REPERTORIO AMERICANO 315 HOLLANDA Ruhr (carbon ALEMANIA BELGICA LUCEMBURGO SAAR Lorena Chierro)
FRANCIA 100 200 Miles El carbón del Ruhr y el hierro de Lorena y la frontera entre ellos.
deseo de cultivar las mejores relaciones con su Gobierno.
En las discusiones a que este asunto ha dado margen y en los arreglos que podrán darle término, nos ha parecido propia la ocasión para afirmar como principio en el cual están comprometidos los derechos e intereses de los Estados Unidos, que los continentes americanos, en virtud de la condición libre e independiente que han asumido y conservado, no deben considerarse en lo sucesivo como campo de futura colonización por ninguna potencia europea. Los ciudadanos de los Estados Unidos alimentan los sentimientos más amistosos en favor de la libertad y felicidad de sus prójimos del otro lado del Atlántico. En las guerras de las potencias europeas y en asuntos que les conciernen no hemos tomado nunca parte alguna, ni es nuestra política tomarla.
Sólo cuando nuestros derechos sean invadidos o estén seriamente amenazados, nos sentiremos lesionados o haremos preparativos para defendernos. En los sucesos de este hemisferio nos hallamos, por necesidad, interesados más directamente y ello por motivos obvios para todo observador ilustrado e imparcial. El sistema politico de las potencias aliadas es esencialmente disdistinto, a este respecto, del de América. Esta diferencia procede de la que existe en sus respectivos gobiernos; habiéndose consagrado toda nuestra nación a la defensa del nuestro, alcanzado a costa de tanta sangre y de tantos caudales, mejorado gracias a la prudencia de nuestros más ilustrados ciudadanos y bajo el cual gozamos de una felicidad sin ejemplo. De consiguiente, la franqueza y las relaciones de amistad existentes entre los Estados Unidos y esas potencias, nos obligan a declarar que consideramos peligrosa para nuestra paz y seguridad toda tentativa por parte de ellas para extender su sistema a una porció a cualquiera de este hemisferio. No nos hemos mezclado ni nos mezclaremos en los asuntos de las actuales colonias o dependencias de ninguna potencia europea. Pero en cuanto a los gobiernos que han declarado y sostenido su independencia y que hemos reconocido después de madura consideración y por justos motivos, no podriamos considerar sino manifestaciones de sentimientos hostiles contra los Estados Unidos cualquier conato de una potencia europea con el objeto de oprimirlos o de ejercer de cualquier modo una influencia dominante en sus destinos.
Nuestra política con respecto a Europa es, con todo, la misma que adoptamos desde los comienzos de las guerras que desde hace tanto tiempo agitan esa parte del globo, y consiste en no inmiscuirnos en los asuntos internos de ninguna potencia europea, en considerar al gobierno de hecho como el gobierno legitimo, en cultivar con el relaciones amistosas y en conservar esas relaciones mediante una politica franca, firme y viril, satisfaciendo en toda ocasión los justos reclamos de cada potencia, pero sin aceptar ofensas de ninguna.
Mas, en cuanto a esos continentes, las circunstancias son clara y notoriamente distintas.
Es imposible que las potencias aliadas extiendan su sistema político a parte alguna de los continentes americanos sin poner en peligro nuestra paz y felicidad; ni puede nadie creer que, si se le permite elegir libremente, lo adopten por su propia voluntad nuestros hermanos del sur. Es, por lo tanto, igualmente imposible que nosotros podamos contemplar con indiferencia semejante interposición en ninguna forma. Richardson: Messages and Papers of the Presidents, tomo 11, páginas 209, 218, 219. XI. La interpretación oficial de la Doctrina Monroe 93. Si ese fué el propósito del Presidente Monroe, otra ha sido la aplicación de su Doctrina en la historia de los Estados Unidos y otra su interpretación. Puede decirse con exactitud, que cada Presidente de los Estados Unidos ha interpretado la famosa Doctrina como mejor le ha parecido para justificar su conducta como jefe de la Administración de su pais.
Entre las interpretaciones más claras que se han hecho de la Doctrina es necesario recordar la dada por el Presidente Roosevelt en su cuarto mensaje al Congreso de los Estados Unidos (6 de diciembrede 1904. No es cierto que los Estados Unidos sientan apetito alguno de territorio o abriguen con respecto a las demás naciones del hemisferio occidental ningún propósito que no sea el de su bienestar. Todo cuanto este pueblo anhela es ver estables, ordenadas y prósperas a las naciones vecinas Toda nación cuyo pueblo se conduzca bien puede contar con nuestra cordial amistad.
Si una nación demuestra que sabe proceder con razonable eficacia y decencia en cuestiones sociales y políticas, si conserva el orden y cumple sus compromisos, no tiene que temer la ingerencia de los Estados Unidos. La mala conducta crónica o la impotencia que resulta de la relajación general de los lazos de la sociedad civilizada pueden, tanto en América como en cualquiera otra parte, requerir a la postre la intervención de alguna nación civilizada; y la adhesión de los Estados Unidos a la doctrina de Monroe en el hemisferio occidental puede obligarlos a ejercer, aun contra su voluntad, funciones de policia internacional en los casos flagrantes de mala conducta e impotencia ya mencionados. Si todos los paises bañados por el mar Caribe revelaran su progreso en una estable y justa civilización, como lo ha revelado Cuba, con el auxilio de la enmienda Platt, desde que nuestras tropas abandonaron la isla, y como tantas repúblicas de ambas Américas lo están revelando constante y brillantemente, habrian terminado todas las cuestiones de ingerencia de esta nación en sus asuntos. Nuestros intereses y los de nuestros vecinos meridionales son en realidad idénticos. Poseen ellos grandes riquezas naturales, y si dentro de sus fronteras se logra el reinado de la ley y la justicia, es seguro que prosperarán. Mientras obedezcan así a las leyes elementales de la sociedad civilizada, pueden descansar en la seguridad de que nosotros los trataremos con espíritu de cordial y sana simpatia. Intervendremos en ellas en último extremo y sólo cuando sea evidente que su incapacidad o su renuencia a hacer justicia en el interior y en el exterior, hayan violado los derechos de los Estados Unidos o provocado la agresión extranjera en detrimento de todas las naciones americanas. Es bien sabido que toda na on, en América como en cualquiera otra parte del mundo, que desee conservar su independencia, debe, en fin de cuentas, comprender que el derecho a semejante independencia es inseparable de la obligación de hacer buen uso de ella. Foreign Relations of the United States, 1904, página XLI. Profesión Consagración de amor: ofrenda plena: dulzura de ser tuya y de ser buena; isanta fe de quererte hasta en la muerte!
Seguridad de que eres en mi suerte el principio y el fin, la luz, el Todo. Ya nunca podré verte de otro modo. Amor de amarte con total ceguera: cierro los ojos y ya vivo en Ti.
Hondo anhelo sin fin de quien espera la Eternidad, para adorte alli!
Rosa García Costa Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica