REPERTORIO AMERICANO 153 Charlas literarias con don Pedro Prado carban los picos, y de repente se encuentran los filones de oro, de cobre o de Se gelussay HA ACE unos dias propusimos al diplomático chileno que semanalmente nos hablara de uno de los valores artísticos de su país, para hacer en Universidad una especie de indice de la cultura de la amiga tierra austral.
Don Pedro nos atendió y acarició nuestra idea. Y, por dónde comenzaremos? Yo pensé que hoy le hablaría de la influencia de Balmaceda Toro sobre la obra de Rubén Darío. Este Rubén, cuando fué a Chile en sus mocedades, llevaba aún el espíritu cerril, era una maravillosa cabeza sin pulir. Balmaceda Toro, en cuya casa de Santiago vivió cuatro años Darío, y donde escribió Azul, adivinó la genialidad del nicaragüense y le puso la brújula de su gusto. Pero no hablaremos de eso; no tengo ahora algunos datos que obtendré, y entonces si charlaremos de aquello. De manera que de cuál tomamos tela para mudar esta charla. En todo caso de un valor conocido aquí por algún aspecto; pero al hablar de él hagámoslo sobre el aspecto no conocido. Sobre Gabriela Mistral? Quiere usted?
Magnifico! Parece que ella tiene amistad con los colombianos que hay en Chile. Gabriela me presentó una tarde como cincuenta que fueron con ella a tomar a casa el té. Fué una tarde feliz para mí y de aprietos para la servidumbre que no sabía cómo atender tan numerosa como grata visita. En Chile hay muchos colombianos.
Después de esto, don Pedro pintó el ambiente que nutrió el heterogéneo espíritu de Gabriela Mistral. Ninguna tierra chilena ha producido más cosecha artística que Coquimbo. Ahora y siempre; omitiendo a Neruda, y a muy pocos, en los dos o tres valles y en las serranías de Coquimbo han espigado las melodías de mi país. De Neruda, que es del sur, y uno de los más subidos poetas, hablaremos después.
Esta tierra de Coquimbo va en rugosidades ascendentes del mar a las cumbres andinas, que allá, al revés de las verdes montañas colombianas, son picos desnudos y nieves. Enclavados en esos vericuetos, hay muchos pueblos, todos ellos mineros, porque Chile es una gente ninera, y la de Coquimbo lo es únicamente.
Pero La Serena, la capital, es casi un puerto de mar. Alli más bien se sueña a pocas cuadras del mar. Es una ciudad antigua que nació en las épocas de Pedro de Valdivia, y como las legendarias ciudades españolas de América, guarda sus tradiciones, sus viejos y numerosos templos, y sufrió también los periódicos asaltos de los piratas que husmearon por acá. las palmeras de La Serena no son como las otras palmeras del mundo. Las de aquella ciudad tienen bases, bases naturales, como las sobrias y esbeltas de las columnas jónicas y corintias. Si las dominamos de un vistazo, también agraciadas por el ambiente, se las puede comparar del suelo a la copa con las obras arquitectónicas de Corinto.
Las quintas de La Serena son un encanto nacional Entre todo eso, y por encima de eso, los jardines y las plazas. Los claveles, los floripondios los cinamomos son flores de La Serena La luna de La Serena es la más espléndida, digamos las noches Muchas veces oi cómo hincaban en esas noches su canto los zorzales del parque.
Además, esto se llama La Serena.
como estos mineros. La fortuna que nació De Universidad. Bogotá con el primer hallazgo, se hunde en nuevas búsquedas de metales, y, necesariamente, vuelven a la miseria, sin otro tesoro que leyendas y relatos briosos sobre la esquivez de la riqueza escondida en los eternos picachos.
La sobriedad de estos incansables vagabundos de los encaramados desiertos no es comparable, por ella y por todo, sino a la de los penitentes africanos.
Verdad es que aquellos van tras del oro, y éstos fueron a nutrirse de filones de verdad infinita.
Todo Coquimbo es una raza de fantaseadores. No hay en ninguna parte más fantasía, eso si de color, temblor y sones de metal. quellos picos, sin malezas, sin vida, tan solos, nadie que ignore esto, sospecharia que tienen más vida de leyendas que ningunos de América.
De ese afán de los mineros nacieron en Coquimbo caserios serranos casi de hombres, donde no hay mujeres, y otros más costeños, más al nivel del mar, de sólo mujeres. Los hombres se van y las mujeres quedan. Aquellos vienen por temporadas, como ciertos animales, a preferidos o especiales lugares.
Por razones mineras se fundó La Compañía, un poblacho al norte de La Serena. Carlos Lambert plantó alli una máquina, y compraba las escorias mineras. Un hombre cientifico que sabía que allá era más lucrativo explotar las escorias que buscar los filones. Con las escorias de Lambert se hicieron casuchas de un subido color amarillo, que hoy forman un pueblo triste, con gentes melancólicas y aburridas, que repasan siempre las traiciones del oro y del cobre serranos, pero gentes buenas, viéndolas Gabriela Mistral por el interior.
Conoce usted la obra de Gabriela Mistral? Toda su fantasía es la fantasia de Coquimbo. De arriba al mar, de norte a. Cuál es el nombre de esta hermana? sur, ella, que tiene una alma sensible como. Vea usted. no recuerdo. Es tan para una cuerda, ha sonado a impulso de todas los demás, fuera de ser para su madre, que las vibraciones de la raza de esta provinvive, Gabriela y la hija; tan abnegada esta cia de Chile, porque ha sido maestra de mujer, que apenas recordamos de sus vir escuelas rurales y de liceos de toda la zona.
tudes y no sabemos su nombre. Es que al. Esta vocación apostólica la alimentó en ella pensar en ella, nos asaltan sus bondades sin duda La Alcayaga, y asimismo la abneinéditas, nos nutren, y no percibimos más. gación y la sumisión a su obra.
La madre de Gabriela casó dos veces y Siempre ha enseñado a los pequeños, sólo enviudó dos veces; es como decir que pasó a los niños. Su sensibilidad y su fantasia a los mimos cuidadosos de su hija mayor, frente a ellos, el instinto providencial, y la La Alcayaga, maestra de escuela de Pai hermana maternidad de La Alcayaga, induguano.
dablemente la hicieron poseer, sin ser maPues bien, esta hermana media ha sido dre, ese misterioso sentido maternal de el nervio y el músculo discretos pero briomuchos de sus cantos.
sos de cuanto es Gabriela Mistral. No es La tendencia social de la Mistral, es su nervio ni músculo que están bajo la piel, y vida, del brazo digamos, de las clases huse manifiestan al ejercitarse; son motores mildes, y también su condición de mujer muy internos que trabajan incansables y calla nacida de las mismas clases.
dos. También es como el espejo pequeño Fue maestra del Liceo de Punta Arenas, de la cartera; todo lo dice y luego se es y alli acometió una cruzada social de que conde. Ah, La Alcayaga es el alma del es se la acusó. Sus campañas sociales son sopíritu de la Mistral! Si atendemos a las brias. Su carácter es un poco tolstoyano, y, virtudes milagrosas, que son patrimonio de además, su condición de mujer, instintivala mujer, La Alcayaga es la más mujer que mente prevenida, quitan a sus labores en conozco.
este sentido lo que pudiera llamarse una Paiguano es pueblo de mineros y vecino intensidad histérica.
al filo de la montaña.
Su carácter vagabundo tiene sus raíces en la vida gitana de los mineros que han desfilado los cuarenta años de la Mistral, Ya verá usted que al hablar de Coquim ante los ojos y ante la demasiada plástica bo corren necesariamente los mineros en sensibilidad de la poetisa.
el relato. Es que aquello es una zona, la Hay también brochazos alegres en el cuamás minera de Chile.
dro poético de Gabriela. Es la influencia de Todos esos hombres, cualquier dia se car La Pampa, otro caserío al sur de La Seregan su maleta frugal y emprenden los an na, donde Gabriela fué maestra. Es uno de gostos senderos de las sierras con su am los pocos puntos donde se celebran las bición en el músculo y en la fantasia. Es fiestas autóctonas, fiestas de clásico color En la sierra está Paiguano; y en Paiguano, La Alcayaga, la hermana media de Gabriela Mistral. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica