frescura milagrosa de los campos.
En 1920, volvió nuevamente el señor Dengo a dirigir la Escuela Normal. Se entrego lleno de fe y entusiasmo, a la Casa, su Alma Mater, metodizando sus disposiciones educacionales, innovando a diario, combatiendo la rutina y la rustiquez. En la Sala Magna de la Normal, en asambleas sabatinas, el señor Dengo hacia exposiciones de miga, sin dogmatismos, dando sugerencias, citando las reformas de la enseñanza que comporta una interpretación para el porvenir. Sus pláticas fueron torrentes de luz, fuentes de vivas aguas. Con gracia alada, el disertante, de manera sutil, comunicaba el tesoro de sus meditaciones, la riqueza de su emoción, interesando al alumnado, porque poderosa fue su fuerza de simpatia, porque se captaba los ánimos, atraídos por su bondad y por su inteligencia creadora. Cardinales conclusiones traía en torno a la idealidad suprema del maestro: recomendaba siempre honradez al hombre, pureza a la mujer. Pero sus actividades no sólo se circunscribían a la Escuela. Le buscaba el erudito, le solicitaba el coprofesor, le visitaba el teósofo, le consultaba el letrado, el estudiante le pedía consejo, el periodista le reporteaba, todos acudían a el, todos se llegaban a él, los que iban en persecusión de un ideal común, del ideal del Bien.
distintivo, o su estilo, si me permitis. Dichosos los hombres que sobre el haz de la tierra, descuellan por el estilo de la virtud de su vida!
Un dia se improvisó soldado, y salió rumbo a Coto, en instantes graves para la tierruca de sus cariños, y con el marcharon estudiantes y amigos que vieron al maestro en demanda del sacrificio, por la integridad nacional.
Vida homogénea la suya, limpia, sin desvios, sin claudicaciones, dedicada a lo verdadero, a lo bueno, a lo bello, pura como una llama. Sus aspiraciones las convirtió en una religión invariable; sus ideas en obras. Por eso su prestigio, por eso sus cualidades morales que le dignificaron en este siglo positivista, en donde las libras esterlinas deslumbran y pierden lo mismo que el collar de perlas de la frágil Margarita menudo, en la ocasión propicia, echó su carta a espadas, sin considerar los intereses creados, y emitió sus pensamientos, exento de prejuicios, cuando los imperativos del deber le invitaban a ello.
Justo en sus apreciaciones, con serenidad, con claridad, sin odios roedores, saltaba a la liza del debate, y ora las doctrinas económicas, ya los métodos sociales, bien los programas escolares, eran objeto de un sabio análisis Hay dudas sobre el escritor que hubo en Omar Dengo y se le estima en más por sus vuelos oratorios. Esto merece una explicación. Los que le juzgan asi es probable que le hayan leido de un tirón, y no como reconienda Faguet, o la producción de La Mascarilla de la primera página, vista de perfil este pensador, que es vasta, y que Omar Dengo nació en San José el de marzo de está dispersa al presente, pasó inad1888. Murió en Heredia el 17 de noviembre de 1928.
vertida para la seguridad del juicio.
En mi sentir, sí lo fué, y de potencialidad extraordinaria. Sus tendencias todavía más. Tiempos hubo en que, y gustos literarios eran novedosos. Su agideseoso de estamparle derroteros buenos a lidad transparenta un sentido delicado que nuestra incipiente organización política, le viene de Khayyam, de Kabir, de Tagore.
vanto tribuna en el Templo de la Música, Un signo de belleza naciente, tienen sus en la plaza publica, y el orador, fundamen plegarias, sus tenues anotaciones, sus juitando la inquietud de la hora histórica, jus. cios, sus frases prologales. Su último tratificó su actuación, hermoseados sus discur bajo, gestado en octubre de este año, está SOS de normas civicas, apartado de lo decorado de florescencias exquisitas. Dice: prosaico, con brillante elevación de propó. Nos da a veces la tarde, en su serenidad sitos. En el triunfo, una vez más supo de o en su placidez, la imagen de infinito espejo mostrar desinterés y rechazó altas posiciones de oro fragmentado después en la insinuación oficiales que se le ofrecieron, prefiriendo y en el elogio estelar noche. La priseguir al frente de la Escuela Normal, con mera estrella acendra toda la simiente de sus discípulos, a desempeñar una Secretaria luz celeste. de Estado.
En La inquietud de la hora, expresa. La Le llamaron también algunos patriotas idea es un bajel para llevar la conciencia que soñaron días mejores para la República del hombre hacia la conciencia del Universo.
La originalidad del conferenciante, la soli El hombre es un Universo detenido en las dez de sus argumentos, la robustez de su mallas de una idea. raciocinio, su lógica misma, su palabra Predominan en sus impresiones temblores matizada de armonia, cautivaban sobrema de alma, trinos interiores de una rara munera. Representaba el Verbo de la Patria, sica desconocida sin duda alguna. La honraba con su sabi Hablando de Berta Singerman, escribe: duria, y sabiamente defendiala de peligros «El silencio abre sus entrañas de angustia inminentes que se cernian y se ciernen a la palpitación de la eternidad. sobre ella. Como visionario indicaba los Oid su voz iluminada, en América y el males y daba enseguida el remedio para Maestro. Madre América, madre en especonjurarlos, en formas concretas. No era el ranza de un porvenir cuya eclosión es un metafisico, ni el declamador que persigue designio cósmico, en el cual se concentran, un aplauso volandero o una notoriedad como savias de siglos, los ideales de las frustránea, era el apóstol que construye, civilizaciones para alcanzar a ser luz y reque siembra, que vigila, y asi vimos cómo dención un dia en la hazaña de una nueva formó maestros, cómo formó sensibilidades, humanidad cómo armó soldados para llevar a los con Esta página de bronce, trepidante, penefines del pais mensajes de cultura.
trada de clarividencia, de heroicidad, deImporta conocer, de preferencia, la auto muestra que había en su mundo intimo nido ridad que tenía su palabra. El prestigio para un águila que llevaba en el pico una logrado con su nombre, se debía, a lo aus estrella y en las alas el rocio de los cielos, tero de su vivir, a lo recto de su existencia, No infrecuentemente, en permanencia del a la pureza de todos sus actos, al bienhacer, abandono de gentes insensibles a los reclaal bien pensar, a la virtud, finalmente, in mos urgentes, él gustaba de la ironia, a confundible, rara en la época, que era su manera de remate feliz, antes de tornar al Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica